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¡Uruguay histórico! “¡Salve Rey Suárez de Inglaterra!”




La excelente nota gráfica de Fernando González, es el símbolo perfecto para esta nota. Instantes después de convertir el segundo gol, con el imponente escenario del estadio, Luis Suárez hincado, con los brazos abiertos y sus ojos lleno de lágrimas mirando al cielo, recibe la coronación como nuevo Rey de Inglaterra. Sus compañeros que emergieron corriendo del banco de suplentes para abrazarlo, le tributarán el honor de formar de aquí en más su corte imperial en esta noche de la gran hazaña.


19 junio, 2014
Pelota al medio Selección

Escribe: Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González (enviados especiales)

Uruguay le ganó 2:1 a Inglaterra, en el estadio Arena Corinthians de San Pablo, en una noche mágica, precedida de una jornada repleta de “señales” que culminó con la coronación del Rey Suárez como nuevo Rey de Inglaterra.

La excelente nota gráfica de Fernando González, es el símbolo perfecto para esta nota. Instantes después de convertir el segundo gol, con el imponente escenario del estadio, Luis Suárez hincado, con los brazos abiertos y sus ojos lleno de lágrimas mirando al cielo, recibe la coronación como nuevo Rey de Inglaterra. Sus compañeros que emergieron corriendo del banco de suplentes para abrazarlo, le tributarán el honor de formar de aquí en más su corte imperial en esta noche de la gran hazaña.

La excelente nota gráfica de Fernando González, es el símbolo perfecto para esta nota. Instantes después de convertir el segundo gol, con el imponente escenario del estadio, Luis Suárez hincado, con los brazos abiertos y sus ojos lleno de lágrimas mirando al cielo, recibe la coronación como nuevo Rey de Inglaterra. Sus compañeros que emergieron corriendo del banco de suplentes para abrazarlo, le tributarán el honor de formar de aquí en más su corte imperial en esta noche de la gran hazaña.

Escribe: Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González (enviados especiales)

En la vida ocurren cosas que no tienen explicación. Los cristianos las atribuyen a Dios. Otros al destino. Algunos apelan a la existencia de señales. La creatividad de Fernando González dio vida a cuatro fotos que “colgamos” esta mañana en el sitio. Un impacto. Otra exclusiva. Suárez se colocaba, nuevamente, la camiseta celeste. Escribí unas líneas que reflejaron mi pensamiento que salió del corazón. Llevo 46 años en esta profesión que por suerte me tocó vivir muchas emociones gracias a la pelota. Conozco por haberla estudiado, la historia del fútbol uruguayo. Justamente por ese motivo, en el texto que acompañó las imágenes de Luis colocándose –otra vez- la celeste, intente reflejar la magnitud de su actitud, de su gesto, de la grandeza de su decisión de volver a la titularidad en momento tan crítico. Cuando tenía todo para perder y muy poco de ganar. Ese amor profundo que demuestra Suárez por “la camiseta celeste”, más allá del dinero, arriesgando mucho con una decisión temeraria, merecía destacarse. Y así lo intenté.

Cuando Fernando González recogió sus máquinas para bajar a la cancha, antes del saludo de partida, le solté una frase: “mirá si Suárez hace dos goles y le gana a los ingleses; entra en la historia; logra lo que nadie en la Copa del Mundo logró alcanzar. Volver de una intervención quirúrgica y explotar”. Nos abrazamos y se fue…

Luis Suárez se coloca la camiseta de Uruguay que vestirá esta tarde, para el lente de Fernando González, exclusiva para tenfield.com. Ahí está el Bombardero, en las cuatro posiciones que marcan su retorno a la titularidad con la camiseta más linda, la de todos.

Luis Suárez se coloca la camiseta de Uruguay que vestirá esta tarde, para el lente de Fernando González, exclusiva para tenfield.com. Ahí está el Bombardero, en las cuatro posiciones que marcan su retorno a la titularidad con la camiseta más linda, la de todos.

Revisé el sitio y advertí que desde la cancha, al captar imágenes de la llegada de Uruguay a la Arena Corinthians, el “Gallego” González ordenó a los compañeros en Montevideo, bajar a lugar secundario la exclusiva secuencia por él lograda, de Suárez vistiéndose con la celeste. Llamé por teléfono a Marcelo Cozza y a los gritos le impartí una orden:

-“¡Dejen como tapa del portal las cuatro fotografías de Suárez poniéndose la camiseta hasta que empiece el partido!”.

Y cumplieron. ¿Dios? ¿Señales? ¿El destino? ¡Vaya uno a saberlo! Algo en mi interior inspiraba estas acciones…

Subí al noveno piso donde se encontraba mi puesto para ver el partido. El pupitre. La cámara de televisión y yo. Solo. Sin compañía. Al costado una televisora de Brasil llevaba las imágenes para alguna parte de este país-continente. En todo momento miré a Suárez. Observé cada reacción. Advertí que iba tomando confianza en cada pelota. Comprendí que él se dio cuenta que no estaba para picar con oponentes. Buscó pivotear con los compañeros, mientras se animaba cada vez más. En cada intervención crecía. Ganaba confianza al no sentir dolor…

La calidad sensibiliza. El derroche de esfuerzo emociona. Lo que Suárez intentaba en cada acción, conmovía emocionando. ¡Tanto esfuerzo! ¡Tanta lucha! Como para taparle la boca a aquellos en las horas críticas atacan a los jugadores…

Seguí al detalle cada jugada. Imborrable de mi mente será el jugadón que armaron entre Lodeiro y Cavani, con el centro perfecto que ganaba elevación. Mis ojos se clavaron en Suárez. Los ojos del mundo se clavaron en Suárez. Los lentes del mundo siguieron ese pique rápido, recto al corazón del área. Luisito se afirmó en su pierna izquierda operada, se impulsó, giró sobre la derecha y en un gesto perfecto gesto técnico golpeó la pelota con la precisión de un relojero suizo. Las redes se sacudieron levemente al tomar contacto con ellas el esférico cabeceado por Luisito.

