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Exclusivo: hace 94 años nació Colombes





8 junio, 2018
Desde Rusia Pelota al medio

 

Exactamente 94 años atrás, la portada del vespertino El Plata del entonces lunes 9 de junio de 1924, de esta forma informaba del triunfo logrado en la tarde europeo por 3:0 ante Suiza en la final del primer campeonato del mundo organizado por la FIFA en Colombes, en el marco de los Juegos Olímpicos.

 

Hoy, sábado 9 de junio de 2018, la selección uruguaya de fútbol transformada en “una ola de esperanza compartida” [1], emprende el viaje en ancas de la ilusión empujada por todo el pueblo en procura de conquistar la quinta estrella dorada para la Asociación Uruguaya de Fútbol identificada en las canchas con la gloriosa camiseta celeste.

Hoy, exactamente 94 años atrás, aquel día lunes se constituyó en el mojón triunfal más exitoso en toda la historia del fútbol de América del Sur. Los uruguayos enfundados en el maillot color cielo, en el estadio de Colombes, barrio de la eternamente mítica ciudad de París, cerraban en campos de Europa en calidad de invictos, una formidable actuación con 14 partidos consecutivos ganados. Nueve de esos triunfos se obtuvieron en la excursión por España. Los cinco restantes en el primer campeonato del mundo organizado en la historia por la FIFA, organismo que cumplía 20 años de vida. La competencia se disputó con el riguroso sistema “de copa”. El equipo que perdía su enfrentamiento quedaba eliminado.

Hoy, en esta primera nota que escribo para los cibernautas con los que diariamente compartiré las experiencias de la cobertura desde Rusia 2018, entendí oportuno revelar el resultado exclusivo de mis investigaciones relacionado con el quilómetro cero, el puntapié inicial, el comienzo de aquella gesta de Uruguay en 1924, aún inigualada y sin duda alguna, la más sensacional  de nuestro fútbol. Los referidos estudios culminaron hace pocos meses gracias al aporte del Dr. Hernán Navascués quién suministró un documento constituido en eslabón final de la cadena, que permitió llegar a la tan anhelada verdad histórica que paso a reconstruir.

LA ÉPOCA DE LA DIVISIÓN DEL FÚTBOL URUGUAYO

En la noche del  12 de noviembre de 1922 la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) desafilió a Peñarol y Central por violar los reglamentos (artículo 7.º, inciso A, que prohibía a sus clubes afiliados competir con los de la Asociación Amateur de Football de Argentina), a pesar de las advertencias oficiales previas formuladas por resoluciones de la asamblea de clubes que aurinegros y palermitanos integraban. Como consecuencia de esta decisión Nacional quedó liderando la AUF, en tanto los clubes que dejaron de pertenecer a ella, fundaron inmediatamente la Federación Uruguaya de Fútbol (FUF). Ambas organizaciones planificaron y llevaron a cabo en 1923 sus correspondientes campeonatos uruguayos.

El ex presidente de Nacional de 1906, Dr. José María Reyes Lerena, conducía la AUF actuando con dos vicepresidentes. El primero, Dr. Atilio Narancio, también vinculado a Nacional, mantenía una gran amistad con José Batlle y Ordóñez y el segundo, César Batlle Pacheco, era hijo del líder político citado, el popular Don Pepe, la figura de mayor importancia e influencia de aquel tiempo en el Partido Colorado. César, su primogénito, curiosamente en 1919 ocupó la presidencia de Peñarol, institución a la que ahora enfrentaba defendiendo la causa reglamentaria de los clubes que votaron mayoritariamente la exclusión de los aurinegros de la AUF.

Es necesario señalar, para comprender la intrincada lucha que se desató en el fútbol uruguayo de aquel tiempo, que el Dr. Julio María Sosa, presidente de Peñarol desde 1921 y el líder de la FUF –aunque no ocupó la conducción de la misma-, también pertenecía al Batllismo liderado por Don Pepe, habiéndose distanciado a raíz de la elección para presidente de la República realizada en noviembre de este mismo año de 1922, al no haber sido elegido por Batlle y Ordóñez para tan alto cargo, inclinándose por la designación del Ing. José Serrato que no pertenecía a su sector.

