Enzo Borges, iluminado y decisivo. El goleador del norte no perdonó y, en veinte minutos, se despachó con cuatro goles.

Arranque a pedir de boca para la visita, que dominaba balón y trámite y se puso dos tantos arriba en el tanteador, producto de las conquistas de Agustín Ocampo y de Juan Ignacio Ramírez. Jugaba bien, claro está, del medio hacia adelante.

Atrás fue un espanto el negriazul: un error tras otro, propio de futbolistas amateurs. Todo lo bueno que hacían los delanteros, los defensas se encargaban de tirarlo por el piso.

Y el dueño de casa, sin ser nada del otro mundo, apostando a Enzo Borges, filtrándole pelotas entre los estáticos zagueros contrarios, comenzó la remontada. A los 20’, a los 37’, 39’ y 40’, el goleador dejó su marca en la red y, de un merecido 0:2 en contra, hizo que su equipo pasara a un inesperado y celebrado 4:2 a favor.

En el complemento, Danielo Núñez retrasó líneas, apostó a la contención en defensa y cediéndole balón y dominio territorial al negriazul, que consiguió el tanto del descuento –por intermedio de Agustín Ocampo-, aunque nunca puso en peligro la victoria local.

El arachán lo dio vuelta y sumó tres puntos, obra y gracia exclusiva de un inspirado y matador Enzo Borges, cuya estela inspirada permanece.