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..Y se vino el Torneo en Calcuta. (Segunda Parte)





19 diciembre, 2017
Columnistas

Hebert Revetria. Columnista

Comenzó el torneo y ganamos con facilidad el primer partido ante un equipo Hindú, próximo partido un equipo africano, entre sus filas se destacaba un número 9, enorme, más malo que un ají mexicano.

A mediados del segundo tiempo íbamos ganando, pero el delantero antes mencionado nos barría como muñecos, golpeando a todo lo que se acercaba.

Hasta que se armó; yo lo estaba midiendo para pegarle, no sin antes tomar mis precauciones, era la Torre Eiffel contra los enanitos de Blanca Nieves.

De pronto se me dio el momento, dos o tres jugadores de Peñarol colgados de sus brazos, Juan Tejera que estaba también con Fénix entró al campo a defendernos, ahí estaba la garra charrúa,  salté de frente a él con ambas piernas estilo karate, 12 tapones en plena barriga, pensé “es boleta” mientras atestaba el golpe maestro. 

Recorte del diario hindú. Foto del momento previo a la definición del partido.

Caía de espaldas pero pensando ver caer también a mi rival de turno, inmóvil, parado ante mí, pronto para devolverme la gentileza, antes de caer ya estaba girando para poder correr, cuando siento terrible patada en mis glúteos, me acordé de la frase, “huir no es cobardía, sino sabiduría”. Nunca antes esa frase me cayó tan bien para mi orgullo.

El Presidente de la Federación de Calcuta me hace entrega; como Capitán de Peñarol el trofeo de Campeón del Torneo.

Resumiendo, llegamos a la final ante un equipo Ruso, ya habíamos perdido 3 a 0 en semifinales ante ellos, pero nuestro técnico Luis Prais junto con el Profesor Ortega nos habían reservado para la lucha final.

Aplicamos la famosa táctica murciélago, éramos 11 jugadores dentro del área grande,  Robert Siboldi nuestro golero, fue Superman, volaba de palo a palo, salía a cortar centros, Héctor Correa y Gerardo Pilas, bastiones en el área chica.

Cuando podíamos, salíamos como flechas envenenadas hacia el arco rival, el “Pollo” Vidal,  que recién aparecía en el plantel superior, con espacios para correr era lanzado por los volantes, Luis Güelmo y Carlos Sánchez, haciendo trabajar mucho la defensa rusa, principalmente al zaguero que era su capitán y figura. 

30′ del segundo tiempo más o menos, sacamos con la mano rápidamente por el sector izquierdo de nuestro ataque siendo yo el receptor.

Me di vuelta mirando a quien se la podía pasar, estaba más solo que Robinson Crusoe (sin Viernes), no tenía muchas opciones, encaré contra la KGB, con mis últimas fuerzas, amagué hacia la izquierda (como la canción  del Sabalero) y fui por la derecha.

Agazapado el golero y prontos los de URSS para sacarme el balón y yo pensando qué hacer.

Son segundos, el billar, el efecto con precisión, la cantina de Fray Bentos, así que pie derecho borde interno y que la bola tomara bien el recorrido del pie. 

No lo podía creer, vi al grandote del golero estirarse, (me la toca pensé), no llego, ¿se me va afuera? Ay!! De pronto, pega en el palo y entra, miré otra vez porque me faltaba lo más lindo que golpeara la red.

Terminó el partido, el mejor jugador del torneo me saluda y como nos entendíamos por señas, abre sus brazos y manos que entendí enseguida.. ¡que c…!.

Estadio de Calcuta de India.