En suma, además de la violación reglamentaria de Peñarol y Central que originó el cisma, existieron otros motivos que incidieron en la misma. La lucha política dentro del Batllismo fue uno, y el otro la repercusión que venía produciéndose en el fútbol montevideano a raíz del segundo cisma que se registró en el fútbol argentino desde el año anterior, es decir en 1921. Este aspecto relacionado con la inevitable repercusión de lo ocurrido en Buenos Aires no es usual que sea invocado por aquellos que se inclinan sobre los episodios relacionado con el cisma uruguayo. Sin embargo -como se verá en líneas siguientes-, resultó fundamental.

LA AFILIACIÓN A LA FIFA

En el tiempo que se produjeron estos episodios la FIFA no tenía ninguna influencia, al extremo que no resulta exagerado señalar que en la realidad “no existía”. Cooptada por los ingleses desde 1906, la Football Association que pasó a ejercer su dominio, la mantuvo  en estado de lactancia hasta 1921 año  en que los manejos del holandés Karl Hirschman –inspirador de la creación de la FIFA en 1902 y partícipe de ella desde entonces-, depositaron al francés Jules Rimet en la conducción del organismo. No exagero al afirmar que en la realidad el nacimiento de la FIFA se produce en 1921 al trasladarse la sede a la ciudad donde vivía el nuevo conductor. Surge lo que se puede señalar como “la era Rimet”. Una de sus primeras decisiones resultaría decisiva para el fútbol uruguayo. La “nueva” FIFA con el apoyo del Comité Olímpico Internacional (COI) conducido por su fundador, Barón Pierre de Coubertin, asumió la organización del “torneo mundial” de fútbol dentro del marco de los próximos Juegos Olímpicos que se llevaban a cabo en París en 1924.

En medio de los cismas que atravesó el fútbol de Argentina y Chile, una de las asociaciones de esos países en conflicto obtuvo la simbólica afiliación a la FIFA, resolución que poco o nada aportaba en la porfía. La Asociación Argentina de Football la logró en 1912 y los trasandinos de Valparaíso en 1913. En conocimiento de esas situaciones y como reflejo de las mismas, Uruguay en 1915 inició oficialmente el trámite de incorporación, por lo que se pensaba por parte de los dirigentes que la AUF figuraba entre los países vinculados a la organización mundial. La realidad indicaba otra cosa. La AUF recibió la respuesta de la burocrática FIFA que funcionaba en Londres, solicitándole información sobre el fútbol que organizaba (competencia local, cantidad de clubes, jugadores, etc.) la que no fue remitida por la Asociación. Es decir que al explotar el cisma en el fútbol de Uruguay ninguna de las dos organizaciones en pugna mantenía relación con la Federación Internacional.

EL COI INVITARA A URUGUAY AL CAMPEONATO MUNDIAL DE FÚTBOL EN 1924

Al despertar 1923 una información de una agencia de noticias francesa despachó un cable que produjo efecto en el Río de la Plata. “De acuerdo con informaciones de diarios franceses, el Comité Olímpico Internacional, invitará probablemente al Uruguay y Argentina, a enviar sus equipos a las próximas olimpiadas, a disputar el Campeonato Mundial de Fútbol”.[2] El artículo finaliza con la opinión del redactor: “Es necesario pues, comenzar desde ya, a convencer a las autoridades pertinentes para que inicien cuanto antes los trabajos preparatorios, a fin de lograr que lo que ayer suponíamos una risueña quimera, llegue a ser pronto una palpable realidad”.

No era la primera vez que una información de este tipo surgía desde Europa. Anteriormente se llegó a mencionar la posibilidad de que un equipo integrado por jugadores de Argentina y Uruguay concurriera a participar en el torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos.

El interés del COI -en cuyo seno la FIFA de Rimet y Hirschman venían avanzando con la finalidad de legitimar a la Federación Internacional como organizadora de esa anunciada competencia-, por el fútbol rioplatense resultaba la consecuencia directa de los triunfos que los uruguayos y argentinos lograron en 1922 sobre el equipo vasco y checoeslovaco –junto con Bélgica eran los mejores del mundo-, que visitaron el Río de la Plata.

La noticia aparecida en el comienzo de 1923 época en la cual la actividad de fútbol se paralizaba hasta el mes de marzo y no tenía absolutamente ningún contacto con lo que ocurre  hoy en día, revelaba una realidad. En octubre de 1922 el Dr. Marcelo Torcuato de Alvear asumió la presidencia de Argentina. Venía de desempeñar durante varios años el cargo de embajador de su país acreditado ante el gobierno de Francia. Eximio esgrimista, amante del deporte, trabó amistad intensa con el Barón Pierre de Coubertin quién lo distinguió con la designación de “miembro del COI”. Alvear prometió enviar una importante delegación de  deportistas de Argentina –entre ellos los representantes del fútbol- a los Juegos Olímpicos de 1924.

