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LOS OROS DE JULIO GONZALEZ MONTEMURRRO




Julio César González Montemurro.


9 abril, 2018
Columnistas

Como tantos uruguayos (jugadores, entrenadores, preparadores físicos, incluyendo también masajistas) donde se animan a enfrentar “molinos de viento” como el Quijote de la Mancha, y se van en busca de la aventura que haga llevar su profesión a cuestas, han partido muchos compatriotas a lo largo del siglo pasado y de este, al extranjero. Países y lugares lejanos, hasta exóticos, han tenido que entregarle la gloria personal que ellos les dieron  de triunfos con equipos, selecciones, o en lo personal dentro de cualquiera de las profesiones escritas a uruguayos, que pusieron y ponen la bandera de Uruguay en podios mayores. Reconocidos y admirados los “charrúas” han sido embajadores exitosos; donde muchos de ellos no tuvieron la difusión hasta la aparición de nuestros trabajos, que nos llevaron 25 o 30 años de investigarlos y se plasmaron en libros (4) y que el único fin era HOMENAJEAR Y RECONOCER a quienes nunca dejaron de ser uruguayos y donde solo los de “elite”   estaban en las noticias o marquesinas. Hubo y hay centenares de compatriotas que merecen mucho más de lo que han recibido.

Mi profesión me ha hecho viajar y sentir la admiración por lo uruguayo, de parte de los extranjeros hacia los nacidos en esta tierra; de cómo somos, de cómo sentimos, de cómo nos entregamos a la causa, de la entereza, de cómo ganamos, aun en los lugares más recónditos.

Sentí lo que sienten o sintieron en los momentos de gloria, y la necesidad de que el receptor de esa gloria que conquistan la comparta el país, porque su familia es la primera en sentirse orgullosa, y el país muchas veces ni se enteró.

Julio César González Montemurro.

Uno de ellos es Julio González Montemurro. Un referente total en centro América.

Hizo su carrera de futbolista, donde en sus inicios la aurinegra de Peñarol fue la que defendió desde juveniles a primera. Luego diferentes clubes uruguayos lo vieron  “debajo de los caños” (en aquel momento; “palos”). Hasta que se retiró e integro cuerpo técnico, ya como entrenador, de Gregorio Pérez. Participó luego en cuerpo técnico de Washington Tabárez para el mundial de 1990. Hasta volar por su cuenta.

En Uruguay estuvo al frente de Huracan Buceo (89) y Basañez (91).

Partió en 1990 en busca de horizontes nuevos.

Y la peleó a brazo partido, en soledad, en busca de gloria y el nombre que le diera la estabilidad.

Recogió lo que mereció su tarea y dedicación; fue y es un ganador empedernido. Dirigió en Uruguay, México, Honduras, Guatemala y Colombia.

En ese año 90 se había ido  a Honduras y nada más ni nada menos que dirigiendo a Olimpia de la ciudad de Tegucigalpa es campeón de Centro América en el Torneo de campeones y vices de la zona (Torneo de la U.N.C.A.F).

Inmediatamente vuelve a Uruguay. Porque eso es lo que sentís una vez que pusiste el nombre de tu país en un podio de oro. Quieres volver y ser reconocido e iniciar el camino. Volvió y estuvo al frente de los “sangre y luto”, para ya encaminar hacia su futuro como entrenador, volviendo a Honduras y tomando un equipo menor. Lo hizo protagonista y lo llevo al vice campeonato, el Petrotela (92-93). Esa actuación lo catapulta a la selección “catracha” (93), y ya toma dimensiones su nombre de referente.

Pasó a otro club donde hace historia; el Victoria (94-96) de la ciudad de la Ceiba y lo hace campeón por única vez en la vida de ese club (1994-95). Ya todo lo que toca es oro.

Esa gloria lo lleva a México y dirige al Puebla (97-98), retornando al club que lo catapultó en la zona; Olimpia, y lo hace campeón de Liga, de Copa, de Centro América nuevamente (U.N.C.A.F), de la Super Copa hondureña; en fin una gloria permanente.

Luego de ese baño de oro dirige a otro grande de Honduras (en ese país son 4, Olimpia, Motagua, Real España y Marathon), el Motagua.

Tiene en su haber glorias que el alcanzó pero que siempre estaban ligadas al sentimiento de su patria, que fuera la receptora de esa conquista.

Los que andamos en la vuelta lo valoramos, está en 3 de mis 4 libros como ganador empedernido.

Tras las glorias, vuelve a Uruguay con la ilusión de dirigir acá, su patria. Le valió de poco tener solo primeros lugares. Vuelve a centro América, pero en diferente país, Guatemala. Y comienza a lograr oros allá también.

Primero con un equipo pequeño pero grande en lo deportivo, hoy desaparecido, Jalapa;  y lo hace campeón de Torneo de Copa (2006) y de Liga (2007). Imborrable para los jalapanecos.

Y se marcha a Comunicaciones, uno de los grandes de Guatemala, donde lo hace campeón de Liga y Copa (2008-09).

Dirigió equipos menores y fue campeón, dirigió equipos grandes y fue campeón, dirigió en diferentes países y fue campeón, dirigió selección extranjera.

¿Que más te podemos pedir que hagas por Uruguay?

Nosotros sabemos lo que es dirigir en el exterior, sobre todo cuando no es Europa  y las cosas que pasan…… y  ahí es difícil; donde hemos pisado.  Pero ahí está algo que es el reconocimiento, aunque  sabemos que no se vive del reconocimiento; pero el alma suspira de alegría.

Así como otros olvidados que están cubiertos de oro deportivo, te brindo mi homenaje; ¡¡salud Julio!! Nos has representado con honores, sabiendo todos que hay muchos más compatriotas, y así como he escrito de otros y lo seguiré haciendo, porque sé el sentir de todos; vos fuiste uno de los principales que me impulsaron a escribir los  libros de tantos y tantos entrenadores campeones en el mundo; ¿te acuerdas?

Ahora como Director deportivo del club Comunicaciones de Guatemala seguís aportando toda tu experiencia en beneficio de quienes te reconocen, siendo esto un halago a tu trayectoria colmada de “oros”.

Hasta pronto; amigo campeón empedernido, y embajador de tu país en fútbol.