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Crónica de viaje: El “Toto” Da Silveira y su amistad con el “carcelero del pueblo” en época de tupamaros




"No renunciamos a nada", afirmó el Maestro.


11 octubre, 2013
Pelota al medio

Al arriba a Guayaquil, el miércoles por la noche, el Dr. Jorge Da Silveira se me apersonó para seguir la conversación iniciada en el vuelo desde Montevideo. Realizó fuertes revelaciones sobre la formación de “El Clan 10” de Radio Ariel y su pasaje a esa radio. Lo concretó “el carcelero del pueblo”, José Luis Porras, su íntimo amigo, que en ese momento tenía en su casa, en total secreto, la prisión donde los tupamaros llevaban a los secuestrados. Y el “Toto” reveló que con Porras y el Dr. Jorge Batlle, dueño de la emisora, negociaban la adquisición de los derechos para transmitir el mundial México’70.

Bauzá en conferencia de prensa captado en el monitor de la cámara de TV que emite en directo. En un episodio que Fernando Riva nos contó en la conferencia de ayer en Guayaquil, quedan en evidencia los cambios brutales que la tecnología impuso en el mundo y en la vida de sus habitantes.

Bauzá en conferencia de prensa captado en el monitor de la cámara de TV que emite en directo. En un episodio que Fernando Riva nos contó en la conferencia de ayer en Guayaquil, quedan en evidencia los cambios brutales que la tecnología impuso en el mundo y en la vida de sus habitantes.

Escribe: Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González (desde Guayaquil)

¡Lo que es la tecnología! ¡Cómo cambió el mundo! Los muchachos jóvenes no se dan cuenta porque sólo conocen esta realidad de hoy. Pero uno, que ya anda a paso lento por el camino de la vida acumulando en la mochila la experiencia de los años que se fueron, lo nota y lo constata con los hechos. Contrastando la realidad del ayer con el presente, quedan marcados claramente los profundos cambios que ha impuesto la tecnología en la vida de los seres humanos. Sólo así, se advierte el brutal cambio impuesto en los usos y costumbres de los seres humanos. ¡Hoy vivimos otro mundo sustancialmente diferente al de 30 años atrás! Cuando aparecieron los grabadores portátiles los periodistas pensamos que era el invento del siglo. Cuando surgió el fax, creímos que los japoneses le habían puesto el mango a la pelota con ese descubrimiento que pareció destinado a perdurar durante décadas. ¿Y…? En 1987 los comentarios de la final de la nieve en Tokio, entre Peñarol y Porto, los pasé a través del fax del Hotel Tokio Prince a la oficina del dueño de “Acolchados Alondra”, el gordo Wisznever, fanático de los aurinegros que allá estaba en Tokio junto a nosotros. Apenas un puñado de empresarios poderosos como él disponían en nuestro país de ese maravilloso invento… Apenas nueve años después, desde la Copa del Mundo de Francia’98 mis notas para “Últimas Noticias” llegaban a través de… ¡internet! La revolución que mató al fax. Primera conclusión de estos pequeños episodios de los que he sido testigo: antiguamente un cambio perduraba durante mucho tiempo; hoy el avance del mundo es tan dramáticamente veloz, que las variantes se agotan en muy poquitos años. La TV de plasma parecía algo de otro mundo. La mató el led, llegó el HD, se viene el 3D y yo qué sé cuántas cosas más que se van superponiéndose en esa loca carrera detrás de la zanahoria de la tecnología…