ADVERSARIOS EN EL FÚTBOL, JUNTOS EN LA POLÍTICA

En Uruguay dos hombres polarizaban la conducción del fútbol reuniendo características muy particulares. El Dr. Atilio Narancio, nacionalófilo -aunque hasta el momento no había desempeñado ningún cargo en la comisión directiva del club, aunque fue uno de los fundadores a la edad de 15 años-, vicepresidente primero de la AUF era amigo íntimo de José Batlle y Ordóñez y compartía la conducción del fútbol de medio país con su hijo, César Batlle Pacheco.  El Dr. Julio María Sosa, presidente en funciones de Peñarol, era el líder de la FUF enfrentado a Nacional, con alto cargo en la masonería uruguaya y figura destacada de mayor relieve que Narancio dentro del Partido Colorado, encaminándose hacia la ruptura con el Batllismo.

A pesar de esta situación al llegar las elecciones de noviembre de 1922 para la presidencia de la República –cargo para el cual José Batlle y Ordóñez eligió el Ing. Serrato-, también se escogía en los comicios a los integrantes del Consejo Nacional de Administración. La lista del Partido Colorado, determinada por Don Pepe, la integró el Dr. Julio María Sosa para la presidencia y el Dr. Atilio Narancio para la vice. El 1.º de marzo de 1923 el Dr. Sosa y el Dr. Narancio asumieron esos cargos por lo cual y en los hechos –paradojicamente- defendían los mismos intereses políticos y rivalizaban en los deportivos.

Observe el lector la turbulencia que se vivió en Montevideo entre noviembre de 1922 y marzo de 1923 en las dos expresiones máximas que cautivaban y polarizaban a la sociedad oriental: la política y el fútbol. La primera se desarrolló exclusivamente dentro del Partido Colorado piloteado por José Batlle y Ordóñez quién adoptada las decisiones, mientras el Partido Nacional liderado por el Dr. Luis Alberto de Herrera exhibía una unidad hasta entonces monolítica. Esa lucha de la colectividad Batllista se expandió al fútbol, la expresión más apasionante y popular de los uruguayos. Esta descripción de la realidad deja sin base de sustentación a quienes afirman que el Partido Colorado se refleja en la vida del Club Atlético Peñarol y el Partido Nacional está identificado con la colectividad política que lleva su nombre.

Este ambiente político se aquietó a partir del 1.º de marzo al asumir las nuevas autoridades del Poder Ejecutivo llamado entonces “bicefalo”.

EL ACTA QUE DESCUBRE EL DR. HERNAN NAVASCUÉS

En el fútbol el complicado y dividido panorama se ensombreció pocos días después. El 5 de marzo de 1923 un incendio destruyó la tribuna principal construida en madera del Parque Central, escenario cuya propiedad pertenecía a la Sociedad Comercial de Montevideo que explotaba –entre otras- la línea de tranvías, ahora eléctricos, a la Unión y Maroñas y que usufructuaba Nacional por convenio firmado en 1911 por el presidente del club Dr. José María Delgado.

En Argentina transcurrían cinco meses del gobierno de Alvear impulsando en lo deportivo, definitivamente, la organización de una amplia delegación a los Juegos Olímpicos de 1924. Al conocerse las noticias del incendio de la cancha de Nacional, surgió en Buenos Aires la inmediata solidaridad de los amigos de la AUF, la Asociación Argentina de Football, también enfrentada en su país a la Federación disidente. Enviaron una carta al presidente de Nacional, Numa Pesquera ofreciendo ayuda económica para proceder a la inmediata reparación de las instalaciones destruidas por el incendio. En la sesión de la Comisión Directiva del lunes 16 de abril de 1923, en el acta de la misma se reflejó el tratamiento de la nota mencionada, adoptándose la siguiente resolución: “Asociación Argentina. Comunica que por unanimidad de votos á tomado las siguientes resoluciones. 1.º poner a disposición del Club Nacional de Football de Montevideo en calidad de préstamo hasta la suma de cinco mil pesos moneda nacional de curso legal argentinos, sin interés, 2.º Significar á esta institución, que esta Asociación lamenta no poder aumentar la suma ofrecida, por encontrarse en vísperas de recibir la visita de un team extranjero y deber concurrir á las olimpiadas mundiales á celebrarse en París el año próximo. La Directiva resuelve agradecer el ofrecimiento pero no aceptarlo”. El hallazgo del acta corresponde al Dr. Hernán Navascués quién entregó la fotocopia que obra en mi poder.

