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En el corazón de las luchas entre judíos y árabes, aquellas clases de instrucción cívica y el diplomático Ribeiro




Paisaje captado por Fernando González en el recorrido desde el aeropuerto de Ammán, distante 40 km. de la ciudad. La dureza de la tierra se observa en la escena donde la vegetación que aparece es siempre escasa.


12 noviembre, 2013
Pelota al medio

Estamos en “Oriente Medio”, punto del mundo donde se han generado grandes conflictos a partir de la resolución de la ONU de 1947, donde Uruguay tuvo participación decisiva. La nota surgió porque el avión que nos trajo desde Estambul debió evitar el espacio aéreo israelí, prohibido para algunos Estados árabes. Nuevos recuerdos de la época del Liceo No. 17 cuando se impartían clase de “instrucción cívica”. La crueldad de la frontera cerrada para los “braceros” y las gestiones del diplomático Enrique Ribeiro.

Paisaje captado por Fernando González en el recorrido desde el aeropuerto de Ammán, distante 40 km. de la ciudad. La dureza de la tierra se observa en la escena donde la vegetación que aparece es siempre escasa.

Paisaje captado por Fernando González en el recorrido desde el aeropuerto de Ammán, distante 40 km. de la ciudad. La dureza de la tierra se observa en la escena donde la vegetación que aparece es siempre escasa, en la cual se mezclan camellos, dromedarios y perritos.

Escribe: Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González (enviados especiales a Ammán)

El vuelo que une Estambul con Ammán partió a las dos de la madrugada. No entraba una aguja en el avión. Iba “hasta el gorro”, como dicen los españoles. ¿El motivo? El pasaje normal durante el día, donde operan dos frecuencias entre ambas ciudades, cuesta 1.500 dólares. De madrugada, menos de la mitad… Más de 250 personas, por las cuentas que saqué, repletaban la nave. Después de partir, observé en la pantallita de televisión del asiento, que en lugar de tomar la línea recta para unir los dos puntos, el aparato se desvió hacia la derecha y al llegar a la altura de Ammán, trazó un ángulo recto para entrar a la capital de Jordania. ¿El motivo de ese desvío que aumentó en una hora el viaje? Tan simple como difícil de explicar. El avión tiene prohibido volar en el espacio aéreo de Israel. ¿Por qué? Porque acá estamos en el famoso “Oriente medio”, escenario de disputas internacionales en los escritorios de los burócratas y guerras en los campos de batalla donde los soldados matan y mueren, en defensa de ideales opuestos, muchas veces sin sentido y vacíos de contenido, en un mundo donde las fronteras ya no existen.

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¿Cómo empezó esta historia? Es un berenjenal difícil de explicar y mucho menos de entender, en el cual, nuestro pequeño país tuvo una actividad participación en el origen del meollo. Si ayer recordaba las clases de historia en el Liceo No. 17, de la calle Sierra frente al Palacio Legislativo, hoy apelaré a los cursos de “instrucción cívica” que se impartían entonces y que hoy ya no existen. Nos explicaban las formas de gobierno de los países, las Constituciones, los regímenes y varias otras cosas más que nos daban un barniz pequeño de conocimiento. Pero conocimiento al fin. Nunca olvido cuando el profesor enseñaba que hasta 1947 el Estado judío era el único en el mundo que existía sin territorio. ¡Fijate vos lo entreverado que resultaba entender eso en los comienzos del año sesenta, cuando para ir al Liceo tenías que usar uniforme, el escudo pegado en el lado del corazón y luchabas todo el año para ser abanderado, que era el premio reservado para los mejores de la clase! ¡Qué diferencia con la actualidad, donde las leyes han consagrado en realizadad la sentencia discepoliana de “Cambalache”: no hay aplazados, ni escalafón, qué va a haber! ¿Cómo era eso de que existía un país sin tierra? ¡Paaaa… mamita querida, que difícil de entender pa’un gurí de 14 años que más allá de las fronteras de la Patria, no conocía nada!

