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Granger, exclusivo: “La disciplina es primordial”

El base uruguayo, reciente campeón de la Liga ACB de España, habló con Tenfield.com de su presente y de su carrera de élite en Europa, el lugar en el que, aún más que en la NBA, siempre soñó estar.




Jayson y una de sus especialidades: la penetración en velocidad (foto gentileza del Baskonia).


26 julio, 2020
Básquetbol

“No es posible practicar un estilo de vida reacio al desarrollo y pretender progresar”, escribe el historiador Marcos Cantera Carlomagno en su libro “El Tercer Uruguay”, y agrega: “Debemos asumir que somos los mayores responsables de nuestro destino”. Habla Cantera Carlomagno de la ruta que cada pueblo decide, más allá de las externalidades, recorrer por sí mismo. Pero podría hablar igualmente del  individuo, y es difícil encontrar una máxima que encaje mejor con Jayson Antoine Granger Amodio, uno de los basquetbolistas uruguayos más brillantes de las últimas décadas, para quien la disciplina, la ética de trabajo y la autosuperación en aspectos técnicos, tácticos y mentales son tan naturales como respirar.

Campeón hace pocas semanas de la Liga ACB de España, la de mayor prestigio en el mundo después de la NBA, Granger -quien venía de reponerse de una gravísima lesión en el tendón de Aquiles- jugó como juvenil en Cordón, uno de los clubes con los que salió campeón en Primera su padre, Jeff Granger, si hasta el día de hoy los hinchas recuerdan los tiros libres con los que sentenció a Hebraica y Macabi en la quinta final del Federal de 1995.

Pero Jayson ha jugado profesionalmente en Europa, sobre todo en España, desde Estudiantes hasta el Baskonia, pasando por el Unicaja y por el turco Anadolu Efes. Ex participante de la Liga de Verano de la NBA, su talento tampoco ha pasado inadvertido en la selección nacional, donde algunos desencuentros hicieron que los aficionados no siempre pudieran disfrutarlo, pero donde de todos modos tuvo una actuación notable tanto en la Fiba AmeriCup 2017 como en el Campeonato Sudamericano 2012, en el que un Uruguay repleto de figuras terminó tercero después de caer en semifinales contra Argentina, el posterior campeón, por 88 a 81, partido que Granger culminó como máximo goleador con 26 puntos.

Sobre su presente y sobre esa carrera, el ex integrante del equipo ideal de la Liga ACB habló con Tenfield.com.

 

-¿Cómo se sintió en las horas posteriores al campeonato de lujo que obtuvo en España?

-Con resaca, no te lo voy a negar (risas). La verdad es que después de que bajó todo un poquito, mirando atrás y evaluando cómo había ido el año a nivel personal, con mi lesión en el primer minuto de aquel partido, nadie pensaba que pudiésemos ganar la Liga. Pero haberlo vivido y ser partícipe de este equipo, apurando un poco la recuperación para poder llegar de una manera bastante justa a la fase final y haberla podido ganar, es una sensación divina.

 

-Todo el mundo repite que los vascos son efusivos y tercos, sin medias tintas. ¿Cómo caracterizaría usted al público del Baskonia?

-La verdad es que la gente acá al principio parece fría y un poco distante, sobre todo si se la compara con otros lugares donde ya estuve y donde es más cercana desde el primer minuto, como Estambul o Málaga. Pero a pesar de eso, una vez que te ganás el cariño del público todos van a muerte contigo. Vitoria es una ciudad chiquita, donde hay un equipo de fútbol y de básquetbol, y sorprendentemente el básquetbol es más grande. El aficionado es muy pasional, anima vayas ganando por 30 o vayas perdiendo, y el estadio siempre está lleno. Eso te da una motivación extra para jugar.

 

-De todos modos, a muchos de los que creen que son los mejores hinchas del mundo habría que llevarlos a Estambul, ¿no?

-Desde luego, no hay punto de comparación: el aficionado turco es muy pasional (risas). Por eso siempre cuento que en mi primer partido, que fue de visitante contra el Galatasaray, el cual obviamente comparte la hinchada entre el fútbol y el básquetbol, me tocó jugar 40 minutos, ganamos y sentí una vibración y una energía adentro y afuera del estadio increíble. Creo que su hinchada se asimila mucho a la del fútbol uruguayo.

 

-Imagino que haber sido compañero de Patricio Garino, y seguir siéndolo de Luca Vildoza, debe haber creado una especie de fraternidad rioplatense en Baskonia…

-Sí, la verdad es que nos llevamos bárbaro. Hicimos una piña ya desde el primer año, fueron tres años juntos, y tanto con “Pato” como con Luca tenemos una linda amistad. Nos llevamos espectacularmente adentro y afuera de la cancha.

 

-Qué lindo. ¿A usted lo ha ilusionado mucho ir a la NBA? Se lo pregunto porque hoy la liga española es de élite y tiene a jugadores que hasta hace poco eran grandes de la NBA, como Nikola Mirotic, del Barcelona, y por otro lado a Facundo Campazzo, del Real Madrid, quien sorprendentemente nunca emigró.

