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Signorelli del vestuario al paraíso




Américo Signorelli en el cuadro de su historia, le ganó al destino desde el vestuario.


1 marzo, 2019
¡Qué Personaje!

Américo Signorelli, hoy a los 84 años, el periodista, el innovador de las transmisiones radiales de fútbol en 1963 como  “vestuarista” del histórico relator Heber Pinto, a quien conoció en la Cooperativa de Hacienda, vendiendo camisas, a través del Ing. Walter Lavalleja Sarriés –ex dirigente  de Nacional- y encaró para decirle que en la vida tenía “una sola bala en el revólver”. La historia de un día con otra leyenda como Carlos Solé, la anécdota en Buenos Aires, y Víctor Hugo Morales en el repertorio. El recuerdo siempre presente de su Señora, su hijo, las nietas, el sacrificio familiar y la profesión que abrazó. Pasional, con historia de barrio, la murga y el tango, el vendedor de autos de la pelea contra las cuerdas a la bonanza para emprender el gran viaje de la felicidad familiar. “La radio cambió mi vida, fue el gran amor. Le di todo. Escuchaba boxeo con mi padre. Sentía que la conocía de adentro. Me fascinaba ver las cabinas del Estadio Centenario. Yo quería estar. Soy pasional, sigo  siendo fanático”. Las puertas abiertas de camarines de Tito Goncalves en los aurinegros, también  de los tricolores, la emoción de conocer a Jose Nasazzi, a Pedro Cea, en el túnel del tiempo y el corazón.

Américo Signorelli en el cuadro de su historia, le ganó al destino desde el vestuario al paraíso.

Es un personaje del periodismo y en el mundo de la radio es actor protagónico: Américo Signorelli, el hombre que inventó el “vestuarista” en las transmisiones del legendario relator Heber Pinto y construyó la carrera en el mundo que lo fascinó de niño. Del barrio de la Unión al mundo con su estilo innovador que impuso en 1963 al presente, a los 84 años, en otro momento de su vida.  “Acá estoy, escuchando mucha murga y tango, todo el día. Desde que se fue mi Señora así es la rutina, primero hago los mandados, lavo la ropa, la tiendo y después cocino. Voy a la playa que todavía es gratis…” cuenta entre risas, hoy a los 84 años. “Vivo en Gabriel Pereira y Benito Blanco. Soy del 31 de julio de 1934″.

“LAVALLEJA SARRIES ME PRESENTÓ A HEBER PINTO”

-¿Cómo nació tu historia radial?

-“Tiene que ver con mi vida. En 1961 trabajaba en la Cooperativa de Hacienda. Fui desde limpiador a lo que llegué. No tenía Escuela. Antes para Portero de un banco, un trabajo decoroso, no había exámenes. Walter Lavalleja Sarriés, dirigente de Nacional, el Ingeniero que luego impulsó proyectos en la construcción de Estadios, era el Gerente  de la Cooperativa. Un día me llama y me dice ‘vení al Escritorio’ y me  presentó a Heber Pinto. Me dice ‘sordo, es tuya’. Conocí a Heber vendiendo camisas. Dos de popelina y dos de picolina. Le tomé las medidas y quedamos que cuando estuvieran prontas se las iba a llevar. Así fue, dos celestes y dos blancas, cuatro corbatas. Hablamos y en la conversación le comenté que escuché en una radio brasileña que hacían el vestuario. Acá no había. Le comenté que para agarrar a Solé (Carlos) tenía que hacer algo distinto”.

-¿Lo conocías?

-“Personalmente, no. Me la jugué ahí. Escuchó mi idea, la compartió con el Walter Díaz, amigo suyo que trabajaba en un Juzgado. Luego, un amigo de Radio Oriental, Bolívar Damboriana, locutor comercial, me dice, ‘sordo le está dando  la idea a otra  persona’. Entonces, callado, al otro día, me mandé una bravuconada. Fui y le dije: ‘en la vida tengo un revolver con una bala’. Yo le di la idea y la quiero hacer. No me vaya a vender. No se la de a otro. No  me dio un peso. No pensé en eso. Yo tenía un problema con Raúl Lastra, que era el gerente general  de la AUF. La radio decidió hacer el vestuario en 1963. El viejo Razetti era el técnico. Fue increíble”.

Américo hoy a los 84 años, en el túnel del tiempo.

“CAMBIÓ MI VIDA”

Te jugaste todo. ¿Recordas la  primera?

-“En el vestuario de Peñarol me recibió Jorge Delgado, el padre del Bola, ex equipier, el de la Cumparsita, de Atenas. Le pregunté si me  podía comunicar con Néstor Goncalves. El capitán apareció en chancletas y pantalón, sin medias. Le digo ‘perdóneme  capitán mi nombre es Américo Signorelli. Voy a cubrir el vestuario para la radio’. ‘¿Qué?’ me dijo. Después lo dejó claro. ‘Lo de adentro, se queda adentro. Lo  que ve acá no sale’. Lo  mismo  en Nacional. Sentí que estaba en mis anchas. Es como cuando  te gusta la milanesa con papas fritas y huevo frito, con una cerveza. Cambió mi vida. Era recién casado, teníamos a Marcelo (su hijo, hoy entrenador de básquetbol). Mi situación económica era desastrosa. En mis adentros lo disfrutaba. En caso contrario, me hubiera desilusionado de  por vida. Todo en función del sacrificio personal y familiar”.