En ese momento, sólo, aquí en lo más alto de la Tribuna de Prensa, casi donde comienza el techo del sector, las lágrimas invadieron mis ojos. Lo confieso. Me emocioné, con el mismo llanto que allá lejos, en el Estadio Azteca de México, aún hoy se puede escuchar detrás del relato de Carlos Solé gritando el gol de Espárrago ante la Unión Soviética. Transcurrieron 44 años sin victorias de Uruguay ante un equipo de Europa en la Copa del Mundo. El gol de Suárez encaminaba a la celeste hacia otro récord. Detuve el teclear de la computadora. Por un instante procuré estar en la mente de Suárez, mientras en loca carrera se dirigía hacia una esquina de la cancha levantando tres dedos de su mano derecha en recuerdo de sus dos hijos y su esposa. Suárez, éste botija de barrio que en su fútbol me recuerda a Hohberg, tocaba el cielo con las manos. Ingresaba en la historia de la Copa del Mundo. Por suerte, este súper crack, lejos de pensar en los millones –que muy bien ganado los tiene-, sigue siendo el mismo purrete de barrio, nacido Salto, adoptado en Montevideo, que allá por la Blanqueada, en la canchita del Urreta, nunca soñó con ser el héroe de esta jornada emocionante…

Es más, hoy, en medio de las lágrimas, la alegría, la euforia y ese pasaje del llanto a la risa, estoy seguro que Suárez no advierte, ni logra valorar lo que logró. Transcurrido el tiempo, cuando ya no sea más jugador de fútbol, repetirá como hoy lo señala Ghiggia, “¿sabés una cosa? En aquel momento no me di cuenta de lo que significaría mi gol…”

Como tampoco podrá valorar Luisito, desde la inconsciencia de sus veintisiete años, el gigantesco valor que encierra como símbolo, el final con el cual selló el festejo de su primer gol. Contó con la complicidad de la televisión para que el mundo entero se detuviera en esa imagen, sin entender mucho el motivo de la misma. Ese abrazo a Walter Ferreira, con ese dedo de la mano envuelta por la tela negra, señalando la cabeza pelada del fisioterapeuta de la selección, es otro gesto que revela su buena madera. En el instante supremo de la gloria, destinaba una gran porción de ella para reconocer a quién, con su trabajo silencioso y paciente, concretó esta recuperación que parece milagrosa. Para Walter, por la difícil situación que atraviesa; por lo buena gente que es y la buena onda con la que siempre cumple su tarea, el gesto de Luisito –estoy seguro- le partió el corazón. Fue, sin duda, el mejor regalo para el final de su tarea en la selección, según me confesó en Carrasco, cuando lo apreté en un saludo afectuoso en la partida rumbo a tierras brasileñas.

Luisito Suárez, entre las varias cosas que hoy logró ingresando definitivamente en la historia del fútbol uruguayo, no sólo fue el héroe de la jornada. Fue el responsable y el causante del derrumbe de Inglaterra de la Copa del Mundo. Este verdadero privilegio del que Suárez ha sido responsable, no creo que sea resaltado en la forma debida. ¡Salve Rey Suárez!

URUGUAY 2:1 INGLATERRA

Cancha: Estadio Arena Corinthians de San Pablo. 

Juez: Carlos Velasco Carballo. Líneas: Roberto Alonso Fernández y Juan Yuste (terna de España). Cuarto árbitro: Alireza Faghani (Irán).

URUGUAY: Fernando Muslera, Martín Cáceres, José María Giménez, Diego Godín, Alvaro Pereira, Alvaro González (79′ Jorge Fucile), Egidio Arévalo Ríos, Nicolás Lodeiro (66′ Christian Stuani), Cristian Rodríguez, Luis Suárez (88′ Sebastián Coates) y Edinson Cavani. Director técnico: Oscar Tabárez.

INGLATERRA: Joe Hart, Glen Johnson, Gary Cahill, Phil Jagielka, Leighton Baines, Steven Gerrard, Jordan Henderson (87′ Rickie Lambert), Raheem Sterling (64′ Ross Barkley), Danny Welbeck (71′ Adam Lallana), Wayne Rooney y Daniel Sturridge. Director técnico: Roy Hodgson.

GOLES: 39′ Luis Suárez (U), 75′ Wayne Rooney (I), 85′ Luis Suárez (U).

Tarjetas amarillas: 8′ Diego Godín (U), 67′ Steven Gerrard (I).

Un emocionado y agradecido Luis Suárez le dedica su conquista a Walter Ferreira, artífice de su pronta recuperación.

Un emocionado y agradecido Luis Suárez le dedica su conquista a Walter Ferreira, artífice de su pronta recuperación.


Etiquetas: Selección uruguaya