-Yo personalmente desde chiquito sentí mayor atracción por la ACB y por la Euroliga que por la NBA. Y la verdad es que tuve dos veces la oportunidad de dar el salto. Sin embargo, decidí quedarme en Europa y seguir compitiendo al máximo nivel, con mayor protagonismo que si hubiese ido a la NBA. No es algo que me haya vuelto loco nunca. Es verdad que la NBA es un espectáculo y que maneja unas cifras inalcanzables, pero a nivel táctico y técnico Europa continúa atrayéndome mucho más.

 

-Y usted viene de ganarle la final de la Liga a Mirotic, que venía de ser alero titular de Milwaukee, así que hay una retroalimentación muy importante entre una liga y la otra.

-A mí me cuesta terminar de ver un partido de temporada regular de la NBA, porque como amante del básquetbol prefiero que los marcadores sean más bajos, que los partidos sean más competitivos y que se le dé mayor importancia a la defensa. Acá el último le puede ganar al primero perfectamente, y fijate que el Madrid no se metió ni en semifinales y que Barcelona perdió la final contra nosotros. Así que se le da mayor preponderancia al juego colectivo. Por algo existen menos jugadores americanos que se hayan destacado en Europa que jugadores europeos que se hayan destacado en la NBA, donde hay más espacio, se juega mucho más rápido, el juego es menos físico y las ventajas son más rápidas. No es casualidad que Luka Doncic haya dicho que es más fácil anotar en la NBA que en Europa.

 

-Con el auge de la concepción según la cual lo esencial son los libres y los triples largos, parecería que actualmente fuera más importante ser tirador que jugador, ¿no es cierto?

-Es que el básquetbol va evolucionando. Yo creo que las distancias van a cambiar y que hoy ves cosas impensadas hasta hace pocos años, como el hecho de que las posiciones son menos fijas, y los jugadores, más versátiles. Antes, el base era el base y el pívot era el pívot, pero hoy ves a basquetbolistas de 2,15 metros picando la pelota y tirando de tres. Y hay que adaptarse del mejor modo posible.

 

-¿Cuál es el basquetbolista más difícil de marcar que usted enfrentó en la temporada anterior a su lesión?

-Shane Larkin, de Anadolu Efes, es un jugador muy rápido, con un tiro muy lejano y con gran capacidad de pique y de cambio de ritmo. Este año la rompió y fue capaz de meter 49 puntos en un partido de Euroliga, algo que no se había visto nunca.

 

-Jayson, ¿le han dicho que en el estilo de tiro y, al menos desde lejos, físicamente usted se parece a Kobe Bryant?

-¡Me lo repiten bastante, y ni te imaginás las veces que me han parado preguntándome si soy Kobe Bryant en Estados Unidos! (risas). Me hubiera encantado tener la mínima parte del talento que tuvo Kobe, un jugador en el que me fijé mucho desde chiquito. Lo poco que le pude copiar fue la mentalidad competitiva, que me ha llevado a querer mejorar cotidianamente, a levantarme a las 4 de la mañana para practicar y a trabajar tres veces por día. Eso me lo contagió él, que fue una influencia enorme, aún mayor que Michael Jordan.

 

-¿Quién es el técnico histórico que equivalga a ese Kobe para el que usted hubiera querido jugar?

-Obradovic, el ex entrenador del Fenerbahçe, ganador de nueve Euroligas, técnico mítico que ha hecho que todos sus jugadores se desempeñaran al máximo nivel. Me gustaría jugar para él.

 

-¿Cómo recuerda la eliminatoria que disputó con Uruguay, en la que la selección jugó muy bien, basada, a mi juicio, en un triángulo integrado por usted, por Bruno Fitipaldo y por el ex entrenador Marcelo Signorelli?

-Cuando tuve la oportunidad de disputar esta última Americup en el grupo comandado por Marcelo, pude jugar con Bruno, a quien conozco hace años y con quien justo habíamos sido vecinos en Turquía, y se hizo todo fácil justamente porque Bruno, quien venía de una temporada muy buena en Europa, tiene mucho talento y sabe qué hacer y cuándo hacerlo, conoce el juego y es capaz de leer situaciones de ventaja. Así que nos pudimos complementar muy bien.

 

-¿Cómo puede ser que Estados Unidos consiga muchas veces juntar a todas sus estrellas y que Uruguay no lo logre?

-Yo creo que las cosas en Uruguay ahora se están haciendo bastante mejor que hace algunos años. Antes, la infraestructura no era la adecuada. Cuando tenés la suerte de ir a Europa desde chico, comparás y ves cosas que no son sanas, como por ejemplo que no se intente mejorar, que manden los jugadores o que no haya respeto por el entrenador. Si querés que una selección nacional tenga éxito, la disciplina es primordial. Y ese respeto por el juego, por el trabajo, por los horarios y por el director técnico lo notás en las mejores selecciones de Estados Unidos y antes no lo veías en Uruguay, donde ahora se está actuando mucho mejor, porque existe una infraestructura adecuada para entrenar, y porque hay condiciones para que los equipos puedan mejorar desde que los jugadores femeninos y masculinos son juveniles. El talento en nuestro país está. Hay que exprimirlo y hay que cuidarlo. Pero estamos sacando chicos jóvenes al exterior y vamos a dar que hablar.

