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Fossati exclusivo: “El Barcelona de hoy es la Holanda de 1974”




La mirada atenta en el juego durante uno de los partidos que su equipo actual, Cerro Porteño, disputó en el Campus de Maldonado.


4 febrero, 2013
Pelota al medio

Una entrevista imperdible. Primera de dos notas con el exitoso entrenador uruguayo. Su vida deportiva, sus comienzos y sus definiciones, justo cuando acaba de cumplir los 60 años.

La mirada atenta en el juego durante uno de los partidos que su equipo actual, Cerro Porteño, disputó en el Campus de Maldonado.

La mansedumbre de la Posta del Lago en este caluroso atardecer de enero, invita al diálogo. Con Jorge Fossati, quién deja caer su larga y delgada figura sobre un mullido sillón mientras prende su infaltable cigarrillo, tengo algo en común que él no conoce. Nacimos el mismo día, aunque su alumbramiento fue tres años después. Transitamos en la adolescencia las mismas calles del barrio La Figurita, Jacinto Vera y las adyacencias del Goes.

Era aquel tiempo lindo donde los botijas soñábamos en blanco y negro, porque el cinemascope y el color aún no habían llegado a las pantallas del “Lutecia”, el “Edison” y el “Ateneo”, los biógrafos de la zona, cuando el video home, DVD y todos estos modernismo de la actualidad ni se le habían ocurrido al mismo Julio Verne.

El flaco siempre tuvo los ojos saltones y buena facha, elementos que agregados a su condición de basquetbolista del Goes, lo convertían en un galán irresistible para las muchachas que suspiraban al verlo pasar…

 GOES, EL BASQUETBOL, EL BARRIO Y LA “VIOLENCIA” DE AQUEL ENTONCES       

-“Tengo recuerdos hermosos de aquel tiempo –explica Fossati mientras una enorme bocanada de humo le pone la escenografía justa a la nostalgia que emerge de sus palabras-. Sensaciones que yo no sé en qué otra actividad se pueden generar. El deporte en así es apasionante. Siempre tomé con la misma pasión el basquetbol y el  fútbol. Y mucho más cuando me ponía la camiseta de mi querido club, el Goes. Pero al basquetbol prácticamente no jugué ya que de muy chico me hicieron profesional en esto del fútbol”.

-Se enfrentaban Goes y Aguada y no pasaba nada…

-Había violencia. Pero diferente. Culminaba el partido y terminábamos todos contra todos a las trompadas. Yo he vivido esa época, de corrernos de un barrio a otro. Pero esa es la gran diferencia con el hoy. En aquel entonces nadie andaba con un revólver. Y si lo tenía era considerado un anormal. Y aquel que andaba con un cuchillo y te amenazaba, era un maula. El tema pasaba por agarrarse a trompadas y no pasaba de eso. Hoy el problema es más profundo. Es de toda la sociedad. No pasa ni por el fútbol, ni por el básquetbol. Quizás en aquellos años era mayor la violencia en el básquetbol que en el fútbol, y por una razón sencilla. La gente se sentía protagonista ya que estaba al lado de la cancha. Yo siempre fui de ir a la cancha a ver a Goes. Y me paso a mí, cuando me hice conocido no podía pelearme, tenía que quedarme a un costado viendo como mis amigos se agarraban a trompadas. Pero te repito había códigos que respetar y todos los respetábamos. Lo cierto es que eso al lado de lo de hoy no era violencia, eso es verdad”.

-¿Te dirigió Bernardo Larre Borges?

-“El gordo fue un monstruo de la dirección técnica del básquetbol. Yo jugué junto a tres de sus hijos: Alvarito, Tideo y Bernardito que es el mayor. Pero no tuve la suerte de que me dirigiera un monstruo como él”.

-¿Cómo llega el fútbol a tu vida?

-“Empiezo en los juveniles de Rampla Jrs. En realidad, como aspirante me llevaron a Nacional. Estuve un tiempito, me quisieron fichar, pero yo vi que había muchos y me fui. Con algunos pibes de esos que estaban compartí, después, la selección juvenil. Por ejemplo con Daniel González, aquel muchacho que falleció en Brasil jugando por Vasco da Gama. Luis Suárez, un puntero derecho… Eduardo Rivera, que era lateral de Rampla, me dice para ir a probarme al club. Voy y me fichan inmediatamente. Llegué con 15 años y estuve hasta los 18, cuando debuto en primera división de la mano de Pepe Sacía, nada menos, y del profe Lagomarsino, que además de ser preparador físico, había  tenido una gran carrera como arquero en Defensor y me enseñó bastante. Ahí tuve como técnicos a monstruos como Hobberg. El Pepe Sacía me hizo debutar en el año 1971, cuando retorné de la selección juvenil. Al año siguiente me fui para Central Español. Estoy todo 1972 y en 1973 paso a Peñarol donde desarrollé la carrera por todos conocida”.

