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Un 5 de leyenda




Raúl y Pablo García. Uruguay-España frente a frente, fue en Gijón en el 2006


14 febrero, 2013
Sin Categoría

El día de 1992 en que Diego Armando Maradona fue presentado en conferencia de prensa por Newell’s Old Boys de Rosario como su nueva incorporación, un periodista le preguntó por cuál motivo el mejor jugador del mundo iba a jugar en Rosario. “El mejor jugador del mundo ya jugó en Rosario -contestó Diego-. Fue Carlovich”.

Pablo García (aquí con Raúl), el uruguayo actual con más parte de Carlovich. Claro que el Canario García llegó al máximo nivel de competencia.

No lo dijo como una broma ni en broma y, aunque se ponga en duda la seriedad de Maradona, lo cierto es que la leyenda de Tomás Felipe Carlovich (de cuyo fútbol no ha quedado ningún documento fílmico) repite la misma sentencia en boca de (entre otros entendidos) Jorge Valdano, César Luis Menotti, Carlos Timoteo Griguol, Marcelo Bielsa, José Pekerman, Carlos Aimar, Enrique Wolf, Aldo Poy y de todos los hinchas de fútbol rosarinos mayores de cincuenta años (Darío Grandinetti y Roberto Fontanarrosa, entre ellos).

Según Menotti, Carlovich tenía el gen futbolístico rosarino que hoy luce Lionel Messi. “Carlovich era un número 5 del estilo de Fernando Redondo, pero aún más elegante”, afirma Grandinetti, pero Menotti y Aimar lo comparan con Riquelme.

Menotti lo citó a la selección, a pesar de que Carlovich jugaba en Segunda División, en Central Córdoba de Rosario, “el equipo charrúa”, pero Carlovich no se presentó. “Le gustaba más jugar al fútbol que ser profesional”, dice Menotti.

En 1974 la selección argentina, que se preparaba para el Mundial, dirigida por Vladislao Cap, se midió en un amistoso con un combinado rosarino que armó Carlos Timoteo Griguol, entonces técnico de Rosario Central y su par de Newell’s, Juan Carlos Montes, con cinco futbolistas del “canalla”, cinco de “La Lepra” y Carlovich, de Central Córdoba, Segunda División. El primer tiempo terminó tres a cero a favor de los rosarinos. Tanto jugó el Trinche que en el segundo tiempo Cap le pidió a Griguol que sacara a Carlovich. Terminó tres a uno.

José Pekerman, con su inconmovible seriedad, afirma que Carlovich fue el mayor maestro de fútbol que vio, “y el jugador más maravilloso que vi. Iba a verlo especialmente para aprender”. Marcelo Bielsa estuvo cuatro años yendo todos los sábados a ver a Central Córdoba para ver a Carlovich.

El Trinche Carlovich jugaba en Central Córdoba casi sin entrenar y sin concentrar. A veces no iba a los partidos. Cuentan los parciales “charrúas” que preguntaban al llegar al Estadio, “¿juega Carlovich?”. Cuando les decían que no jugaba Carlovich, se iban.

Algo similar les ocurría a los rivales cuando Central Córdoba jugaba de visitante. Una vez Carlovich tuvo un roce con un jugador rival y el juez lo expulsó. Los hinchas y dirigentes del equipo rival le pidieron al juez que a Carlovich no lo echara y es el único caso que se tiene registro, de un jugador expulsado al que el juez lo fue a buscar para que volviera a la cancha.

En otro partido de visitante, Carlovich se olvidó de llevar el Documento Nacional de Identidad, que era necesario presentar ante la Asociación del Fútbol Argentino. Los dirigentes del club local labraron un acta notarial para justificar ante la AFA la excepción al reglamento y jugó.

Un reciente “Informe Carlovich” de Canal +, de televisión española (1), exhibe testimonios de los hinchas rosarinos que recuerdan los famosos “caños dobles” de Carlovich (de ida y vuelta), innumerables gambetas, jopeadas, la precisión en los pases, el dominio absoluto de pelota y el gesto técnico impecable.

Es cierto que los argentinos suelen exagerar cuando elogian a un jugador, así como nosotros acostumbramos a ser un poco mezquinos. Por eso Francisco Casal, cuando promocionaba en Europa a un jugador uruguayo que jugaba en la Argentina, le decía a los dirigentes que quisieran ficharlo, que fueran a la Argentina y preguntaran por el jugador al taxista, al portero del hotel, a cualquiera en la calle. Si jugaba en Uruguay prefería que no vinieran. Después, el que desde Argentina y el que desde aquí iba, rendían más o menos igual, pero Tomás Felipe Carlovich, aparte del testimonio del hincha, tiene el unánime reconocimiento de sus pares. Todos los jugadores rosarinos contemporáneos suyos reconocen que él fue el mejor.

En Uruguay son muchas las leyendas parecidas, aunque ninguna tan catagórica. No vi jugar a Eugenio Galvalisi, centrojás de Nacional que es fama que la rompía. Vi jugar a Alfredo Lamas, un 5 de Racing y después de Peñarol, que hacía túneles y jopeadas de maravilla y a montones. El propio Jorge Manicera contaba que el 5 de Nacional Ruben González “era para jugar en un circo, por sus malabares y la precisión de su pegada”. En Segunda División vi futbolistas que te pagaban la entrada durante años, Víctor Púa, Elbio Hernández… pero no recuerdo volantes centrales que descollaran más que los de Primera por habilidosos. En Primera sí, con distintas características, Darío Pereira, de Nacional, Ruben Pereira, de Danubio, el de la doble pisada a los alemanes, que jugaba “sobrado”; Ariel Krasowski, de Wanderers; Diego Dorta de Central y Peñarol, el Vasco Ostolaza, de Bella Vista y Nacional; más acá, Pablo García; a su derecha en la selección, la precisión de Fabián O’Neill, que también supo jugar de 5; entre otros. En Brasil, el doctor Sócrates, máximo referente.

Las fotos de Carlovich que se conservan, con la camiseta charrúa de Central Córdoba, dicen que era alto y corpulento, de aspecto parecido a Francisco Salomón, de mirada lírica, como la de Schuman, ojos grandes, me imagino a Julio César Jiménez jugando de 5 y, además de gambeteando todo, pasándola mucho, pero aquí no se hace mitología de esa estirpe de centrojás.

Cada cual tiene su prosapia. En Uruguay, el 5 lírico: Lorenzo Fernández, Obdulio Varela, Montero Castillo, Néstor Goncálvez, Nelson Acosta, Enrique Peña, Pedro Grafigna, el Ruso Pérez… a lo sumo Marcelo Sosa.

1) En Youtube: La leyenda de Carlovich (varios links). Ver también en Wikipedia.