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Alemania ganó 1:0 a Argentina en Maracaná el Mundial 2014 y logró su cuarta estrella igualando a Uruguay e Italia




Los hinchas alemanes festejan en el Maracaná de Río de Janeiro.


13 julio, 2014
Sin Categoría

Alemania Campeón del Mundo. Le ganó 1:0 a Argentina, con gol de Mario Goetze (113′), en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, la final del Mundial Brasil 2014. Los germanos son tetracampeones. Desde hoy, al igual que Uruguay e Italia, llevarán en su camiseta cuatro estrellas. Porque viene muy bien reiterarlo hoy, que las cuatro estrellas que tiene la camiseta celeste, por su consagración como Campeón del Mundo en 1924, 1928, 1930 y 1950, están autorizadas por resolución de la FIFA, de acuerdo al Reglamento de la Indumentaria Deportiva que deben utilizar los países que participan de los Campeonatos del Mundo. ¡Que quede claro! El que sigue es el análisis de la final.

Los hinchas alemanes festejan en el Maracaná de Río de Janeiro.

Los hinchas alemanes festejan en el Maracaná de Río de Janeiro.

Escribe: Atilio Garrido / Fotografía: Fernando González.

Lionel Messi y la pelota. El último de los ciento veinte minutos transcurría. Después de una impresionante corrida por la punta izquierda de Schuerrle, el centro perfecto permitió que Goetze se pusiera el traje de habilidoso jugador sudamericano. “Mató” la pelota en el pecho y antes que tocara el suelo la colocó lejos del alcance de Romero. Alemania en ventaja acariciaba la Copa del Mundo. El juez italiano Rizzoli, proclive en todo momento a darle una manito a los argentinos, sancionó una discutida infracción de Schweinsteiger en perjuicio de Messi. El ángulo de tiro quedó perfecto para su pierna zurda. Oblicuo al arco

Pensé en ese instante que el destino le servía en bandeja al pequeño jugador rosarino, la gran oportunidad de su vida. La única, a esta altura de su carrera. La de confirmar definitivamente su condición de mejor jugador del planeta. También la de sepultar para siempre el “fantasma Maradona”. La imagen de la televisión devolvió en primer plano su cara nerviosa. Pasó la mano derecha por su mechón de pelo. Los ojos se clavaron en la pelota después de mirar el arco defendido por Neuer. Los brazos de la gloria eterna esperaban a Messi. Sobre sus espaldas tenía el peso de cuarenta millones de argentinos. “Colgar” la pelota en ángulo, empatar el partido y caminar agrandado hacia la definición por penales, lo consagraría definitivamente. Clausuraría todas las dudas que genera su talento sin confirmación a nivel de la Copa de Mundo. Le pegó tan, pero tan mal, que el disparo pasó varios metros por encima del horizontal.

En el momento cumbre. En la hora señalada, otra vez el “miedo escénico” se devoró al pequeño gigante. Argentina prolongó su sequía de títulos oficiales a 21 años. ¡El último quedó allá lejos, en el tiempo, en 1993 cuando conquistó la Copa América en Ecuador!

“CON MENOS, SER MÁS”, COMO LO DEFENÍA EL PROF. DE LEÓN

No resultaba imprescindible ser un sesudo analista del fútbol para descubrir el planteamiento de juego que ambos equipos exhibirían en la final de la Copa del Mundo.

Argentina intentaría repetir con “papel carbónico” la estrategia expuesta ante Holanda, en el primer partido realmente importante, frente a un adversario calificado, que le tocó en su suerte en su fácil ruta mundialista. Dos líneas de cuatro bien compactas, sin dejar huecos o claros entre ellas, obligando a Lionel Messi a lucir overol en lugar del frac, para sumarse también como primera contención junto con el Lavezzi-obrero, dejando arriba con la caña de pescar a Higuaín. La vieja sentencia del Prof. José Ricardo de León aplicada para definir las gloria conquistadas por Uruguay a lo largo del tiempo, cobraba vigencia en el mítico Maracaná. “Con menos, ser más”. Argentina, auto convencida de su nivel inferior al del rival, apostó a una perfecta estrategia defensiva para atacar exclusivamente a través del contra pie.