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Pero… ¿a qué viene toda esta cháchara barata, reflexiones de una noche de boliche en boca de un jovato que comprueba la crueldad de saber que se le pianta la vida? Te cuento. Las crónicas de viaje las escribo desde 1980, cuando por primera vez llegué a Europa con la selección uruguaya que dirigía Roque Gastón Máspoli preparándose para el mundialito de diciembre. Dos años después, desde el mundial de España, aquellas anécdotas de viaje recogidas en los textos comenzaron a constituirse en un éxito. Recuerdo –y aquí viene al caso el tema que sacamos del baúl de la nostalgia- que desde Madrid escribí sobre Ramiro Vicente Alonso, un gallego emigrante que trabajó como un burro en Montevideo. De sol a sol- Que de a poquito fue acumulando los mangos uno arriba de otro- Que llegó a ser dueño del Bar Caballero, en la Avda. Garibaldi casi Domingo Aramburu. Que después compró la estación de nafta de Avda. Garibaldi y Martín García y que después… cuando vio que el Uruguay se venía abajo, chapó la guita y volvió a su patria. Compró el Hotel París en el No. 2 de la calle de Alcalá, en la mismísima Puerta del Sol de Madrid y… ¡allí nos alojamos durante el mundial español! Escribí su dura y sacrificada historia de emigrante en una crónica de viaje que se publicó en “El Diario” de Montevideo. Me fui rumbo a Barcelona para ver Argentina-Bélgica, de ahí a Sevilla donde jugaban Brasil-Unión Soviética y así seguí por la geografía española detrás del pique de la globa. Retorné a Madrid para la final, casi tres semanas después. El gallego Ramiro me esperó con el ejemplar que le mandaron por correo, con una emoción loca que derivó en unos cuántos Tío Pepe para festejar. ¿Te das cuenta del recorrido de la información? La escribí, la pasé por télex a la redacción de “El Diario”, se publicó, la leyeron sus familiares en Montevideo, recortaron la crónica, la metieron en un sobre, la llevaron al correo y luego de dos semanas de demora en llegar a Madrid, cuando retorné al Hotel Alcalá, allí la tenía en sus manos Ramiro Vicente Alonso que hoy no sé por dónde debe estar. Seguramente anda por el cielo regenteando algún Hotel en el Paraíso, aunque allí no tiene internet y esto que hoy “cuelgo” en la red no le va a llegar…

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¿Y qué tiene que ver esto que conté con la actualidad? Resulta que en la madrugada de ayer, después de llegar a Guayaquil, culminamos la tarea “colgando” la primera crónica de viaje que despaché. En el comienzo me refería a Fernando Riva, el capo de Geánt Travel que maneja los chárter de la selección. Este mediodía lo encontré en el Hotel Sheraton mientras esperábamos la conferencia de prensa de Oscar Tabárez. Tenía una sonrisa de oreja a oreja. Con su calma habitual y sus palabras que salen como susurros de su boca, deslizó un…

-“Pa’me llamaron de todos lados. Me jodían con eso del jopo de Elvis Presley, mi mujer me dijo que…” y siguió transmitiéndome la reacción que provocó su mención en la crónica de viaje. ¿Te das cuenta del cambio del mundo? En apenas unas pocas horas Fernando estaba enterado de lo escrito, recibía comentarios, jodas y todas esas cosas que provocó la mención pública de su nombre “colgado” en la web. ¡Lo que tardó tres semanas para que Ramiro Alonso se enterara por intermedio del correo, con todas las molestias que significó para su familia enviarle el recorte de “El Diario” en una carta, 30 años después, al instante Fernando Riva lo recibía con la inmediatez brutal de estos tiempos dominados por la tecnología!

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El miércoles de noche, al llegar al aeropuerto de Guayaquil, fui el primero en dejar la zona de migración y llegar al ámbito público donde aguadaban los choferes de las camionetas contratadas para dirigirnos a los hoteles que ocuparíamos. Al no tener la necesidad de recoger valijas porque sólo viajé con una de mano, esperé que salieran los compañeros de Tenfield para emprender el traslado al Hotel Howard Johnson. En eso sale el “Toto” Da Silveira, a quién le indico dónde estaba el conductor que lo aguardaba. De pronto, enganchado con la charla que mantuvimos en vuelo sobre la formación de “El Clan 10” de Radio Ariel, observo que deja su valija en el suelo, se me acercó buscando las palabras justas y realizó una confesión de enorme valor que voy a revelar con su autorización, para que aquí quede como documento para el día que alguien se incline sobre los documentos, para escribir la historia de la radiotelefonía deportiva en el Uruguay.

-“Te voy a decir una cosa –advirtió el “Toto” ingresando en unos segundos de silencio mientras sus ojos adquirían un extraño brillo-. Yo me equivoqué en irme de Sarandí. Era muy joven, me dieron manija y entré… Porque yo con Don Carlos me llevaba muy bien. Teníamos los pasajes para ir los dos a Manchester para transmitir la final Intercontinental contra Estudiantes de La Plata”.

Otro silencio que no me animé a cortar con una pregunta. El “Toto” se confesaba con la seguridad de que ambos conocimos de primera mano, cada uno a su turno como protagonista de aquellos meses del tercer trimestre de 1968, lo ocurrido. Y Jorge continuó…

-“Yo en Sarandí estaba muy bien. Con 22 años me mandaban a discutir en ANDEBU con Enrique De Feo y Don Raúl Fontaina. ¡Qué nenes! Resulta que en un partido de Nacional dieron un gol de Espárrago en offside. Solé dijo que no fue y yo dije que para mí fue posición adelantada. El lunes tuvimos una discusión muy dura con Don Carlos y Rubén Castillo. ¡Pero dura, eh! Y yo les dije, está bien, me voy a fin de año para irme bien y todos en paz. Don Carlos era así. Explotaba pero luego se le iba la rabieta. Le habían dado manija contra mí y entramos los dos en el juego. Él y yo…”

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Al llegar a Guayaquil el "Toto" amplio sus recuerdo de la formación de "El Clan 10 de Radio Ariel con revelaciones muy fuertes.