El documento corrobora lo expresado con relación a la firme decisión del gobierno argentino del presidente Alvear, que aportó 200.000 pesos del erario público para enviar una nutrida delegación a los Juegos Olímpicos de 1924, cosa que efectivamente ocurrió con excepción del equipo de fútbol. Investigué este episodio del que no se ha escrito en el vecino país y tampoco en el nuestro, a pesar que existió una directa relación de los hechos aunque con definición diferente. En Buenos Aires se planteó la misma lucha entre la Asociación y la Federación que la que se desencadenó en Montevideo. El final distinto –motivo exhaustivamente incluido en el libro de mí autoría que está en proceso sobre Colombes 1924-, se produjo a raíz de la también disímil posición adoptada por el gobierno de ambas naciones. En Argentina mientras Alvear no decidió intervenir en el enfrentamiento entre los dos organismos en pugna en el fútbol, en Uruguay el presidente Serrato y el Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Pedro Manini Ríos –ambos fanáticos de Nacional y en el caso del segundo el inspirador de la fundación del club-, jugaron todas las cartas para apoyar decididamente a la Asociación liderada por Nacional.

EL MINISTRO MANINI RÍOS REQUIERE INTERVENCIÓN DEL EMBAJADOR  ENRIQUE BUERO

Desde hace varias décadas realizo los estudios correspondientes para llegar a la verdad histórica sobre diferentes episodios del fútbol uruguayo. He sido el pionero en rescatar paso a paso –más allá de la verdad publicada hasta entonces- diferentes acontecimientos relacionados con la gesta de Colombes, algunos de los cuáles permanecían en el anonimato, otros tapados por el olvido y varios de ellos escamoteados por intereses personales. En todo ese tiempo no alcanzaba a desentrañar un misterio encerrado en una sola pregunta. ¿Cómo se enteró la AUF antes que la FUF que el fútbol uruguayo no disponía de la afiliación a la FIFA y resuelve gestionarla?

Disponía en mis manos desde el momento en que la gentileza de Juan Buero me abrió las puertas al archivo de todas las cartas de su abuelo Enrique, del siguiente telegrama que le envió la AUF: “Montevideo, 19 de mayo de 1923. A Ministro Buero, Berna. Asociación Football solicítale represéntela Congreso internacional reúnese veinte veintiuno Ginebra solicitando afiliación definitiva Uruguay. Reyes”.[3]

También entré en contacto y ha sido publicado en varias ocasiones, con la respuesta del Dr. Buero enviada por telegrama del 22 de mayo de 1923 al Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Dr. Pedro Manini Ríos. “Diplomacia. Montevideo. Para Asociación Football. Congreso afilió provisionalmente Uruguay. Afiliación definitiva sujeta condición trasmitir siguientes datos que estaba imposibilitado proporcionar falta instrucciones: Primero: Historia Asociación. Segundo: Condiciones su jurisdicción clubs, siendo esta consideración más importante pues Federación Internacional reconoce una Asociación por país. Tercero: declaración Amateur; Cuarto: Número clubs afiliados; Quinto: Estadísticas concurrencia matchs organizados Asociación; Sexto: resultados últimos campeonatos. Estos datos deberánse enviar secretariado á nombre Hirschaman, 67 Nic Maesstraat, Amsterdam. Inmediatamente recibidos Asociación quedará afiliada definitivamente”.[4]

El telegrama prosigue con algo también trascendente. “Aprovechando presencia delegados Federación Vizcaina, Federación Regional Sud, Federación Levantina y Federación Cataluña, obtuve siguiente proposición, para cuya formalización requiérese tan solo aceptación Asociación Uruguay: En ocasión concurrir Uruguay Olimpiada 1924, asociaciones nombradas jugarían con combinados uruguayos. Bilbao paga hasta 15.000 pesetas; Barcelona, 12.000; Valencia, Madrid, Sevilla, 8.000 cada una, jugándose dos partidos cada localidad”.[5]

