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La crónica de viaje para Jorge




El dólar es la moneda oficial de Ecuador. Se impuso hace años cuando el gobierno de turno contrató al Dr. Cavallo, el mismo que hizo el "uno a uno" en la época de Menem en la Argentina. Criticado el procedimiento en la Argentina de hoy, en Ecuador del presidente Correa -también de izquierda- sigue firme.


14 noviembre, 2015
Pelota al medio Selección

El dólar es la moneda oficial de Ecuador. Se impuso hace años cuando el gobierno de turno contrató al Dr. Cavallo, el mismo que hizo el "uno a uno" en la época de Menem en la Argentina. Criticado el procedimiento en la Argentina de hoy, en Ecuador del presidente Correa -también de izquierda- sigue firme.

El dólar es la moneda oficial de Ecuador. Se impuso hace años cuando el gobierno de turno contrató al Dr. Cavallo, el mismo que hizo el “uno a uno” en la época de Menem en la Argentina. Criticado el procedimiento en la Argentina de hoy, en Ecuador del presidente Correa -también de izquierda- sigue firme.

Por Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González

Desde que me encontré entre los fundadores de Tenfield S.A., he tenido un aislado contacto con Miguel Pastorino, que le agrega un comentario diferente, una pisca de humor fino a cada una de sus intervenciones, no sólo en la transmisiones del fútbol, sino también en la charla personal. La vinculación se ha limitado a los muchos viajes que hemos realizado, merced al esfuerzo empresarial liderado por “Paco” Casal y el “Tano” Gutiérrez, siguiendo el pique incesante de la guinda de fóbal, como tantas veces he escrito, para no olvidar nunca al “troesma” Diego Lucero. En cada encuentro, siempre en el exterior, es un placer batir prosa con el “Pelado” –como lo llaman- por su amplia y extensa cultura general; por sus enfoques distintos y por la agudeza salpicada en ocasiones con el ácido homor en dosis justa de una insinuación o una crítica. El jueves de mañana, en el vuelo hacía Quito me mostró el mail de un amigo que le escribía desde Nueva Jersey, Estados Unidos, del otro lado del río Hudson en la “gran manzana”. Reclamaba la falta de las habituales “crónicas de viajes” durante esta excursión.

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El autor de esa requisitoria es Jorge Luzardo, nacido en Cerro Colorado, departamento de Florida. Sus palabras fueron como una puñalada en mi corazón. Sólo hice una mueca ante Pastorino como única respuesta, musitando apenas un “tiene razón”. ¡Querido Jorge, aquí va para cumplir con tu muy justa puntualización, está crónica que escribo en el palco de la prensa del Estadio Atahualpa de Quito. ¡Cerro Colorado! ¡Cuántos recuerdos ligados a mi historia personal. El conocimiento de “Tio Coco”, su San Pedro del Timonte hoy convertido en emprendimiento turístico y aquel MEVIR que fundó como impulso privado a favor de los pobres que habitaban en los rancheríos de la orilla de las villas y ciudades, para que con sus manos –como el hornero que era el símbolo del emprendimiento- construyeran viviendas decorosas que los acercara a una viña digna. ¡Cómo cambia la vida! Una vez le hice una entrevista de fútbol al Dr. Alberto Gallinal en su hermosa residencia de la calle 19 de abril en el Prado montevideano. Lugar hermoso, amplio, con jardín extenso repleto de frondosos árboles. Un casco de líneas arquitectónicas perfectas, con sus tejas francesas. Hoy… existe en el predio un edificio de apartamentos.

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¡Cómo cambian las cosas! Los tiempos modifican la vida con su loco tránsito. En el complicado viaje de Guayaquil a Quito, en los asientos que ocuparon los jugadores celestes, los dis-jockeys fueron Álvaro Pereira y Martín Cáceres. Inicialmente la canora voz de Alfredo Zitarroza se escuchó con sus temas iniciales, aquellos que le cantaban al amor “al que no le podía seguir el vuelo”, aunque –eso sí- “podía enseñarle a volar”. El amor del hombre mayor y la mujer joven… Aquel Alfredo locutor de CX 14 Radio El Espectador que leía al aire el aviso de “Almidón Claussen”, en los tiempos que las madres y abuelas nos planchaban las túnicas blancas para ir a la escuela con almidón. ¡Qué tiempos! La maestra de la clase, en la escuela pública de 1er. grado, No. 90, a la cuál asistí en Montevideo, era la novia eterna a la que le llevábamos flores y acatábamos sus enseñanzas y sus rezongos. ¿Seguro que a vos, Jorge, te pasaba lo mismo allá en la escuela rural de Cerro Chato que bancaba “Tío Coco”? Hoy, los gurises que van a la escuela le pegan a la maestra…

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Y acá andamos por Guayaquil y Quito, en un país dolarizado desde hace muchos años, desde el tiempo que el Dr. Cavallo, aquel Ministro de Economía de Carlos Menem, inventó en Argentina el “uno a uno”. Un dólar igual a un peso. Explota el consumo. Los argentinos pusieron en boga en Miami el “deme dos”… La bomba le explotó en las manos al gobierno de la Alianza del Dr. de la Rúa, que llamó al Dr. Cavallo como salvador y… se fueron los dos juntos en un helicóptero de la Casa Rosada. ¿Y acá, en Ecuador, qué pasa? No sólo sigue firme el “uno a uno” que el mismo fracasado Dr. Cavallo de Argentina lo implantó acá. Y… cambiaron de gobierno, llegó a la presidencia de la república de Ecuador un hombre joven, de buena pinta, economista de nota, líder de las izquierdas, llamado Rafael Correa y… ¡no cambia nada! ¿Jorge, lo entendés? “La Doctora” –como llama Jorge Asís a la presidenta argentina- es la primera detractora y crítica acérrima del “uno a uno” menemista. “La Doctora” es del mismo palo que el Ec. Correa que lo defiende… ¿Quién lo entiende?

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¡Todo cambia Jorge! Cuando llegamos en el 2001 a este mismo estadio de Quito para presenciar el partido entre Ecuador y Uruguay, las tribunas explotaban tres horas antes. ¡No existía un solo lugar. Claro, se justificaba. Con el empate Ecuador por primera vez en su historia clasificaba para la Copa del Mundo. Aquello fue una locura. ¡Y todo cambia Jorge! Ecuador clasificó luego a dos mundiales más y… hoy, faltando una hora para empezar el partido, apenas había dos mil personas en las tribunas. Y afuera la reventa no paraba de ofrecer su mercancía. Vendían a 75 dólares las entradas. Y los vendedores no eran uno, dos o tres. Eran cientos. Después, poco a poco se fue colmando, hasta completarse su capacidad apenas diez minutos antes del partido. ¿Lo entendés Jorge? Tiene explicación. En el 2001 clasificar al mundial tenía –para Ecuador- la novedad de lo nuevo, de lo que nunca se había alcanzado, de lo que los ecuatorianos soñaron desde muchas décadas atrás. ¡Y lo lograron! En ese momento comprendieron, que era una verdad grande como una casa, aquella lección que me dio Diego Lucero, pisando los 70 años, en el Hotel Crillón, cuando yo tenía apenas 19: “¡Ya te vas a dar cuenta, botija, que la ilusión es más linda que la realidad!” Salute Jorge, como termina sus notas en “Clarín” el recordado troesma. Y a vos, Jorge, salute, me hiciste escribir una crónica de viaje.