Efecto clásico
El empate entre Nacional y Peñarol dejó diferentes sensaciones y conclusiones para ambos.

Una imagen que refleja lo friccionado, trabado y falto de fútbol que fue el clásico. Leonardo Fernández, en el suelo víctima de infracción cometida por Christian Oliva y la pelota sin dueño. Mauricio Pereyra que evita el choque con el volante aurinegro y Alexander Machado, que observa como espectador privilegiado.
Por diferentes circunstancias, el triunfo era necesario para los dos. El momento actual de Nacional y Peñarol, prácticamente los obligaba a tener que ganar su partido clásico.
Nacional, porque está sometido a dar una muestra de rebeldía en este 2025 después de su oscura temporada pasada donde terminó golpeado y colmado de frustraciones deportivas, bajo la conducción técnica del mismo entrenador que recibió la confianza para dirigir este año.
Cada partido para el tricolor en este 2025 es una prueba de fuego. Y más aún, siendo consciente que había dejado tres puntos en su debut luego de perder ante Montevideo City Torque. Dicha derrota, lo obligaba a tener que revertir su actitud en la inmediatez.
Peñarol, porque venía de dos derrotas clásicas consecutivas en sólo seis días y porque cosechaba cuatro caídas al hilo frente a Nacional. Además, siendo muy consciente por arrastrar una pesada mochila de ocho clásicos sin poder ganar. Su deuda pendiente ante su rival de todas las horas se despejaba por sí sola.
Las últimas estadísticas negativas ante Nacional y, por supuesto, los precedentes adversos en los clásicos de Diego Aguirre como entrenador le ostentaban a Peñarol una obligación a contratiempo: ganarle a su tradicional rival.
En lo previo, Nacional y Peñarol arrastraban su propia ‘presión’, donde a ninguno le ajustaba otro resultado que no sea la victoria. Sin embargo, empataron 1:1 y, naturalmente, las sensaciones no fueron auspiciosas para nadie.
Después de un partido discreto, donde ponderó la exuberancia física y el empuje en los futbolistas por sobre el funcionamiento colectivo. En un encuentro enérgico y de alto voltaje, donde el juego se centró de forma exagerada y los espacios se limitaron. Después de un enfrentamiento donde hubo paridad de lucha y fuerza, con pocas emociones pero con un importante desgaste físico.
En definitiva, después de un partido donde el ‘miedo’ a perder se reflejó en cada acción y en cada jugada, el clásico no colmó las expectativas de nadie. Ni desde el resultado ni tampoco desde lo futbolístico.
NACIONAL, SENSACIONES Y CONCLUSIONES
“Si hubiésemos ganado el partido pasado (derrota en el debut), estaba bien este resultado (1:1). Pero como no ganamos ante City Torque, no está tan bien”, dijo el técnico de Nacional, Martin Lasarte, tras el empate clásico; dejando en claro que su equipo no cumplió el objetivo principal de conseguir el triunfo.
Porque más allá de lo que significaba el clásico, y los factores extras que arrastraba este partido, en cierto modo, Nacional estaba condicionado a ganar para no quedarse atrás en la tabla de posiciones en tan sólo dos fechas jugadas.
“Queda mucha tela por cortar”, sentenció el técnico albo, poniendo paños fríos a la situación. Es cierto que todavía es temprano como para alarmarse por los resultados. Es cierto que el Campeonato es muy largo y la temporada recién emerge.
Pero también es cierto, que, para un equipo como Nacional, sumar apenas un punto de seis en las dos primeras fechas es poco. El hecho de aún no haber ganado es un llamado de atención. Porque cuando uno mira la tabla de posiciones y ve a Nacional en los últimos puestos en la clasificación, justamente en un Campeonato donde tiene la obligación de revertir la pobre imagen que mostró en 2024, en cierto modo, impacta y sorprende.
Es cierto que los últimos antecedentes clásicos positivos le dan a Nacional cierto ‘colchón’ para la calma en algunos aspectos. Apoyarse en los recientes resultados ante Peñarol le permiten, sobre todo al hincha, no desesperarse ni tampoco impacientarse. Las conclusiones aún deberían de ser cuidadosas.
Sin embargo, no nos olvidemos que esto es fútbol. Y los cuestionamientos y reproches en Nacional caminan sobre un hilo. Todo se puede volver cielo o infierno en cuestión de 90 minutos. Un próximo traspié puede hacer olvidar los últimos antecedentes clásicos de un solo ‘cachetazo’.
En definitiva, el tricolor sigue estando entre la espada y la pared, y no está excepto a las críticas ni mucho menos. De ahora en más, dependerá casi exclusivamente de sus resultados porque su margen para el error ya se ajustó demasiado.
PEÑAROL, SENSACIONES Y CONCLUSIONES
Su entrenador, Diego Aguirre, no brindó declaraciones después del partido cumpliendo con el protocolo de seguridad. Sin embargo, las sensaciones sobre el resultado quedaron a la vista.
A diferencia de Nacional, Peñarol necesitaba el triunfo clásico a modo de cortar una larga racha negativa contra su tradicional rival. Los cuestionamientos y reproches de sus hinchas exigían una victoria como sea. El principal objetivo del aurinegro tenía más enfoque en un duelo personal inmediato por sobre otras ambiciones deportivas a largo plazo.
Sin embargo, otra vez, Peñarol no le pudo ganar a Nacional y sigue en deuda en materia de clásicos. Es cierto que no ganó. Pero tampoco perdió. Y ello, en cierto modo, mantiene esa obligación de ganar como sea en modo ‘stand by’ hasta un nuevo enfrentamiento entre sí.
Es cierto que, para el aurinegro, sigue y seguirá siendo un desafío pendiente. Pero también es cierto, que Aguirre tiene una conexión sentimental en Peñarol entre los involucrados y el hincha. Casi que única. Ha llegado al punto de alcanzar una identificación tan profunda y especial en el club de sus amores, que se volvió un experto en trasladar su mística, su adhesión y su apego a sus propios dirigidos. Entonces, tiene cierta ‘espalda’ de respaldo como para poder recomponerse aún con resultados ajenos al clásico.
Pero además, pasando raya al tema clásico, deportivamente, Peñarol está parado diferente a Nacional en todos los aspectos y sentido. Primero que nada, porque viene de hacer una temporada inolvidable en 2024 tras lograr el título de Campeón Uruguayo y de alcanzar las semifinales de Copa Libertadores. Ello, indudablemente, le permite cierto margen para cometer eventuales ‘tropezones’ deportivos en este 2025.
Con el agregado, que, a diferencia de Nacional, Peñarol sí ganó en su debut por el Torneo Apertura (ante Progreso) y actualmente acumula cuatro puntos de seis. Se encuentra en la parte alta de la tabla de posiciones y, en el corto plazo, su realidad en la clasificación podría hacer olvidar sus antecedentes adversos ante su tradicional rival.