Del otro lado Alemania, disminuido por la ausencia sorpresiva de Kedira en la media cancha, asumiendo el rol de protagonista, en idéntica situación y posición al juego desplegado por Holanda en la semifinal que perdió por penales ante los albicelestes. Bien pudieron lucir los mismos colores ambos equipos. En la cancha el primer tiempo transcurrió de idéntica forma, aunque con matices más favorables para Argentina.

¿Por qué? Porque los alemanes se desprotegieron atrás, en la última línea –cosa que no ocurrió con Holanda-, en la búsqueda de asumir protagonismo empujando a sus compañeros hacia el ataque. Esa actitud más ofensiva, menos temerosa de los germanos, permitió que jugando totalmente a la defensiva, replegado en su último reducto, superado en todos los aspectos del juego, fueran los argentinos los que dispusieron de las mejores y más claras situaciones para convertir.

DEFENSA PERFECTA Y EL INCREÍBLE COL QUE PERDIÓ HIGUAÍN

A los diez minutos por vía de Lavezzi primero y Messi después –ambas incursiones por la derecha del ataque- estuvieron a un tris de quebrar el marcador a su favor. De contragolpe y cumpliendo al pie de la letra el ultradefensivo planteamiento armado por el técnico Sabella, los argentinos eran “más” que los alemanes, empeñados en desarrollar los ataques por las alas culminando con centro oblicuos en busca del gigante Kloose.

Un increíble error de Kroos a los 20 minutos, cabeceando hacia su propia cancha una pelota que recogió Gonzalo Higuián en posición ilícita –validada por recibir la habilitación de un rival-, generó la más grande oportunidad para convertir. Quedó cara a cara con el golero Neuer. Solito. Dispuso de tiempo y espacio para elegir el lugar donde rematar. Le pegó de primero. Mal. Muy mal. Resultó la jugada más clara de toda la etapa inicial.

La contrariedad por el gol perdido no alteró para nada los planes de Argentina. Por el contrario, recrudeció la tarea defensiva de nuestros vecinos platenses, producto de un ajuste de marcas en la mitad de la cancha por parte de los alemanes, desbaratando todo intento de contragolpe del rival. Schweinsteiger, Kramer, Kroos y Howedes cortaban las acciones ofensivas y salían rápidamente con pases hacia los extremos, evitando llegar por el medio donde el terreno se encontraba tapada de camisetas azules. De esta forma Alemania sólo tenía el recurso final del “centro a la olla” que no lograba inquietar a la firme defensa Argentina.

El juez italiano que se mostró proclive a mirar con ojos menos estrictos a los argentinos que a los alemanes, se excedió con una tarjeta amarilla injusta para Schweinsteiger, que reaccionó visiblemente perturbado por la decisión del árbitro. Aprovechando ese momento, Argentina logró hilvanar un fulminante contragolpe por la derecha. Lavezzi mandó centro rasante. Higuain recibió sólo y mandó la pelota al fondo de la red. Era su revancha. La bandera en alto del línea Andrea Stefani, volvió las cosas a su lugar.

EL PALO SALVÓ A ARGENTINA EN LA ÚNICA JUGADA PELIGROSA DE ALEMANIA

El sustituto del lesionado Kedira abandonó la cancha. El técnico alemán Loew dobló la apuesta. Mandó a Schuerrle, un atacante zurdo que pasó a jugar de extremo por esa banda. La arriesgada variante facilitó el mejor momento de Argentina en el partido. Aunque a los 36 minutos los germanos remataron por primera vez al arco de Romero -por intermedio del jugador recién ingresado-, un minuto antes y varios después, apareció Messi liberado de marcas en la zona central, llevando dos ataques punzantes, uno de ellos, el último con su clásico arranque de derecha a izquierda en diagonal buscando el espacio para el remate. Quedó la impresión que Argentina seguía de largo. Una falta de Howedes a Enzo Pérez determinó la segunda tarjeta amarilla del partido. Curiosamente el equipo que buscaba y pretendía jugar, ofreciendo espectáculo, resultaba perjudicado.