Al llegar a Guayaquil el “Toto” amplio sus recuerdo de la formación de “El Clan 10 de Radio Ariel con revelaciones muy fuertes.

Sólo escucho. No me atrevo a cortar los silencios en los que entra el “Toto” en medio de sus reflexiones sobre el pasado acaecido 45 años atrás. Y continúa…

-“Era setiembre de 1988. Y viene mi íntimo amigo, Oscar Imperio, que me había ido a buscar varias veces para que fuera a Radio Universal. Siempre le dije que no. En esa ocasión insistió otra vez. Y yo le dije que sí porque había señalado a Don Carlos que me iba en diciembre. Nos dimos la mano y cerramos el pase. Ahí se armó la ida de todo el equipo de Solé para Universal…”

Otra pausa y antes de la nueva revelación, una advertencia…

-“Te voy a contar una cosa. Vamos todos a Sarandí a decir que nos íbamos. Teníamos todo cerrado con Universal. A los dos días, viene Imperio y me dice que no podía seguir adelante, que tenía miedo que la gente de Oyama –que eran los dueños de Sarandí- le sacaran los avisos. Ellos tenían la cuenta. ¡Mi amigo me falló! Me jugué por él y quedé en la vía. ¡Estuve 10 días sin radio en pleno Campeonato Uruguayo! Hasta que salió la solución de Radio Sur, una radio chica, donde el Director –Julio Larrosa- nos trató de maravillas. Y ahí salimos a pelearla como pudimos”.

Otra pausa. En medio de la Torre de Babel que es la zona de arribo de cualquier aeropuerto, el “Toto” se apasiona con sus recuerdos que los vuelca en forma meditada, con hablar pausado como eligiendo pensadamente las palabras…

-“Horacio Vicco que era el relator se fue y en diciembre de 1989 voy a buscar a Víctor Hugo y con el seguimos en Radio Sur. Y… ¿sabés quién me lleva a Radio Ariel?”

Le expreso al “Toto” la respuesta que quiere oír porque –por otra parte- desconozco lo que me pregunta. Acerca su cara a la mía. Sus ojos se agrandan en gesto de sorpresa y suelta la revelación…

-“¡El carcelero del pueblo!”

No entiendo. Da Silveira me sorprende con su salida. Hasta que caigo en lo que me quiere a decir. Y le respondo…

-¡Ahhhh siiiii, el socio de Lalo Fernández en la Agencia de Publicidad!

-“Sí. ¡El ‘Cholo’ Porras! El que tenía en su casa la cárcel del pueblo. Cuando la descubrieron, viene Amadeo (Ottati) y me dice: ‘Toto, ¿viste que cayó la cárcel del pueblo? Yo no sabía. Y me explica: ‘Si en la calle Juan Paullier entre Canelones y Charrúa’. Y yo le digo: ‘Llamá al ‘Cholo’ para tener algún dato, saber quién vivía allí’. Amadeo escucha la radio y me dice que en la casa de José Luis Porras estaba la cárcel del pueblo. Me quería morir. ¡Nunca tuvimos el mínimo indicio que en su casa estaba la cárcel del pueblo! Fijate que yo tenía cuenta en el banco con él, con firma indistintamente. Bueno, antes de ese episodio, a comienzos de 1970, un día me lo encuentro y me dice: ‘Toto, ¿cuándo vas a dejar esa radio pedorra dónde estás?’ Y le dije: cuando vos me consigas una. A las pocas semanas viene y me plantea ir a Radio Ariel. A mí me pareció fenómeno. Fijate que nos metíamos entre Sarandí y Oriental. Entre Solé y Heber Pinto. Volvíamos a dar pelea. La radio era de Jorge Batlle y me acuerdo que en 1970, cuando empezamos, queríamos ir al mundial de México y con el ‘Cholo’ Porras y Jorge Batlle, juntos, íbamos a las reuniones intentando comprar los derechos para transmitir. ¿Qué te parece? Sin saberlo, Batlle y yo negociábamos con los dueños de los derecho con quién ya en ese momento tenía en su casa la cárcel del pueblo… ”

-Decime “Toto”, ¿lo puedo “colgar” en la página?

-“Por supuesto…”

Y aquí está. Mañana la seguimos…