 

-¿Podría explicarles a los jóvenes que creen que el mundo es como Uruguay qué incidencia real tiene el entrenador en Europa?

-Lo que pasa es que en lugares chiquitos el jugador estrella sabe que va a jugar sí o sí, le falte el respeto al técnico, llegue tarde a la práctica o diga que no quiere entrenar. Pero acá hay 28 mil personas más entrenando a muerte, y muchos entrenadores los tratan de igual a igual. El jugador número 1 y el número 12 van a trabajar lo mismo y, aunque uno tenga más talento, el talento no le gana al trabajo. Si querés estar en la élite, tenés que ser capaz de respetar al entrenador. Si no, te mandan a la calle, porque además hay otro que quiere tu lugar. Y eso en Uruguay ahora no sé cómo estará funcionado, pero cuando me tocó ir lamentablemente no estaba. Yo creo que el respeto es un valor a aplicar adentro y afuera de la cancha.

 

-Me gustaría saber cuán innatas y cuán practicadas son su velocidad en la penetración y, por otro lado, su capacidad para el tiro de larga distancia.

-Bueno, cuando yo tenía 16, 17 años me costaba meter triples, y la verdad es que fueron muchas horas de trabajo y aún sigo practicando. En el básquetbol te debés adaptar, tener más armas ofensivas y evitar estancarte. He tenido la suerte de contar con entrenadores y con el tiempo necesario para practicar el triple, que siempre fui consciente de que debía mejorar. Y con respecto a las penetraciones, es algo que he trabajado sobre todo físicamente y en la postemporada, intentando hacer todo a la máxima velocidad posible en situaciones con las que me iba a encontrar de cara a los partidos, para después trasladarlas a la competición.

 

-Otro aspecto fundamental hoy es la velocidad a la que el jugador saca el tiro, ¿verdad?

-Exactamente. La velocidad de ejecución es algo en lo que se pone mucho énfasis en el básquetbol mundial, porque en un segundo te llega cualquiera. Hoy ves de todo: jugadores más fuertes, más altos, más rápidos, más grandes. Y en medio segundo nada más puede que dejes de estar solo, porque te llega un rival con un brazo largo y ya no podés sacar el tiro. No es fácil de entrenarlo, pero debés ser capaz de hacer todo a la máxima velocidad.

 

-Para ir terminando, y pocos días después de que se celebrara el Día del Padre, ¿qué importancia ha tenido Jeff Granger en su vida?

-Fue y es una persona fundamental en mi vida deportiva y no deportiva. Es mi fan número 1, siempre me empujó a mejorar, todos los domingos en los que yo jugaba en las formativas de Cordón estaba ahí, me ha dicho las cosas que no quería oír de manera constructiva, me ayudó y me sigue ayudando como hombre y a nivel profesional, le agradezco hasta el día de hoy y quiero inculcarles todas esas cosas a mis hijos, porque ha realizado un trabajo fenomenal.

 

-¿Usted ya es padre?

-Sí. Soy padre de un niño de siete meses.

 

-Felicitaciones. ¿Cómo lo cambió esa experiencia?

-Fue increíble. Vino en el mejor momento, porque yo estaba re caliente cuando me lesioné el tendón de Aquiles, pero una de las primeras cosas que tenía en la cabeza era que en los meses siguientes iba a tener un niño. Es difícil explicarlo, pero el amor que sentís hacia tu hijo te hace pelear por todo. Y cuando muchas veces quise bajar los brazos y dejar todo, él me dio mucha fuerza para recuperarme. Ojalá en un futuro Jann sepa que, cuando las cosas no van bien, puede llegar una noticia que te cambia la vida, y que en mi caso fue su llegada.

 

-¿Quién quiere ser Jayson Granger?

-Un ejemplo para mucha gente, un ejemplo de superación, de buen padre, de buen amigo y de buena persona. Y, sobre todo, quiero ser feliz y que mi mujer, mi hijo y mis futuros hijos puedan tener la mejor vida posible, con pocas preocupaciones. Eso es básico dentro de nuestra filosofía de vida.

 

-Pero ¿quién es Granger?

-Una persona que trabajó mucho para estar donde está, para cumplir sus sueños y para tener sus objetivos casi cumplidos. Y un tipo que también sigue siendo un soñador y un peleador, y que intenta cada día ser mejor como persona, como amigo, como hijo y como marido. Vamos camino a ello.

 

El base, cuya combinación con Fitipaldo fue clave para la selección en la AmeriCup 2017, inicia el contraataque, escoltado atentamente por Sebastián Vázquez (foto gentileza FIBA).