PEÑAROL, LOS MAESTROS, ROQUE MASPOLI Y HUGO BAGNULO

-Ahí, en Peñarol, te encontras con los Corbo, Morena…

-“Llegar a aquel Peñarol era un mundo diferente. En los barrios los botijas nos poníamos la camiseta del club del barrio y la de Peñarol o la de Nacional. Nuestros sueños pasaban por jugar en Primera y si además le agregabas en uno de los dos grandes, era sueño cumplido. Lo máximo. Lo mismo que defender, algún día, a la selección. Pasaba por eso, nada más… llegar a Peñarol en el 73, cuando recién había cumplidlo 20 años, estaba espectacular, era el sueño cumplido”.

-¿Las ilusiones de todos los muchachos que encontraste en Peñarol, pasaban por ganar plata, por jugar en Europa? ¿Existía el impresionante materialismo de hoy que ha envilecido la pasión?

-“No pensábamos en el materialismo porque no existía. Nadie pensaba en ir a jugar a Europa. Eso no pasaba por la mente de nadie. El sueño de todos, era llegar a jugar en Primera. Yo les cuento a los muchachos hoy, que por aquellos años, los clubes del exterior pagaban primas no superiores a 8.000 o 10.000 dólares. Y no porque yo me considerara un jugador barato. Claro que todos queríamos forjarnos un futuro. Era nuestra profesión, pero no soñábamos con lo que hoy puede soñar un jugador de fútbol. Pensar en esto de hoy más que un sueño, hubiera sido una utopía. El normal de los jugadores, terminaba con una casa, un auto y con las puertas abiertas en el club si te había portado bien o con un trabajo que te asegurara el futuro”.

Jorge Fossati y su gesto preciso con la indicación adecuada para la oportunidad.

-Después, cuando avanzan los años y los tiempos, viene el camino de la emigración. Primero Independiente de Avellaneda, Millonarios de Colombia, Green Gross de Temuco, Rosario Central, Mandiyú de Corrientes, Avaí y Coritiba. Un gitano del fútbol. ¿Cuando surge la idea del técnico exitoso de hoy?

-“Desde muy joven. Los que me conocen dicen que de alguna manera tengo espíritu de liderazgo. Y lo tenía de joven. En la cancha lo tenía. Yo creo que como arquero, desde mi punto de vista y sin involucrar a nadie en especial, salvo rarísimas excepciones como alguien que se nos acaba de ir, el Chiquito Mazurkiewicz y algunos poquititos más que eran fenómenos, los demás éramos técnicamente de regular para abajo. Creo que la posición de arquero fue la que más evolucionó en el fútbol porque hoy es en la que más se trabaja específicamente. Hoy un arquero domina el área, juega con los pies y tiene una capacidad física que no teníamos ninguno de nosotros. Por lo cual, también aumenta la técnica a través de que cuenta con entrenadores específicos y les enseñan. Y nosotros prácticamente éramos autodidactas. Te dije recién que tuve la suerte de tener al Bocha Lagomarsino, pero en la función de preparador físico. Pero, como había sido arquero, me decía cosas, me enseñó cosas que no te las enseñaba ningún otro. De cómo poner las manos, de cómo caer, de donde había que salir a achicar, el camino que hay que recorrer… No es salir del arco para adelante. Hay que saber. Y te repito, nosotros éramos de mirar y de deducir como teníamos que atajar. Después tuve la suerte de tener a Don Roque Máspoli, un poquito a Maceiras, hombres que fueron monstruos en la posición de arquero y que también me enseñaron mucho. Volviendo a tu pregunta y me extiendo ya que vos lo podes explicar bien, creo que en los equipos que jugué, me destacaba por la personalidad y el comando. Yo tenía a mi defensa siempre bien ordenado, hablaba, pero no mucho. Hablaba lo que tenía que hablar y era muy atento. Y siempre fui muy atento a la charla de los técnicos, de lo que querían y todo lo que nos enseñaban. Más allá que el técnico le estuviera hablando a un zaguero o a un volante, a un punta, yo siempre escuchaba con mucha atención. Y así, me parece a mí, que me fui forjando como entrenador”.

-Y los modelos. ¿El técnico que más te marcó?

Primer plano para uno de los maestros de Fossati: Roque Gastón Máspoli.