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Culminada la Segunda Guerra Mundial con el triunfo de los aliados donde lucharon juntos, entre otros, los Estados Unidos y la Unión Soviética que pelearon en el mismo bando ante las potencias del Eje, en 1947 las Nacional Unidas aprobaron un resolución por la cual, en la cancha de los escritorio diplomáticos, se dispuso la partición de Palestina en dos Estados. Uno judío y otro árabe. Ahí, en ese comicio, se recuerda aún hoy el voto decisivo de Uruguay, cuya representación la ejercía el Dr. Enrique Rodríguez Fabregat. La pelea venía dura, mano a mano, pareja. Los votos se emitían por orden del alfabeto británico. Uruguay sufragaba antes que USA (Estados Unidos). El voto favorable de la celeste fue el No. 48 que, una vez emitido, desencadenó el júbilo en todos los judíos del mundo. Se reconocía la identificación de las raíces de la tierra de Israel según la cual, están hundidas en esa zona desde hace más de tres mil años. Como la risa de uno, casi siempre es el llanto del otro, lo árabes se pararon en las cuchillas.

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Trabajando como hormigas, día y noche de sol a sombra, en aquel desierto los judíos de todo el mundo ayudando de una forma u otra, construyeron un país que declaró su independencia al año siguiente. Fue el punto de partida de un conflicto con los vecinos países árabes que, obviamente, votaron en contra la resolución en la ONU, no aceptaron la derrota diplomática y pasaron al estado de la insurgencia repeliéndola en los campos de batalla desde el primer enfrentamientos entre árabes e israelíes en ese año. Lejos de calmarse los ánimos con el lógico paso del tiempo, la tensión se aumenta cada año. Jordania, tierra de árabes que profesan el islamismo, es uno de los países limítrofes con Israel, donde ese “peligro de gol inminente” se olfatea desde que uno llega al aeropuerto Reina Alia. Inmediatamente que uno sale de la estación aérea, el cambio brusco con Estambul se advierte claramente. En lugar de aquel clima de Tribuna Ámsterdam en día de clásico entre Nacional y Peñarol, en Jordania te invade la serenidad y el silencio de una tensa calma. Todo en Ammán transcurre mansamente, escondiéndose detrás de esa mansedumbre, el nerviosismo de los músculos tirantes que pueden entrar en acción en cualquier momento.

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El modernoy silencioso aeropuerto de Ammán, tan distinto a la locura que ofrece el turco de Estambul.

El modernoy silencioso aeropuerto de Ammán, tan distinto a la locura que ofrece el turco de Estambul.

Practicantes del islamismo, el país como se le conoce hoy, tiene partida de nacimiento en 1950, renombrado como “Reino Hachemita de Jordania”, después de participar en esa primera guerra contra Israel. Tierra de fedayines –terroristas para Israel- la sensación que uno tiene al transitar por las calles de Ammán, es la misma que cuando en el cielo se va preparando esa tormenta que vos ves venir y que te arranca esa frase muy clásica y nuestra: “le sacan un hilito y se viene…” El silencio prosigue como compañero al recorrer la autopista que nos lleva del aeropuerto al centro, trazando su recorrido por una árida tierra seca, marrón, que agrede la visual. Su recorrido surca los valles y las sierras sobre la cual está construida esta ciudad que es la capital del país. Viven en Ammán casi dos millones, de los seis millones y monedas de personas que componen la población total, que según el último censo habitan el país. Las casas se suman a esa escenografía monocorde, dominada por el marrón de la tierra, el beige y el color manteca de todas las casas, y los muy escasos tonos de verde opaco que aportan las plantaciones de olivos que surgen a la vera del camino, y los cabellos y dromedarios prontos para iniciar la fajina con sus patrones del campo. Eso sí, todo está en orden. La policía recorrer las calles y las autopistas. Las medidas preventivas de seguridad son extremas y se llevan a cabo hasta en lugares insólitos. Por ejemplo, en la puerta de acceso de los hoteles. Hay que ingresar pasando por el tradicional detector de metales que nosotros conocemos en los aeropuertos y una minuciosa revisación. En caso que cuando uno atraviesa el alcahuete aparato que “revisa” a los seres humanos, suene la sirena avisando que algo de metal llevás en el bolsillo, te paren y te piden que muestres lo que traes.

