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Entre Julio Bocca y el “Pato” Celeste, el recuerdo para Juan C. Pereira, Campeón Juvenil 1979




Edison Pérez, Campeón Sudamericano Juvenil con Uruguay eh 1979, en la tribuna del Estadio Athaulpa de Quito.


9 noviembre, 2013
Pelota al medio

Primera crónica de viaje de la “Operación Jordania”.

Edison Pérez, Campeón Sudamericano Juvenil con Uruguay eh 1979, en la tribuna del Estadio Athaualpa de Quito.

Juan Carlos Pereira, Campeón Sudamericano Juvenil con Uruguay eh 1979, en la tribuna del Estadio Athaualpa de Quito.

Escribe: Atilio Garrido / Fotos: Fernando González (enviados especiales)

¡Otra vez Uruguay en el repechaje! La celeste no faltó a ninguna de estas citas, en representación de América del Sur, desde que se puso en marcha este tipo de eliminatorias de los 10 países de nuestro continente enfrentándose entre sí en partidos de ida y vuelta. Desde Corea/Japón 2002, hasta hoy, Uruguay ha sido la selección que tiene mayor regularidad en la competencia. ¡Siempre clasificó en el quinto lugar habilitando la definición del repechaje o repesca, como dicen los españoles! En las tres disputadas hasta el presente, Uruguay pasó en dos, ante Australia y Costa Rica, cayendo vencido por razones extradeportivas atribuibles a dictados de la FIFA para Alemania 2006, ante los “canguros”. Como dijo el jueves a los gritos Sergio Gorzy por la radio: “Tenemos que reclamar a la FIFA el título de Campeón del Mundo del repechaje. ¡Somos el único país que los disputó todos!”.

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Primer plano del periodista deportivo showman del Uruguay.

Primer plano del periodista deportivo showman del Uruguay.

A propósito de Sergio, convertido en el gran showman del periodismo deportivo uruguayo, para lo cual mucho ha contribuido esta primera experiencia teatral que está cerrando este año con la desopilante puesta en escena de “Algo habrán hecho”, ocurrió ayer –jueves- una anécdota imperdible. Resulta que combinamos que lo pasaba a buscar a las 19.00 horas por su casa, para ir al aeropuerto a tomar el vuelo rumbo a Estambul. Como soy un enfermo de la puntualidad –Rodó afirmaba que hacer esperar a una persona más de quince minutos en una cita pactada, era ofenderlo-, le toqué timbre en su domicilio bajo una lluvia torrencial a las 18 horas y 55 minutos. Guardó la valija en el baúl y subió al automóvil. Puse proa hacia el aeropuerto y después de andar un breve trecho me suena el celular. Miro la pantalla y la llamada que entró era de Sergio:

-¿Qué hacés boludo? Me estás llamando por celular y estás acá al lado mío, le dije pensando que con la locura que tiene Sergio por los celulares –anda con dos o tres encima-, lo había atacado la enfermedad de la “telefonitis”.

-“¡Uy, noooo pará, me olvidé del celular!”, me respondió en momentos en que atendía la llamada y la voz de su esposa, Marcela, advertía del tremendo olvido.

Mientras daba vuelta en medio de la lluvia torrencial y ya apretados por el tiempo para llegar al aeropuerto, le dejé colgada una reflexión:

-Sergio, vos sin el celular, sos como un policía que lleva el revólver y se olvida de las balas…

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En la sala de embarque el renovamos el encuentro con esta fauna particular que sigue a la celeste. Miguel Brechner y su señora, pronto para un viajecito livianito. Montevideo-Miami-Londres para estar un día con su hijo, de ahí a Jordania, después a Israel y luego Hong Kong. El “Pato” Celeste llegó acompañado de Hugo de León y el Presidente de la MUTUAL, Enrique Saravia. El “Pato” y el “Quique” comentaron que viajaban con Hugo a Paraguay, para plantear temas vinculados con los jugadores del continente a la Conmebol. El legendario capitán del Nacional de 1988 retornaba a Montevideo luego de esa gestión. A propósito de Hugo, su presencia trajo a la memoria la última gran hazaña de un club uruguayo ganando la Copa Libertadores y la Intercontinental en Tokio, que será recordada el próximo sábado 16 de noviembre con una gran publicación en “El País”, a cargo de Pablo Cohen con un DVD con todas las escenas de aquella gran conquista. Un material imperdible e imprescindible para todos los bolsilludos de ley.

