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Álvez, El Diamante Negro de Vichadero, por segunda vez en este Campeonato, fue el mejor jugador de la etapa





14 abril, 2014
Fútbol Uruguayo Primera

alvez arriba

Jonathan Álvez en blanco y negro danubiano

En el Apertura ya había sido el mejor jugador de una etapa y lo habíamos entrevistado para esta serie. Jonathan Álvez vivía en La Unión, recién había llegado a Danubio desde Torque. Lo presentamos porque era desconocido por el gran público. Nos contó su historia de vida desde su natal Vichadero, donde se hizo popular en la Selección de Rivera como El Diamante Negro (seudónimo que hoy acompaña a su nombre en su perfil de Facebook). Ahora vive en Pocitos, la gente lo reconoce por la calle y los que no son de Danubio le gritan que lo quieren en sus clubes. Otros lo alientan “¡Vamo’ el 9 de Danubio!”. “Me conocen también por el peinado feo este que tengo -dice Jonatahn- (a lo mohicano). Es el que tenía en el Torque, porque un compañero, Fernando Cañarte, me dijo, “dejátelo así, que te va a dar suerte” y hoy por hoy, también por el peinado la gente me conoce. Ahora volví a dejármelo así para recuperar la cábala. Me dije “me lo voy a dejar, porque así la gente me conoció”.

-Estoy tranquilo nomás -resume Jonathan Álvez su momento actual-. La oportunidad que me dieron Leo Ramos y los dirigentes, la aproveché, aportando al grupo como todos, el granito de arena que en cada partido es importante. Creo que tenemos un gran plantel y podemos sacar adelante los partidos que faltan.

Jonathan Álvez levantando la Copa con Torque

Jonathan Álvez levantando la Copa con Torque

LAS FIESTAS EN VICHADERO

Jonathan Álvez juega con zapatos triplemente marcados, con la marca que llevan en la grifa y con otras dos que él colocó en cada uno: “Yula, te amo”, por Yulamai Álvez, su mamá, en uno y “Tefa, te amo” por su hermana, Estéfani Álvez, en el otro.

“Son la única familia que tengo -nos contó en su presentación-. Me crié con mi mamá que para mí es mi mamá y mi papá porque faltó mi padre biológico. Mi padre de la vida fue mi abuelo, Julio Álvez, ya fallecido, que me crió desde chiquito. Vivíamos en la calle 33 Orientales de Vichadero. La escuela de baby fútbol era por barrios y el barrio en que jugaba yo se llamaba Barrio Sur. Edgar González fue mi técnico en la escuela y después pasé a la juvenil del club Ceibal de Vichadero, un equipo militar, donde me dirigió Elbio Lesa y en la mayor del Club Atlético Ceibal me dirigió Henry Valdez. El pasaje para Montevideo me lo dio la Selección de Rivera que entrenaba Picanzo. El pase fue a Nacional, donde me trataron bárbaro, pero yo era muy gurí y capaz los otros eran unos fenómenos y no me gustó por cosas mías. No me dieron cabida, capaz que porque era un pibe del interior y habían otras prioridades, pero me quedó, por ejemplo, la amistad del Morro (Santiago García) que en ese momento estaba en Tercera y después Pelusso lo subió a Primera. El Morro era el único que me prestaba más atención y para mí es un gran amigo. Yo siempre estaba con él”.

Jonathan Álvez besando la Copa con Danubio

Jonathan Álvez besando la Copa con Danubio

-¿Has vuelto a Vichadero en estos meses? -le preguntamos ahora.

-Pasé las fiestas con mi vieja en Vichadero y desde que me vine no he vuelto a Vichadero ni a Rivera. Son cuatro meses sin ir por allá, se extraña un poco, pero a la vez estoy disfrutando lo que me está pasando, me siento cómodo, pero en cuanto tenga la oportunidad de irme, me iré a Vichadero.

-¿Qué cosas nuevas te están pasando?

