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La grandeza de pensar como amateur, aún siendo profesional




Rodrigo Aguirre.


1 julio, 2017
Columnistas

Inimaginable para los pioneros jugadores uruguayos que comenzaron con sus aventuras de emigración, llevando consigo, solo sus ilusiones y sus condiciones que transformarían a Uruguay en un país donde una de las Industrias más poderosas en lo económico; es la venta de sus futbolistas.

Julio Negrón, jugador uruguayo formado en el C.U.R.C.C , se transformó, según el historiador Jorge Gallego, en el primer futbolista celeste en Argentina y en 1897 jugo por el A.C Belgrano; pasando luego al Lobos A.C en 1898-99.

Cuando iniciando en Europa; ese camino el uruguayo Joaquín Mascaró Vaquer en 1903, debutó en el F.C. Barcelona de España en un amistoso frente al Mataroní el 27 de julio de ese año, venciendo el Barca por 8 a 2, era imposible vislumbrar el éxito de su aventura que comenzaría como  una cadena que aun hoy se le siguen poniendo eslabones.

Seguido por Julio Bavastro que desde Paysandú emigra directamente al Milan A.C de Italia en 1910 pasando al Inter  en 1913 hasta 1915, donde ese año se alista en el ejército  italiano en la primera guerra mundial y fallece como Teniente el 23 de agosto de 1916, defendiendo a su país adoptivo.

Un año después (1911) de Bavastro; Ceferino Camacho va al Berliner T.U. F.C Viktoria de Alemania. Por razones laborales va a trabajar por el lazo que tenía  el C.U.R.C.C (su club aquí)  con el ferrocarril de Uruguay; y aprovecha su estadía  jugando en el equipo teutón, volviendo ya unos años después a su equipo de origen, ya como Peñarol.

Todos ellos en un amateurismo pleno, con nítido amor a la enseña que defendían.

Cuando el que pasó a la historia como el mejor jugador del mundo; el uruguayo Héctor Scarone, pasa del Club  Nacional de futbol   a Barcelona F.C en 1926, ya se codea con un profesionalismo no conocido en nuestros lares.

Su sentir prima y ante la inminencia de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam (1928), “Rasqueta” (su apodo); decide dejar el dinero de lado y si poder estar a la orden para jugar por la celeste en el amateurismo que nos caracterizaba, en dicho evento mundial. No renueva su contrato, a pesar de cifras más que tentadoras para la época, para venir a su Nacional del alma, por el solo hecho de defender la blusa alba.

Retornó a Nacional y  al jugar con los olímpicos, dejo otra frase para la memoria celeste en la final con Argentina cuando Rene “Tito” Borja sentencia el “Tuya Héctor” para que Scarone nos diera el triunfo olímpico.

En la otra “punta” de esos años, está el hoy, con el profesionalismo a “toda orquesta”.

Grandes cifras de dinero son puestas sobre las mesas de negociación.

Rodrigo Aguirre.

Escuchando un programa radial, sobre el tema del momento en lo local, y la dilucidación de si Rodrigo Aguirre queda en Nacional o no, por estar a préstamo de Udinese de Italia, y este es el que decide; en un momento de la discusión radial se escucha ………….

”lo que hay que entender que esto es un negocio”.

Con los respetos que merece esa opinión, estoy totalmente en desacuerdo. Lo que siento que esto es un deporte que se transformó en negocio, donde el artista JAMAS lo toma como negocio; porque sinó muere el futbolista.

El negocio evidentemente es para otros, porque de lo contrario si fuera negocio el futbolista; el entrenador, cobrarían todos los meses.

La pureza de los protagonistas en ese aspecto no se debería ni discutir, porque la realidad “rompe los ojos”.

Desde el primero de los futbolistas uruguayos que emigraron hasta el último de estos tiempos, sumándole TODOS los que juegan en nuestra tierra tienen erradicado el sentir de que la carrera de futbolista o de entrenador es un negocio; porque cuando en un negocio los números son rojos, cerras y o cambias de rubro o abrís en otro lado.

Ninguna de las dos opciones son manejadas, se sigue en la tozudez del amor por lo que se hace, trasladándose aquel sentimiento amateur que invadió a los pioneros.

Este sentimiento ha hecho grande a nuestro país.

Razón por la cual muchos desde el extranjero no encuentran una razón lógica ni científica a nuestro fútbol.

Pero el fútbol no es un negocio, es una marca registrada en Uruguay, de amor por lo que se hace.