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¡Atento, Cóppola!




El lunes la caravana arriba a Paysandú.


20 octubre, 2012
Sin Categoría

Estoy leyendo el libro (reseña histórica del ciclismo uruguayo, en coautoría con Juan Pedro Gilmes) del tipo que mi madre más odió, sin conocerlo: Ruben Cóppola.

Llegada de la vuelta ciclística del Uruguay.

Pobre vieja… cómo le rompí los ovarios con el ciclismo y el candombe. Tambor por supuesto que no tenía; ella me lo hubiese quemado, pero igual tocaba todo el día en cuanta madera o caja tuviera a mano y eso le destrozaba los nervios, pero lo peor eran La vuelta ciclista y Las mil millas, en semanas de carnaval y de turismo, de siete de la mañana a dos de la tarde, todos los días. “¡Atento, Cóppola!, mojón en ruta 8, Solís de Mataojo, aquí viene el pelotón en persecución del puntero Rastroíl Correa, ¡Top! Dos horas, treinta y nueve minutos, dieciséis segundos” y en seguida Cóppola daba el promedio general de la carrera y lo que yo más esperaba, la diferencia que había sacado Rastroíl Correa. “El minuano Rastroíl Correa sacó cuatro minuto, veintitrés segundos…”.

–¡Oí, Mamá, Rastroíl Correa es minuano. Sacó más de cuatro minutos de diferencia pasando por Solís. Rumbo a Minas!

Mi vieja es del campo, cercano a Solís de Mataojo, pero hizo liceo en Minas.

–¡Qué me importa que sea minuano! ¡Bajá de una vez esa radio o te la apago de nuevo!

Yo la ponía a todo lo que daba, porque me gustaba andar en bici mientras la oía y no era portátil. Escuchaba hasta el último agradecimiento del último ciclista (entre todos sumaban un millón o dos de larguísimos agradecimientos). La transmisión era casi toda a los gritos, pero el que sobresaltaba más era ese “¡Atento, Cóppola!” que proferían, imprevisiblemente, rompiendo de súbito los momentos de relativa calma y los tímpanos de mi vieja. El sobresalto la enojaba, me apagaba la radio y había que ponerse a negociar.

Rastroíl Correa no llegó despegado a Minas. Llegó en el pelotón, pero hizo un lindo esfuerzo, justo en sus pagos, aportando lo suyo al promedio de carrera. Inesperado, además, porque el Correa que siempre nombraban era Jorge. Rastroíl nunca estuvo entre los punteros de La Vuelta, pero en esa etapa tenía que aparecer, aunque fuese en un corto trecho.

Todos hacemos algunas veces, algo que nos enorgullece especialmente, porque lo hacemos nomás por nuestro pago chico.