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MUCHAS MANOS EN UN PLATO….





10 agosto, 2018
Columnistas

Ariel Longo. Columnista.

Traeremos algo  muy actual que ocurre en nuestra profesión.

El tercer libro de mi autoría; “Campeones: tanta gloria olvidada”; se encuentra en el Museo de Conmebol  en el Stand de Uruguay como aporte a la historia de nuestro fútbol y trata dentro de muchos ítems el especifico de la aparición del entrenador de fútbol en nuestro país.

Porqué y para qué aparece esta figura dentro del fútbol.

En uno de sus capítulos llamado “Como y cuando nace el entrenador uruguayo” desarrollamos lo que en  25 años de investigación hicieron que se llegara a esta conclusión. Transcribimos parte de dicho capitulo:

“En un país que acumulaba títulos y tenía jugadores de una excelencia superlativa dentro de la cancha y que dentro de ella eran ellos mismos los que se auto ordenaban en su distribución y juego. Los capitanes eran piezas claves en el armado de equipos. Para esa tarea se fue sumando a dirigentes influyentes. Se sumó boxeadores a la tarea de masajistas y que prestaban servicios en el primer auxilio ante una lesión. Estos tenían conocimiento del entrenamiento específico de su deporte y lo fueron adecuando al fútbol pasando a tener su influencia en el armado de los equipos con el paso del tiempo. Esta semilla imaginaria, los masajistas, se fueron transformando en  entrenadores y que culminaría en lo que es hoy el director técnico. Los directivos a su vez tenían comisiones de fútbol que citaban a planteles, elegían jugadores y todo lo concerniente al armado y funcionamiento de un plantel, sea en un club o una selección. Es decir se fueron acumulando en un solo lugar de la estructura de un equipo de fútbol (la dirección técnica) mucha gente. Eso provocó una especie de doble ó triple rumbo a la hora de definición de los equipos. Fue creciendo la necesidad de una dirección única y  responsable ante una derrota. Porque con el triunfo todo era como ahora. Con la diferencia que en aquellos tiempos el triunfo era una obligación y no se le daba  la trascendencia que se le da ahora y ante la derrota era todo muy duro. No había justificativo como ahora pasa. Esto hizo grande a nuestro jugadores, nuestros entrenadores y a nuestra gente con respecto a cuál era el camino de la gloria. La exigencia al más alto nivel desde todo ángulo y no creer que estaba todo logrado aún lográndolo. Sed de gloria siempre”.

Es decir que la aparición de un responsable se hizo imprescindible.

También, el libro,  desarrolla como con el paso de los años  fue creciendo y rodeando al entrenador; los cuerpos técnicos y acompañando en la función al solitario conductor de un principio.

Poco a poco también fue “endureciéndose” la personalidad del entrenador, para hacer frente a un crecimiento mundial del fútbol y todo lo que lo rodea. Para ser conductor de un equipo esta faceta es fundamental; de lo contrario su figura seria opacada por las opiniones y acciones de su entorno, desde dentro y desde fuera.

Héctor “Pichón” Nuñez y Ariel Longo

Una debilidad haría tambalear la misión y su objetivo.

Por otro lado sería imposible con todos los caminos que hay que recorrer en  el futbol de hoy; hacerlo solo. La importancia del aporte para el bien común es necesario; también sus límites.

¿Será por eso que cada vez más los entrenadores reímos menos?

Para dar un ejemplo de la tensión que es la conducción técnica, elegimos a  Héctor “Pichón” Núñez y la alegría era su principal escudo de  vida.

Que no pudo tener siempre.

La actualidad del fútbol en cierto aspectos y referidos a la dirección técnica hacen volver a aquellos inicios del deporte rey de principios del siglo pasado; donde “muchas manos en un plato hacen mucho garabato”.