¡Adiós, “Káiser”!

El histórico defensa alemán y leyenda de la historia del fútbol, Campeón del Mundo como jugador y como entrenador con su selección, y Campeón Intercontinental con el Bayern, murió a los 78 años.




El "Káiser", Franz Beckenbauer, uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol.


8 enero, 2024
Fútbol Internacional

El fútbol está de luto tras la muerte, a los 78 años de edad, del “Káiser” Franz Anton Beckenbauer, una leyenda del deporte y un defensa con una calidad y un estilo de juego únicos, que marcaron un antes y un después en la historia. El alemán cuenta con un inigualable palmarés. Pero lo que se destaca especialmente, además de sus cualidades intrínsecas, es su logro más exclusivo: Beckenbauer fue campeón mundial con Alemania como jugador, en 1974, y como entrenador, en 1990. Tan solo otras dos personas consiguieron este hito: el extraordinario brasileño Mário Zagallo, quien también falleció en los últimos días, y en memoria de quien el presidente Lula decretó tres días de duelo nacional, y el francés Didier Deschamps, actual entrenador de Francia. 

 

“Nunca caen bien esas noticias, porque primero es un compañero de la profesión. Y cada vez que pasa algo de eso, a uno le duele”, declaró, consultado en exclusiva por Tenfield, Walter “Indio” Olivera, un símbolo de Peñarol, club en el que fue capitán y donde salió Campeón Uruguayo, de América y del Mundo, y de la selección, donde obtuvo nada menos que el Mundialito. “Como jugador, Beckenbauer era excepcional, un gran valor, un zaguero que en estos tiempos directamente no aparece”, agregó. 

 

Si bien Olivera no llegó a conocerlo en persona ni a compartir cancha con él, conoció bien su juego y lo admiró profundamente. “Siempre uno quiere tener cosas de jugadores como él, pero a veces no lo lográs porque no naciste con ese don”, dijo con su bonhomía y su humildad naturales. 

 

Ildo Maneiro, Campeón de América y del Mundo con Nacional, además de multi Campeón Uruguayo -con Nacional y Peñarol-, y quien compartió una Copa del Mundo -la de 1970- con el “Káiser”, comentó en comunicación con Tenfield que “Beckenbauer fue un jugador ejemplar, que marcó una época, un mediocampista excelente y un mejor líbero. Y tenía unas cualidades enormes, físicas y técnicas, y una inteligencia superior”. 

 

Hablar de Beckenbauer, entonces, es hablar de liderazgo, de jerarquía, de elegancia y de personalidad. Es que el alemán revolucionó el juego, entre otras cosas porque cumplió un rol que hasta el momento no era conocido: el de ocupar, en el más amplio sentido de la palabra, la posición de líbero. “Fue el primer líbero visible. Las condiciones técnicas de él le permitían adaptarse fácilmente a requerimientos diferentes, así que jugar ahí era ideal para él”, aseguró el histórico entrenador uruguayo Sergio Markarián, quien, fiel a su capacidad analítica, agregó: “En el Mundial de 1966, Beckenbauer nos hizo un gol en el que vino tirando paredes desde la mitad de la cancha, algo que para un volante central era incomprensible. Era una cosa nueva. En una posición donde tradicionalmente los uruguayos teníamos a alguien de marca, de presencia, aparecía un jugador que jugaba al fútbol brillantemente, tanto que hasta podía haber jugado de enganche. Ahí nos damos cuenta que estamos en presencia de un futbolista diferente y en un gran equipo, porque era buen equipo ese alemán. También Uruguay era un gran equipo, pero nos ganaron bien. Después, él apareció jugando como líbero. Es una cosa rara que no suele ocurrir con nuestros jugadores, pero que te habla de la gigantesca capacidad técnica de Beckenbauer, de su enorme comprensión del juego y de su gran adaptabilidad a cualquier posición”.

 

Markarián concluyó que, “si Beckenbauer no llegó a ser el mejor futbolista del mundo, fue por la posición en la que jugó”, y que si hoy se tuviera que armar una “selección mundial de los mejores que hemos visto”, habría que “guardarle un lugarcito”.

 

Las estadísticas del “Káiser” revelan a las claras la magnitud de jugador que fue y la huella que dejó en el deporte. Dentro de un inmenso palmarés, los premios que más se destacan son la Copa del Mundo que ganó con Alemania en 1974 -siendo él, además, el capitán-, los dos Balones de Oro -1972 y 1976-, la Eurocopa de 1972, sus cuatro distinciones como mejor jugador del año -1966, 1968, 1974 y 1976-, las tres -sí, leyó bien, tres- Champions League que ganó con el Bayern Múnich -1974, 1975 y 1976- junto con una Copa Intercontinental -1976- y tantos otros títulos. Todo esto, como jugador. Pero, por si fuera poco, en su pasaje como entrenador el hombre nacido en Múnich sumó una nueva Copa del Mundo con Alemania -1990-, así como una Bundesliga -en 1994- y una UEFA Europa League -en 1996- con el Bayern.

 

Sin dudas, la muerte de Beckenbauer, cuyo estado de salud últimamente era delicado, representa una pérdida profunda e irreparable para el fútbol internacional. Pero su legado, singular e imborrable, permanecerá en la memoria del deporte, que lo recordará como un líder único, y como uno de los futbolistas más trascendentes y brillantes de la historia. En un día triste como hoy, solo cabe añadir esto: que así sea. 


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