-“Sería irrespetuoso nombrar alguno. Pero de acá, de esta profesión de entrenadores, me marcaron Don Roque Máspoli y Don Hugo Bagnulo. Son técnicos que dejaron escuela. Después, de todos -y no es una frase hecha-, saqué cosas. Sin dudas. Y también hay dentro de mi idea general, aportes de mis pasajes por otros países, sobre todo de Argentina y Brasil. Yo jugué los últimos cuatro años de mi carrera en Brasil, entonces creo que hay influencia de todo lo que fui viendo por ahí. Tuve entrenadores sudamericanos, europeos. Y le como digo los muchachos cuando les hablo, a todos traté de atenderlos, escucharlos y respetarlos. No de decir, este viejo no sabe nada, frase que hoy posiblemente la podes escuchar muy fácilmente de la boca de un joven con respecto a un mayor. Y no estoy hablando de un jugador con respecto a un entrenador, sino de un joven a un mayor. Por eso te digo que la sociedad ha cambiado bastante”.

LA ADMIRACIÓN POR HOLANDA DE 1974, PRECURSORA DEL ACTUAL BARCELONA

 -Como técnico famoso que hoy sos… ¿Qué piensas del fútbol de hoy con relación al del pasado?

-“El fútbol en muchas cosas no cambia. Siempre les digo a los muchachos algo que parecen pelotudeces, pero no lo es. Desde que se inventó el fútbol, el que lo inventó, lo inventó con dos arcos. Uno hay que saberlo defender y el otro saberlo atacar. Y esto es de Perogrullo. Pero es la gran realidad. Y para mi gusto el que haga bien las dos cosas estará más cerca del éxito. Al margen de esto que es la realidad del fútbol, en la última parte del Siglo XX hubo cosas que nos han marcado. La Holanda que vos viste frente a Uruguay en la Copa del Mundo de 1974, fue una Holanda revolucionaria. Demostró, desde mi punto de vista, esencialmente que se iba extinguiendo el futbol posicional, lineal. El fútbol que si vos eras puntero derecho tenías que estar pegando a la raya todo el tiempo, esperando que te tiraran la pelota y ahí empezar a correr contra el lateral izquierdo o derecho, y tirar el centro al medio. Ese fue el quiebre, del fútbol. Ahí se acabó el fútbol posicional. Cuando apareció Holanda en 1974 se terminaron las posiciones fijas en la cancha. Ese fue el gran cambio. Por lo menos es el gran cambio que yo presencié.

El festejo del Barcelona. Para Fossati tiene mucho de aquella Holanda.

Ahora la gente habla del Barcelona. Pero… ¿no te parece que el Barcelona es bastante similar a lo que hacia Holanda? Tal vez pueda tener un poco más de tenencia de balón. Tal vez sea menos vertical que aquella Holanda que iba al ataque. Barcelona es más horizontal en su juego. Barcelona es el mejor ejemplo, el mejor equipo de los últimos tiempos. Yo nunca vi un equipo similar, más allá de tener un respeto por los grandes del fútbol uruguayo que escribieron la gran historia de nuestro fútbol y que no fue por casualidad. Yo vi aquel Peñarol de los sesenta, a Nacional de los setenta y había mucho de táctico. No era solamente la genialidad de Pedro, de Alberto o las cosas endiabladas del Pardo. O del otro lado la capacidad goleadora de Artime, el Negro Cubilla, Maneiro… Había mucho trabajo. Pero me parece que el fútbol va en esa dirección de la eliminación de las posiciones fijas. Y va desde hace rato. Desde la Holanda de 1974. Después están los que se han quedado. A mí me han criticado y vos sabes, ya que a mucha gente le costó salirse, pensando que eran irrespetuosos del pasado y me parece que no tiene nada que ver con ser o no ser respetuoso. Fundamentalmente estoy en total desacuerdo con aquellos que priorizan el sistema, con los que no hay otro forma de jugar que 4-4-2, 4-4-3, 3-5-2 o cualquiera otra sistema. Siempre me acuerdo, un día charlando con Don Hugo Bagnulo, me dijo no hay ninguna idea, buena, ni mala. Son todas respetables. Y vaya si tenía razón. Me parece a mí que yo me anime a salir un poco de los esquemas habituales y de intentar hacer cosas que hacen parte de mi filosofía que me han costado mucha crítica en algunos momentos, pero que después se ha reconocido. Cuando hice jugar a Peñarol con línea de tres, poco menos que me deportan del país, por no afiliarme a la clásica línea de cuatro. Y ahí está el gran cambio, para muchos. Podes tener un volante, dos, cinco, pero no importa, para muchos es ver si estás jugando con línea de tres o cuatro en el fondo.

Mañana, segunda y última nota: su pasaje por la selección de Uruguay y reflexiones sobre el fútbol actual de la celeste.

 


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