Se rearmó Alemania en la mitad del terreno, retomó el control del juego, neutralizaron de cerca a Messi y sobre el final un remate de Muller y el impecable cabezazo de Howedes tras un córner desde la derecha, pegó en el palo izquierdo de Romero, salvándose Argentina de la situación más peligrosa.

EL INGRESO DE AGÜERO RESULTÓ NEGATIVO

El Lavezzi-obrero de buen rendimiento en la etapa inicial, se quedó en los vestuarios suplantado por Agüero en el arranque del segundo tiempo. La variante no parecía adecuada. El técnico Sabella quitó una pieza de buen funcionamiento en el esquema defensivo y hábil para el contragolpe, por un hombre más en punta buscando generar mayor volumen de juego.

Una infracción de Rojo sobre Muller y una acrobática salida del golero Neuer sobre Higuain, plantearon la polémica de la existencia de posibles infracciones de ser castigadas con penales. El juez italiano Rizzolli se lavó las manos. Si no sancionó la infracción del lateral argentino, quedaba muy expuesto se otorgaba a la Argentina la posibilidad de ponerse en ganancia cobrando el tiro desde los once pasos ante la decidida acción del ágil golero germano.

El juego no mostró variantes en la exposición ofensiva de Alemania que fue una, diez, veinte y cien veces al ataque. Buscó por derecha, por izquierdo, por el centro, encontrándose siempre con una férrea y firme defensa de los argentinos, muy concentrados, sin cometer errores. De todos modos, algo quedó plasmado en realidad con el transcurso de los minutos. Los esforzados obreros albicelestes muy bien aplicados a la tarea defensiva, se encontraron con un cambio de escenario. La cancha de fútbol del primer tiempo, se transformó en un frontón de pelota vasca en la segunda mitad. La salida del Lavezzi-obrero dejó en orfandad total a Messi –cada vez más rodeado por alemanes- y restó toda posibilidad a Higuain. El “Kun” Agüero poco y nada pudo hacer.

AGÜERO DEBIÓ SER EXPULSADO

Desbordada la defensa Argentina por una tarea que se transformó cada vez más difícil, apeló a las brusquedades para detener el alud alemán que se les venía encima aunque sin llegar a generar claras situaciones de gol. Era un dominio claro de la pelota, el campo, el juego y las situaciones en la mitad del terreno, careciendo de eficacia en el último pase y en el remate final para cerrar la jugada. Eso sí, los alemanes demostraron la paciencia para ir una y otra vez en asalto de la zona final albiceleste cuyos defensores apelaron a todo tipo de recursos para cortar los caminos al arco de Romero. Cuando no se lograba la contención con medios lícitos, apareció el hachazo como recurso extremo. Mascherano vio la primera tarjeta amarilla a los 63 minutos y, en la jugada siguiente, Agüero debió ser expulsado ante una dura agresión con el puño a Schweinsteiger, convertido a esa altura del juego en cartón ligador permanente. A partir de entonces fue este No. 7 de cara de “hombre malo”, el abanderado de la rebeldía alemana en la búsqueda de concretar en la red adversaria la supremacía visual que surgía desde la cancha.

Es muy probable que Sabella no se animó a quitar a Agüero de la cancha. Por él debió ingresar Palacio en el minuto 77, manteniendo a Higuain en el campo, cuya lucha solitaria en el ataque –desde la salida de Lavezzi- era la única carta de triunfo aparente que se mantenía. La nominal presencia de Messi, de todos modos, dejaba abierta la esperanza para que en una sola ocasión frotara la lámpara y apareciera la genialidad que cambiara el trámite del partido.

