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Agentes de Jugadores “Angeles o Demonios ?”: Parte II





21 marzo, 2013
Columnistas

Hemos escuchado hasta el cansancio la frase de que “ hay que terminar con los contratistas ricos y clubes pobres”. A mi criterio habría que empezar a repetir otra:  “ni los contratistas son tan ricos ni los clubes tan pobres”.

Nadie se tomó el trabajo de  analizar cual era el estado patrimonial de las instituciones antes de la aparición de estos “demonios” contratistas. Hoy todas tienen sus campos deportivos en condiciones, varias canchas, vestuarios acordes, cuerpos técnicos de primer nivel en todas las divisionales, ¡agua caliente! Clubes menores han ganado campeonatos y han podido vender a sus jugadores directamente al exterior. Literalmente era una utopía pensar en esa realidad actual, lograda en gran medida por el trabajo de los agentes.      

Lamentablemente, lo que siempre trasciende a la opinión pública es el llanto frustrado de algún dirigente, demonizando al contratista que les “robó” a tal jugador ( olvidando que se trata de personas ligadas por un contrato de trabajo y no de una pertenencia como pretenden los clubes) .  Nunca trasciende cuando los clubes literalmente expulsan  a cientos de jugadores, u ofrecen sueldos bajos a quien luego pretenden vender en fortunas….O recurren al contratista para poder empezar los campeonatos.

En el Uruguay la “demonización” llegó a envolver al propio Estado, el que escuchando los gritos de la “tribuna”,  ha literalmente intervenido en el mundo de las transferencias, aprobando leyes regulatorias que no condicen con la realidad del mercado mundial ni con las normas de FIFA,  ha gravado con impuestos a las transferencias, o lo que es peor,  ha literalmente volcado todo su peso sobre un agente en particular  desequilibrando el mercado , en un caso notorio todavía pendiente.

Pero en definitiva el agente de jugadores llegó para quedarse. Pese a todo hoy es impensable una transferencia sin su intervención, sobre todo a nivel internacional. Los clubes no tienen los medios para llegar directamente a los grandes mercados y,  cuando lo logran,  tienen serias dificultades de cobro. El acceso a los tribunales internacionales  es costoso,  y es prácticamente ocioso presentarse sin el asesoramiento de prestigiosos estudios especializados que no pueden pagar. En este mundo superprofesionalizado, el agente cumple ese rol de garante, cobrador, apoderado, intérprete, etc. también del club, además de representar al jugador.

Por ello todos los jugadores tienen su agente, y todos quieren ser agentes. Estamos en una época de proliferación, de allegados a clubes, ex futbolistas o personas que creen que el fútbol es un negocio fácil, que se autodenominan “empresarios”.

Es ahí donde comienzan los problemas. Muchos inescrupulosos ven en un jóven que pinta para jugador la solución a su vida. Aprovechan la necesidad económica de la familia con falsas promesas, para hacer firmar “contratos de representación” similares a la esclavitud, sin siquiera estar habilitados para la función. Difícilmente se plantee un problema de este tipo con los vedaderos agentes. El tema es con aquellos que, por estar fuera del sistema, desarrollan su actividad por fuera de las normas de FIFA y luego acuden a la justicia ordinaria, cuyas soluciones muchas veces no coinciden con las estatutarias.

Como en todas las profesiones, hay buenos y malos profesionales. En saber distinguir unos de otros está la clave.

Hasta la próxima.