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Agentes de Jugadores: ¿ Angeles o Demonios? Parte I




Luis Bartlle Berres recibe a Obdulio Varela en 1950.


8 marzo, 2013
Columnistas

El Agente de Jugadores  tal vez sea la figura  que ha irrumpido con más fuerza y polémica en el “tradicional” mundo del fútbol.  En las últimas décadas apareció como actor protagónico, en un mundo otrora monopolizado por los dirigentes de los clubes: el mundo de las transferencias de jugadores.

La receta fue tan  mágica como sencilla: prestigiar, profesionalizar y proteger al jugador de fútbol por sobre todas las cosas, en un tiempo en que los  pases eran manejados entre gallos y medianoches por los dirigentes de las instituciones,  que buscaban el beneficio para su club (y aveces el suyo propio),  pero jamás el del jugador.  Existen innúmeros ejemplos  de jugadores que, habiendo sido cracks  e inclusive campeones del mundo, terminaron sus días en la más profunda miseria, sin siquiera contar con cobertura de salud. En Uruguay tenemos lamentablemente muchos casos de estos ilustres olvidados.

Con la aparición de los agentes los futbolistas fueron los primeros beneficiados, ya que comenzaron a ganar cantidades importantes de dinero y aumentó su cotización internacional. A la vez se abrieron nuevos mercados debido a las importantes inversiones en promoción y difusión que estos agentes efectuaron, inversiones imposibles de igualar por las instituciones de los países exportadores, como el nuestro.

Así comenzó una relación de amor-odio entre clubes y contratistas. El amor se manifiesta cuando nos traen al futbolista añorado, o cuando venden a aquel que significará el oxígeno económico por un tiempo. El odio, cuando hay que pagar un salario acorde a la cotización del jugador, o cuando se va un jugador en condición de libre, o cuando una transferencia no satisface las espectativas que, muchas veces sin ningún tipo de fundamento, tenía el club.

En el Uruguay, debido a que los contratistas no acostumbran a dar notas y al rechazo al éxito tan propio de nuestra cultura, se generó un folklore de una sola campana, trascendiendo  públicamente solamente la parte negativa de la relación clubes-agentes, sin que jamás se escuche una sola palabra  positiva, mucho menos de agradecimiento…

Pero la actividad de los agentes es una actividad digna y legítima, que está reglamentada estrictamente por la FIFA. Desde estas líneas, en los próximos trabajos, daremos un pantallazo general sobre estos temas, intentando colocar las cosas en su real dimensión. Hay que separar la paja del trigo, porque no todos son lo mismo, y no todo es como algunos pretenden hacernos creer.

Hasta la próxima.