UNR ECUERDO PARA BAGNULO Y PALACIO SE PERDIÓ LA ETERNIDAD

El paso de los minutos mostró a Alemania cada vez más dominante. Dueño del partido. Aunque con un límite. El área grande Argentina. Hasta allí llegaba ese constante ir y venir de los germanos. Allí moría esa paciencia teutona para intentar una vez y otra también, por derecho o por izquierda, el desequilibrio que construyera la jugada decisiva. ¡Mi mente trajo el recuerdo del siempre querido Hugo Bagnulo! Cuando analizaba como testigo de la historia los partidos entre uruguayos y argentinos desde la década del cuarenta en adelante, en aquellos tiempos en que nuestros vecinos platenses no conseguían triunfos resonantes a nivel de la Copa del Mundo, definía ese tiempo a la perfección:

-“Garrido, los argentinos juegan de la América para la Olímpica. Nosotros los esperamos atrás. Cuando llegan al área grande, ¡chau!, ahí los marcamos, le sacamos la pelota y atacamos a toda velocidad de contra golpe…”

Efectivamente esto ocurría cuando los noventa minutos morían.

Quedó en el resumen un penal de la defensa argentina por claro agarrón a un alemán en uno de los tantos córner a favor que dispusieron los alemanes en los minutos finales. Quedó un remate de Kroos, bien habilitado por Osil y los cambios de los técnicos. En Alemania ingresó Goetze por el agotado Kloose de 36 años y Sabella mandó a la cancha a Gago por Enzo Pérez, otro que salió con la apariencia de no tener más aire en los pulmones.

El destino quiso que Rodrigo Palacio pudiera vestirse de héroe. A seis minutos de iniciado el alargue quedó sólo ante la tardía salida del golero Neuer. ¡Cómo Higuain en el primer tiempo, aunque esta ocasión la jugada fue producto de un pelotazo que llegó desde la zona central! El argentino golpeó la pelota con la canilla, con el arco a su disposición, perdiéndose el gol y la gloria eterna.

EN EL MOMENTO JUSTO GOETZE FUE MAS QUE HIGUAIN Y PALACIO

La televisión puso en primer plano la cara de Sabella. ¡No lo podía creer! Por segunda vez la perfección del sistema defensivo que construyó, el típico “cerrojo” suizo de los años cincuenta que reeditó Helenio Herrera en el Inter de Italia en la década del setenta, perdía credibilidad por el fracaso de los hombres encargados de definir los escasos ataques de contra golpe. La perfecta teoría definida por el Prof. De León para “con menos, ser más”, requiere que las muy poquitas situaciones favorables de ataque, esas que surgirán en cuenta gotas, no pueden perderse. La muralla defensiva inexpugnable para la topadora alemana, necesitaba para consagrarse en éxito rotundo, del acierto en el momento justo en que llegaran las muy poquitas chances de gol que el equipo podía generar de la forma como llegaron. Un grave error de Kroos en el primer tiempo y un pelotazo fortuito que dejó sólo a Palacio en el arranque del alargue.

A partir del increíble gol errado, Argentina apostó a la suerte de la definición por penales. Se replegó totalmente el equipo, abandonó la búsqueda ofensiva y recurrió a todo tipo de argumento para intentar detener a los alemanes que seguían atacando. Así cometieron una falta tras otra, siempre en la mitad del campo, intentando cortar la generación de fútbol del rival evitando que llegaran al área grande. Casi siempre la ligó Schweinsteiger, que continuó “metiendo como un caballo”, transformándose en el abanderado que luchó para evitar la injusticia de los penales donde la suerte definiría el título de Campeón del Mundo.

