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La ventana en el cielo para ver a Nacional




Con los retoques correspondientes, esta es la imagen que Josema Reyes "colgo" en su muro de facebook el domingo. En primer plano aparece su abuelo, el Dr. José María Delgado, pronunciando un discurso delante del micrófono de la época. Detrás una bandera de Nacional. Nacido en Salto, médico de profesión y poeta de sus orígenes, con 26 años asumió la presidencia del Club Nacional de Football en 1911. Con galanura, honor y enormes éxitos deportivos, condujo a los albos durante una década donde acumuló conquistas históricas.


28 noviembre, 2017
Columnistas Pelota al medio

Con los retoques correspondientes, esta es la imagen que Josema Reyes “colgó” en su muro de facebook el domingo. En primer plano aparece su abuelo, el Dr. José María Delgado, pronunciando un discurso delante del micrófono de la época. Detrás una bandera de Nacional. Nacido en Salto, médico de profesión y poeta desde sus orígenes, con 26 años asumió la presidencia del Club Nacional de Football en 1911. Con galanura, honor y enormes éxitos deportivos, condujo a los albos durante una década donde acumuló conquistas históricas.

Domingo veintiséis de noviembre de dos mil siete. Santiago de Chile. El sol colgado como una cometa multiplica el impacto de sus rayos. El corset montañoso provoca ese fenómeno natural. Construida en los valles que custodian los Andes de un lado y la cordillera de la costa del otro, la capital de Chile suele ser un horno en la estación estival y una heladera en el invierno. A las catorce horas y cincuenta y siete minutos –dato aportado por la tecnología del Aple Phone seis-, el celular estalló en mi bolsillo. A bordo del taxímetro por la avenida O’Higgins mi mente estaba alejada de lo que ocurría en la Muy Fiel y Reconquistadora ciudad de Sana Felipe y Santiago de Montevideo. Tenía motivos para justificar esa realidad. En el Mercado Central esperaba Augusto con su pantagruelica propuesta de los más variados y exquisitos mariscos. Que si en algo los hermanos chilenos pueden jactarse de ser campeones del mundo, es justamente en ese rubro. Son insuperables. El anhelado reencuentro con el viejo amigo, verdadero zar de la gastronomía en ese típico y tradicional escenario “Donde Augusto” se llaman todos los restaurantes de su propiedad, traía en sus ancas el ayer. Exactamente hasta veintiún años atrás, en mil novecientos noventa y seis, llegué un mediodía con Antonio García en busca de la “nota de color”, diferente, para completar en las páginas de Últimas Noticias, la cobertura del enfrentamiento de la celeste ante el equipo de la estrella solitaria. El triunfo de la roja con gol de cabeza de Salas resultó el punto de partida que marginaría a Uruguay de la Copa del Mundo de Francia. Nació entonces una relación con el pope propietario de ese emporio gastronómico afirmada en los hechos. Un cuadro colgado en una mampara del local enmarca la publicación. Su fecha “no deja mentir”, según el decir de los paisanos. Lunes once de noviembre de mil novecientos noventa y seis. A su lado, también cubierta por el vidrio, luce una camiseta celeste del centenario de la Asociación Uruguaya de Fútbol, que entregué a Augusto en un posterior encuentro.

La voz siempre luminosa de José María Reyes que se coló por el celular, apartó por un instante de mi imaginación ese festín de locos con salsa verde, cebolla y lechuga, machas a la parmesana y pico rocos al vapor, que anticipaban el agua en mi boca. Camarada en la valorización y el rescate de la personalidad y figura de su abuelo en el quehacer del Uruguay, la cultura y el fútbol, la euforia de Josema apuntaba con precisión telescópica a la cita de este domingo, que mantenía en vilo desde el jueves pasado a toda la grey nacionalófila.

-“Encontré una fotografía del doctor Delgado pronunciando un discurso con la bandera de Nacional detrás. ¡Me inspiró en Facebook!”, anunció Josema con euforia.

-¡Arriba Josema! La voy a leer. Hoy gana Nacional, atiné a responderle apuntalando la fe del amigo. Me imaginé a Josema en su exclusiva casa del Palacio Salvo -especie de moderna propia Torre de los Panoramas, similar a la que muy cercana que popularizó Herrera y Reissig, contemporáneo de su abuelo-, escudriñando en antiguas carpetas, tal vez mezcladas en su impresionante colección de discos de Frank Sinatra, en la búsqueda de un elemento removedor que horas después sumara positivismo a los defensores de “la blusa alba”.

