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De goleador a goleador

Wilfredo y Federico Ruiz, padre e hijo con el deporte en la sangre.




Federico y Wilfredo Ruiz, hijo y padre, unidos por la pasión al deporte.


1 marzo, 2025
Básquetbol Primera Progreso

Wilfredo Ruiz, es el máximo goleador del básquetbol uruguayo. Crack con todas las letras. Su hijo Federico, se inclinó por el fútbol y es figura de la Tercera división de Progreso.

 

“Fefo”, basta nombrarlo con su sobrenombre, para saber de quién se trata. Debutó a los 16 años en la máxima categoría de su querido Welcome y no dejó aro sin embocar. Deslumbró en Aguada, Neptuno, en Argentina, en Brasil, en México y hasta el día de hoy ostenta el récord nacional de puntos obtenidos en un partido, 84. Y el máximo registro de puntos en una temporada, promediando 50,7 por encuentro. Han pasado ya cuarenta y dos años y ambas marcas se mantienen imbatibles. Y eso que en el Federal de 1983, aún no existía el tiro de tres puntos.

 

Fue campeón sudamericano en 1981, mundialista en España 1982 y olímpico en Los Ángeles 1984, integrando en la posición de alero, el quinteto titular de la selección uruguaya. Y como si fuera poco, se consagró máximo goleador del mundo en suelo europeo y también del continente, en el campeonato disputado en nuestra capital. Gloria celeste y del baloncesto nacional.

 

Sin dudas al escribirlo, en la actualidad, brillaría con luz propia en la NBA, a la par de los grandes “monstruos”. Un fuera de serie.

 

Continúa ligado a la “W”, que bajo su presidencia retornó al círculo de privilegio y por supuesto acompaña la carrera de su hijo, siguiéndolo por todas las canchas del fútbol uruguayo.

 

“FEDERICO ES UN TÍPICO 9”

 

Federico Ruiz Lavecchia, es oriundo de Salto. Nació el 6 de enero de 2004. Y como la mayoría de los chicos de aquel departamento, sueña con emular las grandes campañas de sus coterráneos Luis Suárez y Edinson Cavani. Incluso, a sus amigos les confesó que su gran ídolo y espejo en el fútbol es el popular Edi.

 

De pequeño eligió la pelota con rombos hexagonales por sobre la naranja, pese a que llegó a practicar básquetbol en los pre-minis de Universitario. Precisamente el club, en el que su padre se despidió de la actividad.   

 

Pero fue el fútbol el que lo atrapó y a los 7 años comenzó a jugar en las categorías del baby de Remeros de Salto. Pasó a filas de Universitario y a los 16 años con la valija cargada de sueños se trasladó a la capital para probar suerte en Boston River. Sin descuidar sus estudios secundarios, que los cumplió a raja tabla en el instituto Crandon.

 

En el Sastre, se incorporó a la divisional sub 16 y tras militar en sub 17 y en sub 19, le puso punto final a su ciclo en la institución. Pasó a Progreso, en enero de 2024 y se incorporó a la Tercera división. Rápidamente se distinguió por ser un delantero potente, de buen juego aéreo (mide 1.80 mts.), con un salto típico de basquetbolista, valiéndose del doble ritmo y sobre todo con gol. Convirtió ocho tantos en el último Campeonato Uruguayo de la categoría.

 

Carlos Canobbio, le “echó” el ojo y lo ascendió al plantel principal, en los últimos meses del año pasado. Javier Méndez, el actual entrenador, lo confirmó en el primero, incluso ya firmó su primer contrato de profesional.

 

Hoy se pone a punto en lo físico y futbolístico, tras superar una rebelde lesión, a la espera del debut oficial en el equipo del Gaucho del Pantanoso. Eso sí, nunca dejó los estudios y actualmente cursa la carrera de psicología en la Universidad Católica.

 

Juan Ahuntchain, es un entrenador multilaureado, campeón uruguayo al mando de Defensor Sporting en 1991 y técnico de la selección uruguaya en la Copa América de Bolivia 1997.  En 2013, se decidió por cambiar el chip y pasó a ejercer el cargo de coordinador de Divisiones formativas. Convirtiéndose en todo un referente de la profesión. A los 73 años de edad, es sin ningún tipo de dudas, el principal scouting de nuestro país. Posee un ojo clínico avezado para detectar a futuros cracks. Hoy cumple funciones en Boston River, club al que incorporó desde su Salto natal a Federico. En definitiva, fue quien le abrió las puertas del fútbol grande y así lo define: “es un típico 9. Es un delantero que nunca te va a dejar a pie. De fuerte físico, buen juego aéreo, generoso en el esfuerzo, no de pelota por pérdida, pica a todas. Lo que le permite, de tanto ir e ir, generar repetidas opciones de gol.  Se encuentra atravesando una etapa de crecimiento, ya que no realizó todo el proceso de juveniles. Por lo tanto, necesita seguir evolucionado, sobre todo en aspectos técnicos. Por ejemplo, cuando consiga la necesaria tranquilidad dentro del área, va a convertir en gol por lo menos dos o tres de las cuatro o cinco que genera por partido. Con nosotros, en Boston River anduvo muy bien. Posee condiciones interesantes para forjar una gran carrera en el fútbol. Aparte, en lo humano, es realmente un pibe espectacular”.

 

La familia Ruiz, padre e hijo, unidos por la pasión del deporte.