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Brasil vs. Uruguay. Copa Atlántico 1976




Antes del partido ante Brasil. El seleccionado uruguayo en el Corcovado de Río de Janeiro.


10 diciembre, 2017
Columnistas

Hebert Revetria. Columnista

Se jugaba la Copa Atlántico, era la tercera y la última edición que se disputó, Brasil fue tricampeón. El 28 de Abril de 1976 nos tocaba jugar en Rio de Janeiro, ante el Scratch o la verde amarelha, con jugadores de un nivel internacional realmente temibles.

Ya habíamos perdido en Montevideo por 2 a 1, con el debut de Zico (Arthur Antunes), el Pele blanco en la selección Brasilera y “Nelinho” ( Manoel  Rezende), presentándose ambos con 2 goles de tiro libre. El gol uruguayo había sido de Carlos Ocampo gran jugador por la punta izquierda.

El primer gol de “Nelinho” fue desde la mitad del campo hacia la Ámsterdam, un balón que hizo una curva y se coló en el ángulo de Héctor Santos. El segundo contra la Colombes  de “Zico”, más cerca de la línea del área grande y también en el ángulo izquierdo de nosotros. Pobre Héctor “Patin” Santos,  no embocó una, cuando jugaban en Peñarol  tenía a Ladislao Marzurkiewicz   en Nacional a (Manga), Airton Correia de Arruda .

Entre sus filas se encontraba Rivelinho, el zurdo que había visto por tv en la copa del mundo México  ‘70, recuerdo la formación de aquella delantera,  Jair, Gerson, Tostao, Pele y Rivelinho.

En ese entonces tenía 15 años, ni soñaba que algún día los iba a enfrentar dentro del mismo rectángulo, los veía absorto por su juego espectacular e infinidad de amagues y dribling, como si bailaran al ritmo de la zamba.

Uruguay también tenía un conjunto de jugadores maravillosos, que mas adelante serian figuras a nivel mundial.

Walter Corbo, Fernando Morena, julio Cesar Giménez, Darío Pereira, Alfredo de los Santos, el “Bombón”  Mario González y Walter Olivera.

Vistiendo la casaca de Cruzeiro, en el Mineirao con mi hijo Sebastián en brazos.

Sinceramente era emocionante verlos jugar, yo ocupaba el banco de suplentes, tenía justo en mi época al goleador de todos los tiempos Morena,  yo hacia 17 goles y el hacia 34, era el doble justo. ¡¡Qué suerte la mía!!

La noche antes entrenamos en Maracaná, estadio que al pisarlo nos envolvía la historia jamás pensada y la hazaña inigualable que nuestros antecesores habían logrado.

Juntos con Morena estábamos realizando unos piques cortos y yo como siempre compitiendo conmigo mismo o el compañero de turno. Así que tenía que compararme justo con mi rival acérrimo, probaría quien era más rápido, así que le dije “Fernando piquemos hasta el fondo de la cancha” (de la mitad hasta la línea del arco), salimos los dos iguales y faltando poco metros él llevaba la ventaja de dos pasos delante de mí. Pero mi orgullo era tan grande que aumenté mi velocidad, creo que mi contrincante aflojó el paso y llegamos al mismo tiempo, lo primero que dije: “¡¡IGUALES!!”

Esa palabra es como, “no fui yo, soy inocente”. Quería complicidad de que habíamos llegado juntos. Me miro de reojo y simplemente me dijo: “SI”; fue media hostil la respuesta pero le empaté jajajajaja. Eran los tricolores contra los aurinegros. No podía perder ese pequeño clásico que yo tenía en mi imaginación.

Nos alojamos en el Hotel Gloria, ya era antiguo en aquella época, pero muy bonito y acogedor,  se vestía de gala para los famosos concursos de fantasía en los carnavales de Brasil y también alojaba a grandes artistas. Está situado frente al Pan de Azúcar, que rodea la Bahía de Guanabara y el Parque del Flamengo .

Antes del partido ante Brasil. El seleccionado uruguayo en el Corcovado de Río de Janeiro.

 

  • “El Partido”

Llegó la hora del encuentro, entre dos selecciones con historias escritas con sangre, sudor y lágrimas. El estadio repleto, las banderas de Flamengo, Fluminense, Vasco da Gama, y Botafogo inundaban las tribunas. Todas se unían con el grito ¡¡ Brasil, Brasil, Mais Um.!!

Varios jugadores de Río estaban representando al Scratch, sus ídolos con la camiseta de todos, y del otro lado la celeste, la que 26 años atrás dejaba mudo al Maracaná.

Comença a festa du povo. Uruguay jugando fuerte como es su característica, el “Pelado” Acosta, Ramón Silva, iban y venían rompiendo zapatos de fútbol, ¡¡si los conocería yo!! , jugaban con tapones de aluminio y con una lija los dejaban con punta bien afilada. Así con rozarte adiós zapato, mientras no llegara más profundo.

Darío Pereira jugando en gran forma con esa elegancia que solo los jugadores de clase traen consigo, El “Polilla” De Los Santos, un jugador impresionante, en la posición que lo pusieran jugaba bien.

Por la derecha Manolo Keosseian  acompañando en el medio campo con fuerza, talento y por el lado izquierdo Daniel Torres un zurdo que tenía una mano en el pie, ponía el balón donde quería.

Y así estaba el partido, hasta que Torres saca un tiro desde afuera del área por el lado izquierdo de nuestro ataque y Jairo el golero, no pudo contener, entro en el ángulo.