Dos días después –el 24 de mayo de 1923- el Dr. Buero escribió una extensa carta al Ministro Manini Ríos, donde amplió con detalles y episodios las jornadas vividas en el congreso de la FIFA que en los hechos, es el primero que se reunió bajo la presidencia de Rimet y donde se consideraron la organización por parte de la Federación Internacional del “torneo mundial” en el marco de los Juegos Olímpicos de 1924.[6] En la misma y a diferencia de su hermano Juan Enrique que había desempeñado en el pasado funciones como delegado de Peñarol ante la AUF, el Dr. Buero que no era aficionado al fútbol, entre otros conceptos expresó: “El resultado interesante de mi vinculación con estos señores del mundo sportivo, fue la concertación de una serie de matchs a disputarse en España por nuestros jugadores, mediante retribuciones pecuniarias de tal entidad, que permitirían el envío de un buen equipo uruguayo para que intervenga en los partidos de footdball de las Olimpiadas Mundiales a disputar en París en Mayo del año próximo. […] En resumen la gira por España de nuestros jugadores podría producir como minimun de alrededor de 10.000 pesos de nuestra moneda; cantidad que en manera alguna se invertiría en los gastos de viaje por la Península. Quedaría un fuerte remanente que podría aplicarse a satisfacer parte de los gastos que demandará el envió de nuestros jugadores a Europa a efecto de tomar parte en las Olimpiadas Mundiales, haciendo posible esta concurrencia que de otra manera sería difícil financiar. Podrá parecer extraño a Vuestra Excelencia que insista en esta clase de informaciones, pero en atención al enorme interés que despierta en Europa todo lo relacionado con los deportes y campeonatos, no trepido en afirmar a V. E. que una victoria del equipo uruguayo en las Olimpiadas de 1924 tendría una gran repercusión en el mundo sportivo al que hoy en día están vinculados todos los políticos y hombres dirigentes de estas viejas sociedades”.[7]

EL VALOR DEL ACTA DE NACIONAL ENCONTRADA POR EL DR. NAVASCUÉS

El hallazgo del Dr. Hernán Navascués quien gentilmente puso el documento en mis manos, en presencia del destacado historiador de Nacional Cr. Juan J. Melos –quién inmediatamente aportó el dato del incendio del Parque Central- cuando visitó el estadio de Nacional un grupo de historiadores de Argentina que llegaron a nuestro país a raíz de gestiones de Sergio Gorzy, permitió llegar definitivamente a la verdad histórica de la gestación de la más grande hazaña del fútbol uruguayo y sudamericano de todos los tiempos. ¿Qué aporta ese eslabón que faltaba? Nada más o nada menos que la respuesta a las interrogantes planteadas sobre la forma cómo descubre la AUF la ausencia de afiliación a la FIFA. De la lectura del acta surge que el hallazgo se originó en la carta que remitió la Asociación Argentina de Football donde se expresa que no puede realizarse un aporte mayor de dinero a Nacional por “deber de concurrir á las olimpiadas mundiales á celebrarse en París”.

Desde la transcrita información del 10 de enero dando cuenta que “el Comité Olímpico Internacional, invitará probablemente al Uruguay y Argentina, a enviar sus equipos a las próximas olimpiadas, a disputar el Campeonato Mundial de Fútbol”, no aparecen otras referencias sobre el tema en la prensa.

La Comisión Directiva de Nacional que recibió la carta de la Asociación Argentina de Football la presidía Numa Pesquera e integraban Víctor M. Pomés, Juan José Chiappara, Eduardo  Martínez Vigil, Serafín Lorenzo, Mario Restano, Dr. José María Delgado, Pedro Insausti, Joaquin J. Romero y la ex gloria futbolística del club, Alfredo Foglino. Es muy probable que entre Pesquera, especialmente el secretario Chiappara -futuro arquitecto quién integrará la delegación a Colombes en 1924 y será anotado como jugador-, y el ex presidente Delgado, haya surgido la idea de emular a los amigos de la Asociación Argentina de Football, quienes informaron de la decisión de concurrir a “las olimpiadas mundiales”. Así como Boca Jrs., Huracán y Sportivo Barracas que lideraban la organización oficial argentina y tenían decidido viajar a París con su selección, Nacional no podía dejar de liderar similar movimiento en Uruguay. Resuelta la iniciativa, comunicada la idea a la AUF -que en los hechos era Nacional así como la FUF equivalía a Peñarol-, y realizadas las averiguaciones pertinentes, descubren que el fútbol uruguayo no existía dentro de la FIFA. ¿Qué hacer para lograr la afiliación y aventajar claramente a la Federación liderada por Peñarol?