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Hice referencia en esta crónica a nuestra llegada al aeropuerto Reina Alia de Ammán. Miramos el reloj cuando abandonamos la sala de arribo. Marcaba las seis de la mañana en esta ciudad. Allí estaba aguardando a toda la delegación de uruguayos que encabezaba el Presidente de la AUF, Dr. Sebastián Bauzá y el delegado de Peñarol, Dr. Jorge Barrera, el funcionario diplomático del Ministerio de Relaciones Exteriores, Enrique Ribeiro. País donde el ingreso está rígidamente controlado por las autoridades de migración de Jordania, superar los controles no resulta nada fácil. En primer lugar porque, aplicando medidas de seguridad preventivas de Estado, todo el que llega puede ser un sospecho que afecte ese clima que describí líneas arriba. Segundo, porque también despliegan un férreo control de frontera para evitar que ingresen al país los tradicionales “braseros” de los pobres países linderos o de las islas asiáticas cercana,s que buscan un mejor destino económico. Fuimos testigos de una dura escena que se abrió ante nuestros ojos. Un grupo de cincuenta personas, integrado por mujeres, niños y varones llegados desde Filipinas, se encontraban sentadas en el suelo. Según nos contaron, desde hacía muchas horas aguardaban. Horas de incertidumbre que se reflejaban en sus ojos tristes, de mirada anhelante y perdida. ¿Qué aguardaban? Que “alguien”, desde fuera, con poder, les diera el okey para ingresar como “braseros” con destino específico a trabajar para ese “alguien” que se hiciera responsable por ellos. La realidad indica que en caso de aparecer ese “alguien”, ellos trabajarán para él en un régimen similar al de los tiempos de la esclavitud. Aunque duela, esa es la verdad…

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Enrique Ribeiro, enviado por el Ministerio de Relaciones Exteriores para apoyar a la delegación de Uruguay, captado delante de la fachada del Hotel le Meridien que ocupa la celeste.

Enrique Ribeiro, enviado por el Ministerio de Relaciones Exteriores para apoyar a la delegación de Uruguay, captado delante de la fachada del Hotel le Meridien que ocupa la celeste.

Todos los uruguayos que éramos testigos de esa escena descripta, aguardamos unos momentos mientras el diplomático Enrique Ribeiro solucionaba el trámite migratorio para obtener allí mismo y en forma rápida, la visa para cruzar esa frontera invisible que tienen estos países en sus aeropuertos. A propósito de Ribeiro, a quién conozco desde hace muchos años, allí estaba esperándonos con su renegrido jopo tanguero que le pone marco a su rostro de ojos vivaces y  la tonalidad de su voz apropiada, también, para una letra de Discépolo. A través de la velocidad de los medios electrónicos actuales, le llegó una versión del contenido de la nota que le realicé a Daniel Bañales y “colgué” el sábado pasado. La misma aludía a una gentil gestión del “Toto” Da Silveira, quién me telefoneó hace varias semanas en Montevideo, pasándome el celular de Enrique porque sería él, la persona designada por la Cancillería uruguaya, para ocuparse de solucionar todos estos temas de los integrantes de la delegación oficial de Uruguay y los periodistas que viajarían a Jordania. El abrazo selló la puesta en su lugar del desencuentro. Como señalé, desde hace largos años conozco la eficiencia de Enrique en el desempeño de sus funciones. Se dé su capacidad profesional como diplomático y especialmente de su conocimiento futbolístico, por estar vinculado a la AUF desde hace mucho tiempo, lo que determina que el Ministerio de Relaciones Exteriores lo elija en estos casos. En la última ocasión fue, justamente también por esta zona, en la Copa del Mundo Sub-20 disputada en Turquía, donde convivió durante toda la estancia con los celestes, aportando su experiencia, conocimiento del medio y contactos oficiales a favor de los botijas de Fabián Coito. Salute.

 

 


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