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La vida de Tito Gonçalvez (Nota 12)




La fotografía captada en la noche del 31 de marzo de 1965, en el estadio Monumental de River Plate de Buenos Aires, es un símbolo de la admiración que Gonçalvez tenía por Pelé. El partido correspondió a las semifinales de la Copa Libertadores. Ganó 2:1 Peñarol en tiempo suplementario. En la imagen se observa un centro que llegó al área de Peñarol. Gonçalvez saltó delante de Pelé. La pelota lo sobrepasó. Van en busca de ellas Luis Varela y Pelé. El No. 10 del Santos tiene los ojos abiertos, observando la trayectoria del esférico.


13 enero, 2017
Habla la historia Pelota al medio

La fotografía captada en la noche del 31 de marzo de 1965, en el estadio Monumental de River Plate de Buenos Aires, es un símbolo de la admiración que Gonçalvez tenía por Pelé. El partido correspondió a las semifinales de la Copa Libertadores. Ganó 2:1 Peñarol en tiempo suplementario. En la imagen se observa un centro que llegó al área de Peñarol. Gonçalvez saltó delante de Pelé. La pelota lo sobrepasó. Van en busca de ellas Luis Varela y Pelé. El No. 10 del Santos tiene los ojos abiertos, observando la trayectoria del esférico.

La fotografía captada en la noche del 31 de marzo de 1965, en el estadio Monumental de River Plate de Buenos Aires, es un símbolo de la admiración que Gonçalvez tenía por Pelé. El partido correspondió a las semifinales de la Copa Libertadores. Ganó 2:1 Peñarol en tiempo suplementario. En la imagen se observa un centro que llegó al área de Peñarol. Gonçalvez saltó delante de Pelé. La pelota lo sobrepasó. Van en busca de ellas Luis Varela y Pelé. El No. 10 del Santos tiene los ojos abiertos, observando la trayectoria del esférico.

Por Atilio Garrido

Casi inmediatamente después de la eliminación de Peñarol de la Copa Libertadores, en mayo arrancó una nueva etapa de selección que debía culminar en las eliminatorias, al año siguiente, para la Copa del Mundo de México 1970. Una vez más como director técnico de la celeste, Juan Carlos Corazo inició el camino. Exhibía los pergaminos de su última actuación. Nada menos que Campeón de América. Es necesario dejar aclarado, especialmente para los jóvenes, que en aquel tiempo no existían los, actualmente famosos “procesos de selección”. El entrenador de Uruguay era contratado puntualmente para la actividad que tenía que enfrentar inmediatamente. En este caso una gira que arrancó por México a fines de mayo de 1968, continuó por Asunción y finalizó en Buenos Aires en la primera semana de junio.

LA FRACTURA DE LITO SILVA EN ASUNCIÓN

Allí estaba el Tito Gonçalvez. La nostalgia lleva, incuestionablemente a la “guerra de Asunción” que  dejó el saldo y el recuerdo de la tremenda fractura que le provocaron los guaraníes a Héctor Silva…

-“Siga, siga, cuente Vd. ya que sabe…”

-Pero yo no estaba ahí. Yo tengo el recuerdo de aquel tiempo y los estudios posteriores.

-“Aquello fue tremendo. ¿Sabe una cosa? Yo creo que me ayudó Dios porque nunca tuve lesiones feas, ni extensas. Salvo aquella de 1961 que me dejó fuera de la final ante Palmeiras. Pero no fue fractura, ni nada de esas cosas que son complicados. Siempre fui un roble, gracias a Dios. Porque, no se lo dije, pero mire que creo en Dios, aunque no soy de ir a la iglesia. Aquel partido fue igual a todos los que jugué ante los paraguayos. Ya venía la pica de la eliminatoria de 1957 cuando nos dejaron afuera del mundial con una goleada. La revancha de esa eliminatoria en el estadio Centenario fue muy dura. Ellos fracturaron al bakc nuestro, a Carcajada Correa. Después los partidos con Olimpia en 1960 y 1961. Y después estos partidos que eran por la Copa Artigas. En aquel tiempo se jugaba disputaba otra copa con Chile y con los argentinos las famosas Lipton y Newton que venían de principios de siglo. El partido fue a muerte. Puerto Sajonia había mejorado. Tenía tribunas. Empatábamos sin goles. En pelota disputada el paraguayo fue con todo, el Lito cayó y la pierna partida le quedó adentro de la media. ¡Tremendo! Nos enfurecimos y se armó una pelea de aquellas. Fuimos todos en busca del que lo había quebrado. Se terminó el partido. Nos fuimos de la cancha”.

EN 1968 EL ÚLTIMO TÍTULO DE CAMPEÓN URUGUAYO

Este año se cerró con otro título de campeón uruguayo. El noveno para el Tito Gonçalvez. Será, también, el último conquistado.

-“No sabía que iba a ser el último, porque me parecía que tenía rollo para un rato más. En realidad lo tuve porque jugué dos años más. Este año Peñarol trajo a Polo Carrera. Nos dirigía el Mayor Milans, el mismo de la selección de 1965. Con el ecuatoriano Carrera los dirigentes quisieron repetir lo acontecido con Spencer. Pero Alberto era, fue y será único… ¡Por eso sigue siendo hasta hoy el más grande goleador de la Libertadores! A mí me da bronca que los periodistas nuestros no digan, cada vez que empieza la Copa o cuando hablan del goleador, que el récord lo sigue teniendo Alberto. Porque decir eso, afirmarlo siempre, es algo que nos mantiene vivo a los uruguayos y al mismo Alberto, que se lo merece.,  Además sirva para que a los hinchas de otros países paren la oreja. Sí, señor, me da rabia que esto no ocurre. Aunque sea en honor a la memoria de Alberto que fue grande de verdad”.

