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¿ES BUENO O MALO?




Ariel Longo. Columnista.


21 agosto, 2018
Columnistas

Ariel Longo. Columnista.

Quizás en el ambiente futbolístico uruguayo y sobre todo en nuevas generaciones quede como que la exportación de jugadores es algo que se instaló en la última mitad del siglo pasado. Sin embargo desde los umbrales de ese mismo siglo comenzó la gran “industria sin chimeneas” que son los jugadores uruguayos al extranjero. Europa tuvo desde ese principio a uruguayos mostrando la calidad de los jugadores charrúas.

Los ingleses introdujeron el fútbol en nuestro país en el siglo XIX y en el momento que lo hicieron ya se percató el mundo de que aquí se haría escuela.

Los inicios del siglo XX marcaron una supremacía llamativa de calidad y éxito de un país pequeño y en desarrollo. No era de extrañar que por esa misma calidad se exportara en los albores el que fue el primer jugador uruguayo a Europa. Solo 4 años después de fundado el Barcelona de España llegaba Joaquín Mascaro en 1903 a vestir su camisola;  el segundo fue Julio Bavastro, oriundo de la ciudad de Paysandú en 1910 al Milán de Italia, pasando luego al Inter de Milán. Cuando estalla la Primer Guerra mundial él se alista como soldado y lamentablemente fallece combatiendo. Muy poco tiempo después que Bavastro emigrara lo hace  Ceferino Camacho, en 1911 aunque por razones laborales, como empleado del ferrocarril, se radicó a realizar dicha tarea y enlazada con su trayectoria de futbolista del CURCC, lo hizo enrolarse y brillar en el Berliner T. u F. C Viktoria de Alemania para después de unos años volver a su club de origen, o  sea en ese momento ya como Peñarol.

Héctor Scarone, Francisco Fedullo, Roberto Porta, Ernesto Mascheroni, Maximiliano Faotto, Héctor Senna Puricelli, Juan Agostino Alberti, Raúl Banfi, Ricardo Faccio, Manuel Figliola, Ricardo Frione, Francisco Frione, Carlos Gringa, Oliviero Icardi, Norberto Liguera, Francisco Occhiuzzi, Pedro Petrone, Cecilio Pisano, Hugo Porta, Nicolas Riccardi, Rafael Sansone, Vicente Sarni, Carlos Servetti, Angel Tambasco, Victor Tortora, Hugo Tortora y Ulises Uslenghi; todos estos futbolistas uruguayos solo entre las década de 1930 a 1940 fueron a un solo país; Italia. Más algún otro futbolista que se puede haber escapado en el recuerdo.

Es decir que la “máquina” siempre estuvo aceitada y no es una cuestión de modernismo.

Pero en paralelo el fútbol local era fuerte. Los grandes dominaban, y los equipos en desarrollo hacían germinar permanentemente futbolistas extraordinarios.

Se nombraban los equipos “de memoria” durante años.

Europa hizo su estrategia ante el avance de América y su materia prima. Comenzó a imponer su peso en lo monetario y a llevarse a todo lo que pudiera, y mañana los llevara desde la cuna.

Actualmente los uruguayos que están en Europa u otros lugares del planeta nutren a la selección; pero la debilidad viene para el futbol local.

No se puede repetir un equipo ya de un semestre para otro; la memoria falla.

La competencia internacional en América toma débiles a los equipos uruguayos y donde los entrenadores se las ven en “figurillas” para armar los equipos y eso después tiene su calvario cuando se juega internacionalmente.

El oxigeno que viene por la venta de jugadores a los clubes;  perjudica luego en la parte deportiva a esos mismos clubes donde los conductores técnicos la tienen cuesta arriba  para armar sus equipos. Y si clasifican a torneos internacionales, en lo local;  automáticamente les venden jugadores donde deben sustituir con nuevos y ya tienen la competencia internacional a la cual clasificaron.

Con un equipo que no es el mismo que logro la clasificación. Todo entrenador sabe que no es “raspar y comer” el armar un equipo nuevo.

Por un  lado es bueno que se venda, y está demostrado que Uruguay es histórico en este rubro; pero por el otro es malo para lo deportivo en lo interno.

De repente la “brecha” que hay entre la selección y los clubes pasa también por ahí, sin darnos cuenta que nuestras necesidades pueden más  que lo deportivo.