-¿Mas allá de tu insistencia habías tenido alguna experiencia similar que te haya marcado?

-“No, nada, trabaje en Titanes en el Ring (espectáculo  de lucha creado en 1963). Conocí a Karadagian de al lado, en la primera  pelea, Caballero Rojo. La transmisión de fútbol, en el  vestuario, para mí era la tabla de salvación. Nunca había visto un avión. Fui la primera vez a Paraguay. Luego, Carlos  Baratta trajo los Handy de Japón, en el 1964. Los teníamos atrás del arquero de Cerro en el Estadio Luis Tróccolli, la 12 (Oriental) desde todos los rincones”.

-¿Ese sentimiento por la radio también representó una oportunidad  laboral?

-“Fue un golazo. Claro, en ese momento, uno se preguntaba cuándo va a pagar. Me consiguió trabajo de vendedor de tractores. Yo quería laburar. El amor de mi vida fue la radio. Era como que la conocía de adentro, sabía cómo se manejaba. Lo aprendí escuchándola. El vestuario era lo mío. Todos los recovecos. Trabajé con Solé un día, después de Heber Pinto, Víctor Hugo (Morales), Muñoz, Lalo Fernández, siempre en radios grandes. La parte profesional mía empezó en 1974. Vinieron los viajes, nunca un vestuarista lo había hecho. Con Heber conocí Sudamérica y se impuso”.

EL VENDEDOR  DE AUTOS

-¿Fue el despegue?

“Empecé a vender autos. Vivía en la calle Larravide entre Rousseau y Fray Bentos, de Miguel Podestá, Cala Méndez, barrio de Canillita, Platense. Mucha timba. Tenía 40 años y vivía mal. Fui animador  del club Cordón. Eugenio Figueredo, en la Automotora Acrisol, era mi jefe y me dio una mano. Pocholo  Rodriguez Sica, el suegro de Jorge Fossati, era el dueño. Se reunían dos personajes de novela Pencho De Pena y Finito Vitureira. En el 74 comencé a trabajar en Fiat. Ahí fue diferente. Era como pedir pase…”.

-Otro sueño hecho realidad.

-“Ni hablar. Marcelo, mi hijo se iba en el 187 solo al Neptuno con dos scones. El ómnibus  paraba frente a la Escuela Militar. Me di cuenta  de todo en Fiat. En ese momento no tuve  más remedio que dividir el  día  y tomar lo  que me servía. Víctor Hugo me metió en Telenoche pero yo le decía a Carlitos Giacosa, ‘me tengo que ir’. ‘¿Vos sos loco?’ me respondía. Le expliqué: ‘Acá me mira la gente pero tengo que morfar…”.

-¿Que representó para  vos haber estado con Heber Pinto y Víctor Hugo  Morales?

.”Heber Pinto para mí fue Gardel. El mejor, Víctor Hugo. También Don Carlos Solé”

-Hiciste la Rueda del café, charlas intimas.

-“Fue un invento de Víctor Hugo. Salíamos  a la una de la tarde con entrevistas a personajes de diferentes ambientes. Lo hicimos con Quique Destri”.

-¿Hiciste relación con los  futbolistas?

-“Terminó en amistad. A Tito Goncalves le llevé un premio a su casa. Yo tenia un triciclo furgón en el que íbamos con Marcelito, atrás, y mi señora, adelante. En el camino, por la calle Chaná, frente a la panadería Barusso, cerré la puerta del auto y le pegué sin querer a Marcelo. Se cortó un dedo. Lo tuvimos que hacer atender en el Circulo Católico. En esa calle Chaná nací. Mi madre estaba embarazada y visitaba a una amiga en el 2210, Elbrita. Iba después de ver la comedia con la panza enorme… Mi padre tenía un puesto de verdura en 18 de Julio 2019″.

Américo en casa, feliz, de la radio al mundo.

GARISTO, PASTORIZA Y LA CABAÑA EN SOLYMAR

-¿Hoy con el paso de los años lo valoras?

