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Ha nacido una nueva esperanza




El veenzolano Salomón Rondón intenta dominar el balón, ante la presión de Matías Vecino, de gran partido.


5 octubre, 2017
Sin Categoría

El venezolano Salomón Rondón intenta dominar el balón, ante la presión de Matías Vecino, de gran partido.

Escribe Atilio Garrido / Fotografía Fernando González (enviados especiales a San Cristóbal, Venezuela).

Como lo pregonamos en los comentarios durante los días previos lo más importante para Uruguay en su cotejo ante Venezuela, era el mantenimiento del cero en su arco. Ese objetivo se cumplió ante un rival que fue disminuido por la actuación de Uruguay mediante un desarrollo inteligente del juego. El equipo de Tabárez nunca se regaló atrás, mantuvo siempre una preocupación por no cometer errores defensivos y se las ingenió para impedir que los fuertes Rondón y Córdova crearan peligro.

Si se repasan las acciones de riesgo que creó Venezuela las mismas llegaron por remates desde fuera del área. Una en cada tiempo. Antes y después el equipo local no tuvo situaciones donde un atacante quedara destapado cara a cara con el golero oriental.

En consecuencia la primera conclusión para aquellos –entre los que mi incluyo- que somos “resultadistas”, es ratificar que se cumplió el objetivo de mantener el cero en el arco propio y lograr un punto a mi juicio decisivo para proclamar que Uruguay está clasificado para Rusia 2018.

Al margen de lo señalado precedentemente y dejando constancia que los celestes estuvieron más cerca de la victoria que su rival, la otra conclusión que se extrae del juego observado, genera una ilusión. Una esperanza. Una posibilidad de que de una buena vez el equipo uruguayo funcione como tal y de forma que permita que Suárez y Cavani rindan al nivel que exhiben cada fin de semana en el Barcelona y el París Saint Germain.

¿Qué origina en mi mente esta ilusión? La decisión del técnico Tabárez de reunir en la cancha a jugadores de la misma sintonía futbolística que desde el medio campo hacia adelante intenten “otra cosa” diferente que la apuesta que se ha venido haciendo de lanzar pelotazos para que Cavani y Suárez se las arreglen como puedan.

El ingreso de Rodrigo Bentancur para complementar los excelentes trabajos de Federico Valverde y Matías Vecino, ilusiona con la posibilidad de que, una vez concretada la clasificación para Rusia 2018, la selección celeste busque reeditar la actuación de Sudáfrica 2010 con un planteamiento que mantenga la clásica capacidad de marcación defensiva de los orientales, y recupere el viejo estilo nacido desde 1917 en adelante, definido por el recordado Vasco Cea –uno de sus protagonistas- como el de “cortita y al pie”. Dispositivo de jugo que no es el tiki-tiki de la escuela de la Macía catalana. Es un estilo propio que nació allá lejos en el fútbol uruguayo, caracterizado por la fortaleza férrea de la marcación en la defensa y el fútbol de alto nivel generado desde el medio campo hacia adelante, por jugadores que además de marcar manejaban la pelota como malabaristas.

El futuro surge promisorio luego de lo observado esta noche a partir de las confirmaciones de Federico Valverde y Matías Vecino y el ingreso de Rodrigo Bentancur. Desde que el joven jugador de la Juventus ingresó al campo, sumado a lo que venían realizando Federico Valverde y Matías Vecino, los celestes desplegaron un juego que concluyó con varias situaciones de gol creadas, que hubieran merecido que el triunfo viajara esta noche con la delegación celeste junto a la clasificación para Rusia 2018 que –insisto- está asegurada. Si a esto agregamos alguna pincelada poética de Giorgian De Arrasceta, queda como último conclusión el nacimiento de una esperanza venturosa.

Esta sonrisa que genera el lanzamiento al primer plano de los botijas, apoyados por la experiencia de jugadores como Godín, Cáceres y, obviamente, de la dupla mortal de Cavani y Suárez, alienta sueños de un futuro esperanzador.


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