Lenta e inexorablemente, como la vida misma del Tito que se apagó el 29 de diciembre pasado, el relato cronológico nos lleva a su primera muerte. La del jugador. El difícil momento de decir adiós…

-“A partir de 1969 las cosas fueron más peleadas. ¿Por qué? Porque varios de nosotros ya empezábamos a sentir los años de traqueteo incesante y, además, el rival también juega. Y los socios de Nacional eligieron presidente a Miguel Restuccia, que llegó dispuesto a romper todo. En la Junta Dirigente y la chanchita, para armar un gran equipo como el nuestro y dar batalla con los dirigentes en la Asociación y a nivel internacional en la Confederación. También aumentaron las competencias porque la gente quería espectáculos de primera categoría. Y acá, un empresario chileno armó la Copa Montevideo, un torneo que se había disputado a comienzos de los años cincuenta, que yo recuerdo porque escuchaba los relatos por la radio. Era un hexagonal donde jugaban equipos de primera línea. Así al pasar, me acuerdo de Corinthians, San Lorenzo de Almagro, Estrella Roja de Belgrado, Torpedo de Moscú, Velez Sarfield que tenía a Willington un cordobés que llevaba la pelota atada al pie, y…¡yo que sé, eran todos muy buenos además de Peñarol y Nacional! Doble jornadas en enero, el Estadio Centenario siempre lleno. Aquello era una fiesta. Y en el clásico explotaba todo…”

MASPOLI, EL PULPA ETCHAMENDI, PELÉ Y COUTINHO

-Sí, explotaba todo y todos. Tanto que uno de ellos, en el verano de 1971, al terminar el partido con la victoria de Peñarol se agarraron a trompadas los entrenadores, el Pulpa Etchamendi y Máspoli…

-“Ja, ja… Sí, como me voy a olvidar. ¿Había que pegarle a Roque que era más bueno que el pan. ¡Aunque vio que ahora la gente no come pan porque dicen que es malo y engorda! ¡Y pa’colmo ya no hay más pan de aquellos de panadería. Ahora vienen congelados. ¡Hágame el favor con el modernismo! Vd. no sabe lo que come”.

-También en ese año 1969 comienza la Supercopa de Campeones del Mundo, zona sudamericana, un buen invento de los dirigentes para potenciar el fútbol internacional. En Europa se disputaba otra similar y los campeones de ambos continentes jugaban la final.

-“Me acuerdo, no puedo olvidarme. Al final de este año 1969 la ganamos nosotros en La Plata ante Estudiantes. Retornamos campeones… A propósito de este torneo, fue la última vez que enfrenté a Pelé, que acá en el Estadio Centenario le ganamos, pero él marcó el gol 1001. Venía de convertir el 1000 en Maracaná. Lo habían armado para que fuera ahí, no lo dude… Bueno, yo creo que Alberto (Spencer) fue de los más grandes del mundo. Y Pelé debe de hacer estado un poquito más arriba. Nunca me olvidaré del gol que nos hizo en Buenos Aires, en 1965, en el partido donde debuta el Chiquito (Mazurkiewicz). Ese gol sólo lo hace un fuera de serie. Fue contra el arco del Río de la Plata. La tribuna no estaba cerrada como ahora. Era una sola bandeja. Vino el centro desde la izquierda y yo salté delante de él. La pelota me sobró y Pelé, que estaba detrás de mí, tuvo reflejos para dar un paso atrás, dormirla en el pecho y tomarla de boleo. Cualquier otro jugador, cuando estábamos pegados para saltar, trata de empujar al que se eleva con él, o sea a mí. O se sorprende cuando ve la pelota encima y no atina a hacer nada. No. Pelé dio el paso atrás, la esperó, dio un saltito, la mató en el pecho y cuando bajó sacó un tiro tremendo. Tan fuerte que la pelota pegó en la red y salió para la cancha”.

-Pelé y Coutinho que dupla excepcional, ¿no?

-“Los dos en el área eran cosa muy seria. No se sabía a quién marcar. Jugaban como al básquetbol y a toda velocidad. Pim, pum, pam… Impresionante. Si Coutinho no hubiera sido tan gordo y se hubiera cuidado, sería un fenómeno tan excepcional como Pelé. Aunque hubo una diferencia entre los dos. Pelé era un caballero, no decía nada y cuando iba a la pelota –eso sí- iba con todo y si te podía quebrar te quebrara. Pero ni una palabra. Daba y aguantaba. El gordo era diferente. Boquillaba. En aquel partido de la Libertadores del que hablamos, que terminó amistoso porque si no, nos mataban a todos, antes de empezar lo primero que nos dijo fue: ‘Acá no se hagan los vivos porque somos locatarios’. Y en el primer partido, en el Estadio Centenario, era el primero en correr a levantar a los jugadores de Peñarol cuando se caían”.

 

 

 


Etiquetas: Néstor Goncalvez