Título que llegó a los 113 minutos, en la única ocasión que Alemania logró armar una jugada que culminó colocando cara a cara a uno de sus hombres frente al golero Romero. Una incidencia que -¡gran contrasentido del fútbol!-, se construyó mediante un perfecto contragolpe, en la única ocasión de todo el partido donde la defensa argentina quedó desprotegida. Los germanos encontraron (¡al fin!) al equipo de Sabella “achorizado” al perder una pelota en un tímido intento de ataque. Se rompió la línea de cuatro volantes quedando descubiertos los cuatro defensores, atrás, que mantuvieron la línea. Sólo así pudo arrancar Schuerrle cuál si fuera una locomotora por la izquierda, a todo vapor en veloz carrera de treinta metros, llevándose consigo a Mascherano, primero, y Zabaleta después, en vano intento de taparle el centro rasante al corazón del área argentina. Goetze recibió la pelota en posición difícil. En el ángulo izquierdo del área chica. ¡La única vez que falló Demichelli, quién quedó a media agua pensando que Schuerrle continuaría su internación en lugar de enviar el centro!

El rubiecito de 22 años, hijo de un profesor de la Universidad de Tecnología de Dortumund, donde comenzó a jugar en el Borussia, antes de su millonario fichaje en 2013 para el Bayern Munich, mató la pelota con el pecho, con una técnica genial. ¡Lejos de pertenecer a una familia de clase media alta y ser novio de la glamorosa modelo de lencería Ann Brommel, parecía provenir de un campito del postergado pobrerío latinoamericano! Con elasticidad de gamo no dejó que la pelota llegara al suelo. Le pegó de zurda anidándola en la mallas.

Así ganó Alemania su cuarto título de Campeón del Mundo, igualando a Uruguay e Italia con similar número de estrellas en su camiseta. Premio a la paciencia de atacar siempre, sin desesperarse. Castigo para Argentina que “con menos, fue más”, fallando Higuain y Palacio, en los dos únicos momentos decisivos de los que dispuso. Alemania, en cambio, dispuso de uno sólo. Y Goetze no perdonó…

 

 

 

 

Fue la tercera final de un Mundial entre Argentina y Alemania -algo inédito en la historia-, con dos victorias ahora para los germanos, que también se impusieron 1:0 en Italia 1990, y una para los albiceleste, 3:2 en México 1986. Para Argentina significó también la tercera derrota en una final y la segunda consecutiva, ambas ante Alemania, que llegó a esta instancia por octava vez, un récord, habiéndose impuesto además en Suiza 1954 y en su casa en 1974.

El equipo de Alejandro Sabella hizo un planteo muy inteligente para maniatar a la máquina alemana, que venía de vapulear 7:1 a Brasil en semifinales. Pero cuando corría el minuto 113 apareció Mario Götze, que recibió un pase desde la izquierda de André Schürrle y después de controlar el balón con el pecho ejecutó sin dejarlo caer al arquero Sergio Romero. Gol, triunfo y la Copa del Mundo, otra vez en manos de los germanos.

ALEMANIA 1:0 ARGENTINA

Cancha: Estadio Maracaná de Río de Janeiro. Juez: Nicola Rizzoli (Italia).

ALEMANIA: Manuel Neuer; Philipp Lahm, Jerome Boateng, Mats Hummels, Benedikt Howedes; Bastian Schweinsteiger, Christoph Kramer (31′ Andre Schuerrle); Thomas Müller, Mesut Ozil (120′ Per Mertesacker), Toni Kroos; y Miroslav Klose (88′ Mario Goetze). Director técnico: Joachim Loew.

ARGENTINA: Sergio Romero; Pablo Zabaleta, Martín Demichelis, Ezequiel Garay, Marcos Rojo; Enzo Pérez (86′ Fernando Gago), Lucas Biglia, Javier Mascherano, Ezequiel Lavezzi (46′ Sergio Aguero); Lionel Messi y Gonzalo Higuaín (77′ Rodrigo Palacio). Director técnico: Alejandro Sabella.

GOL: 113′ Mario Goetze (A).

Tarjetas amarillas: 28′ Bastian Schweinsteiger (Al), 33′ Benedikt Howedes (Al), 63′ Javier Mascherano (Ar), 64′ Sergio Aguero (Ar).


Etiquetas: Mundial Brasil 2014