-No te voy a mentir, en el Torque no me conocía nadie. Ahora la gente me reconoce en la calle, los niños, la gente mayor que está en el ambiente del fútbol, me grita, “¡Alvez para tal club o tal otro!”, sean de los colores que sean siempre me gritan. Viste cómo es, dos por tres gritan pa’ tras pero la mayoría que me ha gritado me ha dado aliento, “¡Vamo el 9 de Danubio!” y esto, creo que es porque estoy haciendo las cosas bien y eso se reconoce.

-Tenés otra presencia física en la cancha. Recuerdo que en Torque no dabas esa impresión.

-De la C a la B estaba con poca masa muscular. Hoy por hoy, en Danubio, al cuidarme más en las comidas, yo, que ya vengo, de genética, corpulento (mis tíos, mis familiares ya somos así). Hoy por hoy si se nota en la cancha ese estado físico es porque voy al gimnasio todos los días, para mantener el cuerpo, que uno trabaja con él.

-En Nacional destacabas el trato del Morro… ¿En Danubio?

-La verdad es que los compañeros me recibieron de brazos abiertos, todos son muy buenas personas, el grupo que hay ahí no lo vas a encontrar en otro plantel. Hoy por hoy es una familia porque todos los días convivimos juntos y nos merecemos salir adelante por el sacrificio que estamos haciendo.

“SIEMPRE LA REMÉ”

Con la ayuda de algún comentarista de la nota anterior, completamos la peculiar trayectoria de Álvez: “Cuando me fui de River para el Boston y después me quedé sin equipo, bajé los brazos. Me dije para mí “bueno, hay que dejar el fútbol”, pero en ese período difícil, porque el apoyo de mi familia de Rivera no lo tenía porque económicamente no podían -siempre la remé solo-, tuve mi pareja que me daba para adelante y me hizo creer en mí. Yo le dije: “voy a arrancar para las ocho horas” y ella me dijo que no, “no podés dejar lo que a vos te gusta, no agachés la cabeza”. Después que me separé, por otros motivos que tienen las parejas, fue mi primo, Adrián Carneiro, el que me dio una mano tremenda, él me bancó. Estuve seis meses en Coraceros, un año en Platense, amateur, y después pasé al Torque.

Jonathan Álvez festeja el segundo gol ante Fénix.

Jonathan Álvez festeja el segundo gol ante Fénix.

La verdad es que nunca imaginé pasar de Torque a Danubio. Antes de jugar los play-off con el Torque, salió en la página de Tenfield que me iba a Danubio y me sorprendió, porque no esperaba que un equipo grande del fútbol uruguayo estuviera interesado en mí, además no lo creía porque a mí no me había consultado nadie. Capaz que no me consultaron para que no me hiciera la cabeza y jugara tranquilo. Después saqué la cuenta de que Saúl Rivero, que era técnico mío ahí en el Torque, cuando ascendimos a Segunda, me dijo que Leonardo Ramos, que entonces estaba en Progreso, estaba interesado en mí, pero como yo estaba con la cabeza en Torque lo ovidé, no di mucha bola. Ahora, cuando surgió lo de Danubio, me dije: “Acá no pierdo la oportunidad”.

Y no la perdió. El Diamante Negro de Vichadero sigue aprovechándola con fútbol y goles. Este fin de semana, ante Fénix, en partido que definió la punta del Torneo, dos. El segundo “una jugada de Maradona con definición de Francescoli (según un connotado hincha danubiano)”. Partió de tres cuartos de su cancha, de derecha a izquierda, buscando los espacios vacíos. No pudo alcanzarlo nadie. Se sacó de arriba a Ignacio Pallas, le amagó para la izquierda, la enganchó para la derecha. Culminó definiendo al ángulo superior izquierdo del arquero Darío Denis.

-Lo que me quema la cabeza es sacar a mi familia adelante y nada más -dice Álvez-, después lo demás va a venir solo. Con lo que gano acá siempre trato de ayudar a mi vieja, que después que tuvo el accidente laboral de fractura en la mano no puede trabajar más y a mi hermana, que son lo más importante en mi vida. Si ellas están tranquilas, yo estoy tranquilo.

Jonathan Álvez, El Diamante Negro de Vichadero.

Jonathan Álvez, El Diamante Negro de Vichadero.


Etiquetas: Danubio Jonathan Alvez