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Esta imágen se volverá a ver el miércoles en el estadio de Ammán.

Esta imágen se volverá a ver el miércoles en el estadio de Ammán.

El inefable “Pato” Celeste comentó que llega a Ammán con una cantidad importante de camisetas celestes para comercializar con la gran masa de uruguayos que alentarán a Uruguay en la cancha. El 90% de ellos cruzarán la frontera desde Israel. Serán los israelitas la masa potencial de clientes que tendrá el “Pato”. Tal vez por una vez en la vida, el negocio no lo hará un “paisano”, sino que será un criollo oriental, quién les venderá a ellos, la preciosa mercadería de una legítima camiseta celeste.

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Y a propósito de presencia de compatriotas que viven fuera del país y que llegarán hasta Ammán para decir “¡presentes!”, en la anteúltima cita mundialista, protagonizamos un episodio que quedó colgado del viaje realizado a Quito. Se trata de uno de los miles y miles de ejemplos de lo que son capaces de realizar los componentes de la “patria peregrina” para estar junto a la celeste. Cuando salí del Hotel Sheraton en Quito rumbo al estadio, me encuentro en la puerta con dos payasos, perfectamente caracterizados, con la bandera de Uruguay. Era una nota de color. Le pedí al “Gallego” González que tomara una fotografía. Cuando me coloco en medio de ellos, uno me pregunta al oído:

En este abrazo, vestido de payaso, Edison Pérez le preguntó a Atilio Garrido si no se acordaba de él. Imposible reconocerlo...

En este abrazo, vestido de payaso, Juan Carlos Pereira le preguntó a Atilio Garrido si no se acordaba de él. Imposible reconocerlo…

-“¿No te acordás de mí?”

Era casi imposible saber quién estaba detrás del disfraz. Empezó a tirarme pistas. “Jugué al fútbol profesional; me consagré Campeón Sudamericano Juvenil con la celeste en 1979; después fui árbitro de fútbol…” Empecé a recordar aquel equipo que dirigía Raúl Bentancor y el Prof. Gesto. En el arco Alvez; Cáceres y Alaguich en la zaga; Molina, Bossio y Daniel Martínez en los medios. Y adelante: Vargas, Barrios, Ruben Paz, Roo y el “zurdo” Viera. Ninguno de estos era el “payaso”. Integró el plantel en calidad de atacante. ¡Era Juan Carlos Pereira recién llegado desde Miami donde reside actualmente!

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La historia de Juan Carlos Pereira es la misma de todos los purretes uruguayos que sueñan, en todos los tiempos, con la gloria eterna de ser jugador de futbol, vestir la celeste y alcanzar la fama. Nacido en el Buceo, entre otras tareas su padre fue juez de fútbol y murguista destacado, con recordadas actuaciones en “Nuevos Saltimbanquis” en los tiempos del “Pocho” Bresia y el “Coco” D’Andraya en las letras; “Don Timoteo”, la Milonga Nacional de Dalton Rosas Riolfo con letras del aún genial y vigente Carlos Modernell, entonces “El Dios Verde” hoy devenido en “El Gauchito del Talud” y “Patos Cabreros” en el ocaso de Pepino y el advenimiento de “Cocina” Márquez.

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El hijo comenzó en La Rinconada de baby-fútbol. En 1975 lo reclutaron en Huracán Buceo. Atacante y volante destacado, Edison se consagró campeón del primer campeonato de la historia del fútbol uruguayo de 6ta. División. En 1978 se puso en marcha una selección juvenil experimental a cargo de Tito Duarte. Trabajaron en el interior buscando jugadores. Hasta que Raúl Bentancor formó el núcleo final de 18 jugadores para el Sudamericano Juvenil de Montevideo en enero de 1979. Entre ellos estaba Juan Carlos Pereira. “Fue una emoción muy grande porque le quería tributar ese éxito a mi padre, que tanto me apoyó en esto del fútbol”, reflexionó. Después jugó en Villa Española, emigró y retornó a Montevideo para terminar la carrera de jugador. Hincha de Huracán Buceo, una tarde en el Parque Saroldi observando el partido ante River, Ramón Barreto encaró al padre:

-“Decile a ‘Chichito’ que haga el curso de árbitro”.

