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Atacaron el auto de Gard y asaltaron la pizzería Venecia





5 junio, 2013
Fútbol Uruguayo Primera Sin Categoría

Contracaras de una noche que debió ser exclusivamente de festejo para la hinchada e Peñarol. De la euforia, rica en sentimiento, desbocada en la pasión, a la insanía desenfrenada del vandalismo vestida con la ropa del deporte.

Mientras en el Estadio Centenario se daba rienda a un lógico y merecido festejo, esos tipos –dicho así, con desagrado- que viven escondiendo sus espurias intenciones,  también dieron rienda suelta a lo deplorable, a lo más bajo del ser humano, demostrando que lo único que los invade es la agresividad, actitud que la sociedad deplora y condena, porque provoca la rebeldía del no poder entender cómo se puede ser tan vil.

Saldo primario: más de ochenta detenidos, diecisiete policías lesionados, uno de gravedad. Comercios destrozados, autos aplastados por la horda incontenible invadida por el desarraigo a todo lo que lo rodea.

En 18 de Julio destrozaron una sucursal de Carlos Gutiérrez, donde se robaron casi todo. Un local de Abitb quedó hecho añicos por las pedradas. Decenas de autos transformados casi en chatarra, entre ellos el de nuestro compañero Julio César Gard, que hizo el enorme mal de ir a trabajar. Decenas de contenedores prendidos fueron, un kiosco de la principal avenida incendiado. Hasta el edificio de la Suprema Corte de Justicia fue objeto del deploro humano.

Varias casas, una de ellas de venta de vehículos, fueron centro de prueba de la puntería del cascote. En la Pizzería Venecia –avenida Rivera- entraron a los tiros. La pregunta es la de siempre y surge espontánea y hasta con rabia: ¿Qué quedará en el cernidor de la Justicia?

Cuál será el saldo en el cual la sociedad vea reflejado el fiel rol de la defensa a ultranza de las libertades con las que queremos vivir. La que contradice los sanos festejos de los bien intencionados. Una vez más, el inquisidor poder de destrucción pudo más que el esfuerzo policial, que se vio desbordado por esa ola creciente y que toma cariz de tsunami.

Una vez más, todos los que vivimos insertos en el reino de la sociedad sana y compatible, nos sentimos doloridos y perplejos por el devastador empuje que los enajenados mentales nos someten en cada oportunidad que se les presenta.

Así marcha la sociedad…

TESTIMONIO DEL ASALTO A LA VENECIA

En diálogo con Federico Buysan, el colega Daniel Ríos, quien trabajó en Radio Sarandí, también hizo trabajos especiales para Subrayado y estuvo en la Secretaría de Prensa de Peñarol, dijo que anoche estaba festejando en la pizzería Venecia, a la hora del asalto. Dio su testimonio:

“Ya en el estadio las cosas fueron raras, tiros, piedras, las cosas son tan bizarras porque no fue un festejo como pasa siempre. En la pizzería Venecia, en Rivera, éramos 25, con familia, niños, mujeres, novias; en determinado momento, sería la una menos diez, aparece un chico con un gorro de Nacional y otro con la cara cubierta. Estábamos tomando Coca Cola.

Uno de los chiquilines de Peñarol le dice:

-Mirá que tenés agallas para salir así a la calle.

El que tenía el gorro de Nacional. Empieza a dar vueltas y el otro le dice:

-¡Pelá, pelá!

-¡Nacional, Nacional! -gritó el del gorro y arrancaron los tiros.

El 222 que estaba ahí y que intentó que no entraran, resultó herido, según me dijeron los policías que vinieron después, estaría en estado de coma. Dos heridos de bala más y un amigo al que le rozó una bala.

Todo debe haber durado treinta segundos.

Cuando volvimos al bar fue para ver quién murió. Afortunadamente, más allá del policía, los heridos fueron leves.

Pudo haber sido un robo fallido más que otra cosa. Son hipótesis, tenían dos armas pesadas, escopetas de caño recortado. Se enfrentaron con el policía. El (público) que estaba adentro se fue corriendo cuando empezaron los tiros. Si hubieran querido ir a matar hinchas de Peñarol, hubiera sido una masacre, pero tampoco se esforzaron  mucho para robar. Fue una nebulosa, un momento muy complicado. Nos preguntábamos: ¿Estamos todos vivos? El que se pudo salvar corrió y el que no, se refugió abajo de la mesa.

Es demasiado raro en cualquier robo que aparezcan identificados y gritando el nombre del cuadro.

Se fueron en una camioneta Fiat Ducato. Luego llegó La policía y se terminó el disfrute. Se terminó todo”.

UN BALÍN Y PEDRADAS AL AUTO DE GARD

Cuando nuestro compañero Julio César Gard salió de su trabajo y fue a buscar su auto, que había dejado estacionado en Yi entre 18 y Colonia, frente a un hotel, lo encontró destrozado. El cuidacoches le dijo que había sido un balín durante los incidentes del festejo, pero también había sido apedreado.

Julio César Gard había estacionado allí a las 18 horas. Los destrozos ocurrieron una o dos horas después de finalizado el partido.