-“Primero al Flaco, a Dios, hablo con él y con mi Señora, de todo lo que me pasa. No  voy más al fútbol, al básquet, al carnaval, sigo la vida como de soltero, laburante  a morir. Habíamos  hecho  una cabaña en Solymar. El Loco Garisto tuvo la deferencia de llamarme, trajo al Pato Pastoriza, técnico en ese momento de Independiente de Avellaneda. ‘Sordo vení que traje a un amigo que te quiere conocer’. Un grande de de verdad. Pastoriza me escuchó: ‘A Sande (Presidente) en Independiente le pedimos que reparta la torta, decía’. Me regalaron un terreno en Solymar. Me pagaron la mitad de todo, hice una cabaña. Pase los mejores  años de mi vida, gracias a Pastoriza, a Blanca, la Señora de Luis y al  Loco Garisto. ¡Qué  fenómeno Garisto! El Hugo Bagnulo, antes de aquel  partido con Palmeiras lo tenia loco, jugaba Mirandinha y le decía Luisito mira que corta para los dos lados, es una fiera, toda la semana y en el túnel  a la cancha insistía, y después… Luisito, sus ojos se cerraron…”.

-¿Por que sentías haber conocido a la radio desde antes?

-“Porque la busqué. Mis amigos están muertos. Son testigos que miraba las cabinas  y me fascinaba la época de los periodistas, de Semino, Cesar L Gallardo, Miraglia, Heber, Duilio, Lalo, Solé, Quería estar, Dios  me dio  una  mano. Yo  puse todo”.

“LA MALARIA Y LA BONANZA”

-¿Hubo un antes y un después?

-“Seguro, como antes de entrar en Sevel, me vino la  malaria y de Sevel para acá la bonanza. Me encantaba vender autos. Era en Colonia y Acevedo  Díaz. Nos fue bien. Si hubiese sido otro, me iba del  periodismo a seguir mi camino. No podía hacer eso. No lo sentía. Tuve el  privilegio de conocer al Vasco Cea, a Anselmo, a Nasazzi. Le pedí a Dalton Rosas Riolfo que me presentara a Nasazzi. Mariscal, ¿sabe que orgullo que es para  mi? Fui el único periodista que trabajo en la Mutual, era el Secretario de Prensa”.

-Como una película…

-“En 1942 tenia 8 años. Mi padre fue jugador  de Nacional, también en el Charley, Petrone y Signorelli. Jugó un año de titular  en la gira del  25. Escuchaba la radio con él. Hacían el boxeo. Peleaban los mejores. No sentía nada del oído derecho. ‘No siento  mamá’. Nací sordo de un oído. Era una pasión como Gardel. La radio fue mi vida, no me daba el naipe por ejemplo para ir al cine”.

-¿Hoy en la era de las conferencias de prensa que pensas?

-“No me gustan. Me encanta la picardía. No robar notas. El segundo tiempo no lo veía. Me quedaba escondidito. Quería tener siempre la primera  nota, me privaba de ver. El viernes sabía quien jugaba. El día que Morena hizo siete goles fui a buscar a Young a la casa, lo traje, lo senté y se  lo presenté. No digo que soy el uno, no soy el uno de nada. Tenia mucho gusto y yo  soy Pasional, de Troglio, de Alberto Pugliese…”

“SOLÉ ME DIJO EN BUENOS AIRES NO ME GUSTAN LOS COMENTARISTAS NI LOS VESTUARISTAS, CUANDO TERMINO EL RELATO PONGO UN DISCO DE TROILO”

-¿Por qué un solo día con Solé?

– “Se formó un equipo bárbaro en CX32 Radio Sur  y fuimos. Con Solé tengo una anécdota muy buena en Buenos Aires. Estábamos viendo  tango  y me dice: no estoy de acuerdo con los comentaristas ni con los vestuaristas. Cuando termino el relato pongo un disco de Troilo…”.

Américo Signorelli, siguió su aventura radial siguió a Radio Ariel (Continente), Radio Oriental, hasta 1987, a Radio Carve, el ’87, luego junto  a Roberto Moar, y finalmente en 2012 con Gabriel Regueira –hoy en Radio  Carve- “en Hombres de Fútbol” AM 1090 Radio  Imparcial. “Mi primer trabajo fue de mensajero, de chico, en Colonia  y Yi. Aprendí todo  en la calle. En la Unión me hice hombre, me enseñaron el respeto a los mayores”. La nostalgia y la sonrisa. “Una vez en el viejo vestuario visitante de la Colombes, Juan López me llamó, sabía quien era yo, ‘vení sordito’, le puse auriculares para hablar en la radio y el técnico de otra emisora cortó la línea con un alicate. Sabes que como tuvieron que sacarlo… Pasó un tiempo y la Radio Sport cubrió el vestuario con Juan Juan José Bossio. Se me acercó y me dijo: ‘Américo, mira que nos envió la radio’. Le dije, ‘qué decís, vos hace tu trabajo, tranquilo’. Hoy con el mismo sentimiento. “Sigo siendo fanático de la radio a los 84. Los que están adentro de la ganzúa y los  porteros, no se ponen a ver televisión, son oyentes. Nadie me puede señalar con el dedo. Les di todo a mi hijo y a mis dos nietas, como al periodismo”. Qué Personaje!!!

Américo Signorelli y la sonrisa de película, del sueño a la gran aventura.


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