Como un tributo a su padre, un apasionado del arbitraje, lo realizó. La historia sigue, con su propio relato para no perder ninguna sustancia…

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“Lo hice. Me recibí de árbitro en el mismo curso que Jorge Larrionda y Antonio Braga. Entonces empecé a arbitrar. Me apasionó. Llegue a la primera categoría elegido por Martínez Bazan, Luis Da Rosa y Daniel Cardelino que estaban en el Colegio. Fui preseleccionado para ser árbitro internacional. Cuando llegó el retiro de Dlzunieswki, Matto, Nieves y Filippi, se produjeron algunas circunstancias que a mi juicio me despojaban de una posibilidad de ser internacional. Hay subjetividad en lo que puedo decir. Lo cierto es que al no lograr el objetivo máximo que me había trazado, decidí retirarme en silencio de la misma manera que comencé”.

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“Culminé una carrera universitaria. Estaba trabajando en FUNSA. Tenía un muy buen puesto, muy buen estándar de vida. Esa gente de FUNSA me arrimó a jugar en Villa Española, el equipo que era patrocinado por la fábrica. Después ocurrió lo que pasó con muchas industrias uruguayas. Perdieron competitividad, la empresa cerró, hizo un reestructura y tuve la suerte de pasar a otra empresa del grupo, que se llamaba MAUSA, en Piedras Blancas, en el rubro textil donde fui Gerente General. También perdimos competitividad y lo que nos terminó por matar fue la devaluación del dólar que hizo Brasil en aquel momento. Los productos uruguayos no podían acceder a otros mercados. Por el contrario, recibíamos importación masiva del Grupo Alpargatas de Brasil y Argentina. Intenté desarrollar un emprendimiento personal con una pequeña textil, en la zona de La Teja. Combinaba la parte empresarial con el arbitraje en el fútbol. Las cosas no anduvieron. Me agarraron con 40 años, familia y responsabilidades. No salieron oportunidades. No pude mantener el nivel de vida para mis hijos con educación completa en la Alianza Americana. Tenía a mi hermano en Estados Unidos y le dije. Mirá hermano, la cosa se complicó en el Uruguay desde el punto de vista económico. Como ocurrió con muchísimas familias. Tomé la decisión de emigrar solo, al principio. Y empezó toda una nueva vida y una nueva historia como para hacer un libro”.

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“Con el correr del tiempo nos consolidamos gracias a un gran acto de generosidad de mi hermano a quien hacía muchos años que no veía. Vivía en Estados Unidos y yo en Uruguay. Me dijo que había una oportunidad con unos amigos, Ravecca y Gisell Primo a quienes quiero muchísimo. Me invitaron a venir a la Florida para enrolarme a una empresa que recién estaban comenzando en el rubro de mármoles y granitos. Fui a trabajar con ellos en algo que para mí era desconocido. De la camisa y la corbata, prácticamente pasé a picar piedra. Ese fue mi sostén. Logré llevar a mis hijos y mi familia a  Estados Unidos y empezamos una nueva vida que lleva 15 años. Como cualquier emigrante no me fue fácil conseguir la residencia legal. Estuve muchos años viviendo ilegalmente con todos los cuidados que eso implica. Finalmente me salió la residencia a través de mi hermano Gustavo, que es ciudadano americano y me reclamó. Ahí se abrieron otras oportunidades, no solo para mí, sino para mis hijos crecidos, que gracias a Dios están todos en la Universidad. Ese era mi objetivo supremo. Mi hermano Gustavo es 5 años menor que yo. El domingo cumple años. Lo llamé y le dije: saqué los pasajes para ir a Quito. Me dijo que estaba loco. Y le dije. No solo eso, andá y comprá dos pelucas. Si podés celestes, porque nos vamos a disfrazar de payasos, como somos nosotros y vamos a ir a ver a Uruguay. Y así llegamos hoy de Miami. Ahora nos vamos para la cancha. Brasil es el objetivo y ahí vamos a estar”.

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Subimos al avión de Aerolineas Argentinas en Carrasco. Afuera continuaba lloviendo muy fuerte. En la primera fila de la clase bussines, Julio Bocca ocupó una cómoda poltrona. Por los parlantes el Capitán informó que faltaba un repuesto para realizar un trabajo de mantenimiento, por lo que permanecimos 40 minutos dentro del avión. Empezó mal el tema. ¡Ojalá se haga realidad lo de los ingleses! ¡Mal comienzo y buen fin! Salute.