Asombra cada día la forma como la tecnología paulatinamente modificó los hábitos del relacionamiento social. ¿Quién nos empuja al llegar a cualquier lugar y en vez saludar cortésmente, reclamar casi con desesperación cuál es la red de “guayfai” (Wi-Fi)? No soy adicto a esa práctica, pero la curiosidad por el anuncio de Josema llevó a que antes de estrecharme en el abrazo del reencuentro con Augusto, solicitara los datos para la conexión. Ya en la mesa, mientras un Finis Terrae premium blend blanco de Cousiño Macul aportaba al paladar el acompañamiento para la selección de mariscos, leí el anunciado texto de Josema.

Hoy 27 de noviembre del 2017, Nacional y Defensor por el título de la Anual, como dijo mi abuelo y padrino el Dr. José María Delgado, antes de despedirse del planeta tierra, ‘me gustaría desde el cielo, poder ver desde una ventana a mi querido Nacional’. Aspiramos que los que hoy concurran a las tribunas del GRAN PARQUE CENTRAL , presidida por la suya, lo puedan acompañar en un festejo de tierra a cielo, y como es fútbol, un juego, la vida continua y la mística DURA MÁS QUE 1 RESULTADO, así es el aspecto noble de la vida, hoy más necesario de revitalizar,  que nunca… La jerarquía de la foto con la gloriosa bandera, foto de por lo menos de 85 años atrás, ‘habla de eso’…”

La frustración posterior de Nacional en el escenario cuya primera ampliación de su historia en 1911, resultó uno de los actos trascendente del primer año de mandato del Dr. José María Delgado, consumó otro eslabón más en esa inevitable cadena de cambios que se suceden en el mundo. El afamado médico y excelso poeta nacido en Salto tenía veintiséis años cuando asumió la conducción de Nacional en enero del año citado. Los diarios de la época anunciaban las dificultades que el club iba a tener para “formar el team”. La rebelión de los jugadores que pertenecían al patriciado universitario que fundaron la institución, pegó en la línea de flotación de la nave alba. El rechazo al ingreso de futbolistas de clase baja, obreros y albañiles –Ángel Romano y Abdon Porte entre ellos- puso en peligro la continuidad del emprendimiento. El joven y novel presidente, par en su condición social con los revolucionarios, mantuvo firme el timón en las aguas procelosas. El Club Nacional de Football acumulaba siete años sin títulos y se sumaría un octavo en los siguientes doce meses desde la asunción de nuevo conductor.

Afirmado el rumbo a pesar de ese contraste deportivo en su inicial año de mandato, llegaría el reencuentro con el éxito en 1912 y el esplendoroso trienio transcurrido entre 1915 y 1917. Un siglo atrás “los albos” se coronaban campeones uruguayos y conquistaban en propiedad -también por vez primera en los anales futbolísticos-, la entonces lujosa y valiosa Copa Uruguaya fabricada en Londres. Sumaría luego los triunfos en 1919 y 1920. Al año siguiente el constructor de esos jalones victoriosos, numen de su prolífica labor literaria y hombre de concordia en su accionar, resignó su reelección entregando el poder. Percibía en su interior la ruptura institucional de 1922. Se negó a la tarea de ser piloto de la división fútbol. Nacional homenajea eternamente al Dr. Delgado con el nombre que lleva la tribuna principal del Gran Parque Central. En el centenario preciso de aquel tiempo, ojalá desde la ventana que reclamaba en el cielo, surja la luz para alumbrar el camino del futuro.

¡Nadie que se precie de valorar la historia del fútbol uruguayo, su construcción y desarrollo glorioso que tuvo en Nacional el basamento sólido para acumular tanto oro, puede aceptar sin contrariedad que en su propia cancha el equipo albo haya empatado –perdido al fin-, un partido después de lograr en las postrimerías del juego la ventaja que necesitaba, y resignarla apenas dos minutos después.

La contra cara –para el cierre de eta columna- la ejemplifica el club violeta, siempre que no se cuestione y se considere al actual Defensor Sporting Club como el “continuador” de aquel Club Atlético Defensor nacido en 1913. En ese año, el de su fundación, debutó en la III División de la Liga Uruguaya de Football. Logró el título de campeón y el ascenso a Intermedia, repitiendo la excelente campaña que lo depositó en la 1.a División a partir de 1915. Hace un siglo al quedar en el último puesto de la tabla de posiciones perdía la categoría. No fue inscrito para continuar compitiendo en la Liga al vencer el plazo para hacerlo,  disolviéndose el 30 de julio de 1918. Ah… Cien años atrás, en ese campeonato uruguayo que fue el último en el que compitió el Club Atlético Defensor hasta su retorno en la Federación en 1923, Nacional venció 5:0 y 1:0 contribuyendo con esas derrotas a su caída. Salute.