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Un “Maño” uruguayo





12 enero, 2017
Columnistas

Maño es como se identifica a los habitantes de Aragón-España.

En el fútbol lo principal y más representativo como embajador de nuestro país es sin dudarlo, el jugador, no deben existir  dos opiniones.

He repetido muchas veces que los entrenadores somos también jugadores………más viejos.

Y aunque no tengan un pasado profesional como jugadores, otros colegas también como todos en Uruguay  han corrido detrás de una pelota, así que todos estamos de acuerdo en que el fútbol ha sido un pasaje inevitable, por sentimiento, desde la niñez, donde después se bifurca en diferentes caminos donde el entrenador es el que más se ejerce; y la de Profesor de Educación física acompaña a esa prolongación de pegarle a la pelota, masajistas, cancheros, medicina deportiva, sicólogos, dirigentes, comentaristas, y hasta curas  (para dar ejemplo del arraigo del fútbol; en el extranjero el padre Bazurko en Ecuador y en nuestro país, el querido  Padre Ernesto Popelka). Todos pasaron por una cancha, por algún empedrado, asfalto, patio de escuela, es decir que el país es futbolero mil por mil.

Este deporte es un gran embajador de nuestro país, y el que está en el extranjero, siempre sueña con el reconocimiento y mucho más el que toma la opción de vida de quedarse fuera de nuestra patria. Con la intención y sobre todo con el sentimiento de sentir lo que se siente, cuando se sale campeón, como me ha ocurrido  y se representa al país; fue que escribí mis 3 libros. Y no solo los que salen campeones porque todos son uruguayos que tomaron esa opción, y el desarraigo no existe en esta raza charrúa.

Nuestro país, por haberlo vivido, está presente en el país que sea, y el fútbol es el motivo de esa vigencia.

Y los embajadores, en la rama que me pertenece, son los entrenadores, bregando siempre en que los futbolistas tienen el 1.

Hay cientos de entrenadores uruguayos en el exterior, y para mí, por sentimiento, todos nos representan.ruiz-anibal

Pero hay uno, del cual me voy a ocupar en esta nota;  y de la misma manera que me he ocupado de otros en anteriores más de los  que escribiré en un futuro, donde el avión lo ha frecuentado más que el automóvil (una frase exagerada pero grafica, al estilo de las que decía mi padre “el negro” Julio Cesar Longo).

Aníbal “Maño” Ruiz hoy se encuentra en México como Asistente Técnico del paraguayo Saturnino Cardozo, donde su último  equipo es Jaguares de Chiapas luego de su pasaje por el Toluca, país que lo ha cobijado en infinidad de veces (Necaxa, Tecos, Veracruz (en 2 oportunidades), Puebla, León).

Ha tenido y paseado la bandera de Uruguay  en 8 países como entrenador  (Paraguay-Colombia-Uruguay-México-Ecuador-Perú-Guatemala-El Salvador) al frente de equipos y selecciones; ya que dirigió 2; como la de El Salvador y la de Paraguay; esta nada más ni nada menos que en un mundial, donde cada vez que la TV lo  enfocaba  estaba su nombre, el país y la bandera de Uruguay por ser su país de origen.

Fue entrenador alterno de una verdadera gloria de nuestro país como Luis Cubilla, un fenómeno y sinónimo del éxito, donde le agrega otro país (Argentina con Newell´s Old Boys)  a sus representaciones de la estirpe del entrenador uruguayo.

Fue campeón con Olimpia de Paraguay y con Universidad  San Martin de Porres en Perú, como entrenador.

Un jugador de larga trayectoria (1962 en Cerro-1976 en Miramar, todavía no fusionado). Donde él a los países que representó como entrenador le agrega, además de jugar en Uruguay, sumó  2 países más; Venezuela (Deportivo Anzoategui) y Costa Rica (Ramonense).

Tuvo un pasaje, donde lo recuerdo perfectamente por ser el equipo de mis amores; Sud América de 1964-66. Donde además de mi memoria aun conservo recortes de diario de un gol a Fénix en Parque Capurro, que creo que ni el querido Maño lo debe de tener.

Si sumamos, nos da 11 países donde cargó  la bandera de la patria.

Una trayectoria brillante de una persona, que prestigia no solo al padrón de A.U.D.E.F sino también al fútbol uruguayo, y por consiguiente a Uruguay.

Un embajador exitoso, que jamás se desarraigó, como manda la historia de jugadores y entrenadores orientales.


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