Nos fuimos al descanso ganando 1 a 0, se estaba dando el resultado pero sabíamos que faltaba mucho y contra Brasil no había que descuidarse. La toma Rivelinho en el medio campo y le sale Acosta, lo driblea hacia el lado derecho y toma rumbo al arco nuestro, nadie le salía, venía la fiera, el campeón del Mundo , con su mirada felina puesta en la red, avanzó un poco más, apronta la zurda y saca un misil, Walter Corbo, fue terrible lo que voló ya que reaccionó rapidísimo al tiro de Riva, había muchos jugadores delante  que tapaban la visión, esos segundos fueron fatales, ¡¡y llegó!! la tocó pero no fue suficiente, gol de Brasil. Nos empataban.

Luego vino el penalty de Nil Chagas a Roberto,  con el paso del tiempo, siento que Romualdo (el juez brasilero) jugó su partido y se equivocó al sancionar esa falta. Lo ejecuta Zico, Walter Corbo la roza, casi la desvía al tiro de esquina. Gol brasilero.

Seguía el trámite del encuentro, muy pesada la atmósfera y aparecía” Zico”, la estrella del Mengao (Flamengo),  también por el centro del campo apilando jugadores uruguayos a una velocidad increíble con la pelota pegada al botín. En el borde del área, apareció Sergio “Colacho” Ramírez, lo cruzó dejándolo bastante dolorido. Ejecuta la falta Marco Antonio y se estrella contra el palo del guardameta uruguayo.

Entre la dura entrada de “Colacho”  a Zico y la ejecución del tiro libre, pasaron algunas “cositas” que es la primera vez que las narro. Rivelinho tenía muy mal genio, en un momento lo cercamos, yo estaba en cancha, fue todo muy rápido, lo tenía ahí, era mi oportunidad. Con mis tapones de aluminio, de zurda le corte la rodilla, él no se dio cuenta quien había sido y golpea a Ramírez que no entendía nada, se fueron todos contra el brasilero que explicaba que le habían golpeado y los uruguayos le recriminaban su acción, hasta que Fernando le grita “¡¡Colacho, cuando termine el partido!!”

Recibo el balón cerca del área nuestra y la llevo hacia el lado izquierdo de nuestro ataque, me seguía Rivelinho y detrás de él otro jugador brasilero, vi que no pasaba y me di vuelta para apoyarme en otro compañero, oh casualidad!!  ¡¡Colacho!! se la paso y se siente el silbato del juez dando por terminado el encuentro.

 

  • “El desenlace”

Como si los tres jugadores que estuvimos involucrados, nos juntáramos para darle el telón final a esta historia que se recordará en Maracaná junto con Uruguay Campeón Mundial en1950 y la pelea el 28 de abril de 1976.

El resultado en goles fue el mismo 2 a 1 a favor y en contra.

Enseguida me doy cuenta de la situación al ver a Ramírez mirando en donde  se encontraba Riva, y el brasilero también se dio cuenta y empezó su pequeña carrera haciéndose el distraído hacia el túnel, atrás “Colacho”;  intenté pararlo pero ya era tarde. Riva entra al túnel y se resbala cayéndose, de pronto una nube de fotógrafos, gente de seguridad de la selección, jugadores suplentes y los que estaban dentro del campo. Pegándole a Sergio de todos lados, daba y recibía, Darío Pereira tumba a alguien y de pronto Jairo (el golero de Brasil) aparece de la nada y golpea a Darío, lo miro y nunca vi una nariz debajo del ojo izquierdo. La situación se generalizaba, el “Indio” Olivera repartiendo a quien se le cruzase, Julio César Giménez, entre varios igual, cayéndose y levantándose para salir tirando golpes a diestra y siniestra, venía justo Gil en mi camino y le di una trompada, ni sabía por que pero por las dudas le di. Salí enseguida para que no me pasara lo de Darío, me quedé mirando el lío y de pronto el Profesor Trigo quedó en medio de los brasileros solo; gira en abanico, caen policías, y todos los brasileros que estaban cerca, una fiera de guapo; también recibió.

Sigo mi camino y veo a un periodista que viene hacia mi con la grabadora que usaban para golpearnos en la mano, pensé;  ya había visto esa situación, me golpearía con ella. A la carrera y con fuerza lo golpee, muy fuerte, salí para los camarines como flecha, sacándome la camiseta para no ser identificado. Ya estábamos todos dentro del mismo y golpean la puerta varias veces, “¡¡POLICIA, POLICIA !!  ¡abran!”; le respondimos que ni loco abríamos, entonces dicen “salgan el número 6 y el 16” pensé “no puede ser otra vez yo, ¿que hice? Todos pegamos y solo me agarran a mi”.

¡¡Dios mío que injusto!! . Puse cara de inocente pero no hubo arreglo, Ramírez, y yo, las R- R  malditas. Nos llevaron en un patrullero directo a la comisaría, un revuelo tremendo, periodistas, técnicos, dirigentes de ambos países, en fin.

El más complicado era yo, había un periodista con una campera blanca Levi’s, la mitad de ella estaba ensangrentada, lo peor era que tenía el lado izquierdo paralizado, no podía mover los labios, y no quería sacar la denuncia. En la comisaría estaba el presidente de AUF, el Coronel Mathías Vázquez, Claudio Coutinho, era ayudante de Brandao, Víctor Hugo Morales periodista uruguayo, y más personas que no recuerdo. Nos dejaron incomunicados, pero las quejas de ambos hacían que nos apoyemos mutuamente, “Colacho” me decía, “no se; me golpeó el pecho Rivelinho, yo no hice nada” ahí le cuento mi patada de zurda muy rápida y el corte en la rodilla del brasilero, me dice “que hdp, fuiste vos y me la ligo yo” le respondo “y bueno salí a defenderte, ¡estuvo brava la mano!” Pasamos unas horas hasta que el periodista anula la denuncia, salimos nerviosos y de vuelta al patrullero directo al hotel.

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