Entre las averiguaciones realizadas toman contacto con la realidad reglamentaria de la FIFA. La Federación internacional reconoce una sola organización por país la que debe ser representativa del fútbol del mismo y es el congreso el habilitado para concederla luego de analizar los petitorios correspondientes. La otra información recibida condicionó los acontecimientos. Las reuniones del congreso correspondiente al año 1923 se llevarían acabo a partir del 21 de mayo próximo en Ginebra. Y… la gran frustración. Imposible enviar un delegado de la AUF portador de la solicitud de afiliación. Viajar a Europa desde el Río de la Plata en aquella época insumía más de tres semanas para cubrir el viaje interoceánico, teniéndose en cuenta que los vapores que lo realizaban tenían fecha fija de llegada al puerto de Montevideo y posterior salida. ¿Qué hacer entonces?

Recurrir a la afinidad política y también a la pasión nacionalófila la que, por imperio de las circunstancias, le resultaba sumamente favorable. El 1.º de marzo de 1923 habían asumido sus cargos el presidente de la República, Ing. Serrato y el ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Manini Ríos, pertenecientes entonces al sector Riverista del Partido Colorado gobernante. Como se ha señalado en líneas precedentes ambos coincidían en el idéntico fanatismo por el Club Nacional de Football. Con la expresa autorización del ministro Manini la AUF conducida por Reyes Lerena, Batlle Pacheco y Narancio, telegrafían al embajador -cargo entonces denominado como ministro plenipotenciario- en los Países Bajos, Dr. Enrique Buero.

Los restantes eslabones inmediatos han sido comentados en las líneas precedentes. El valor de esta nota que llega a su fin ha sido el de revelar, en el día del cumpleaños n.º 94 de la hazaña conquistada en Colombes al vencer en la final 3:0 a Suiza, la génesis de lo que a mi juicio constituye el comienzo a nivel mundial de la etapa más gloriosa del fútbol uruguayo y sudamericano en su historia, que está comprendida entre los años 1916 y 1930. El valor y significado de la proeza culminada en el estadio de Colombes se resume en varios puntos concretos. A saber. El 10 de abril de 1924 al presentarse en Vigo frente al combinado de la Coruña, Uruguay se convirtió en el primer país de América latina en jugar al fútbol en Europa. Se inició allí una serie de nueve partidos, todos ganados, éxito que se prolongó luego en las “olimpiadas mundiales”, el “torneo mundial”, el “campeonato del mundo” y la “copa del mundo”, todas éstas definiciones que fueron válidas y fueron utilizadas desde ese año y hasta 1974 por la prensa de los países para referirse al certamen que por primera vez en París (Colombes) organizó la FIFA. A partir de 1974 en la competencia que tuvo como sede a la República Federal de Alemania, la Federación Internacional definió para el futuro que su torneo se mencionara con el único nombre de Copa del Mundo de la FIFA.  Así ocurrió al ponerse en juego el nuevo trofeo, luego que en 1970 quedara definitivamente en poder de Brasil la copa cuya disputa se inició en Montevideo en 1930, al independizarse la FIFA del COI organizando su propia competencia de acuerdo a lo resuelto en el congreso de Ámsterdam en 1928.

¡Ojalá se inicie hoy con la partida de la delegación de Uruguay rumbo a Moscú otra gesta gloriosa como aquella primera que culminó hace hoy, exactamente 94 años!

 

[1] Frase que se convirtió en famosa, utilizada por Wilson Ferreira Aldunate en sus discursos durante la campaña electoral de 1971, al referirse a las expectativas que generaba el Partido Nacional en caso de llegar al gobierno para poner en marcha el compromiso asumido con la ciudadanía en el documento “Nuestro compromiso con usted”, plan de acción de su futura administración.

[2] La Democracia, Montevideo, 10/01/1923.

[3] El referido telegrama se reprodujo en el libro Negociaciones Internacionales escrito por el Dr. Enrique Buero. Bruselas. 1932. 22887 Imp. Des Anc. Etabl. Aug. Puvrez. S.A. Bruxelles.

[4] Idem.

[5] Ibídem.

[6] Pierre Arrighi. “1924. Primera Copa del Mundo de fútbol de la FIFA”. Montevideo. Setiembre de 2014. Contiene toda la información hasta entonces nunca publicada sobre los congresos de la FIFA relacionados con esta competencia que organiza por primera vez en su historia, desde su fundación en 1904.

[7] La extensa carta se reproduce íntegramente en el libro Negociaciones Internacionales escrito por el Dr. Enrique Buero. Bruselas. 1932. 22887 Imp. Des Anc. Etabl. Aug. Puvrez. S.A. Bruxelles.