Desde la calle Guaviyú al mundo

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Jorge Fossati campeón en Catar con el All Rayyan.

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Cuando cruzas océanos; cambias de continente, cambias de país  y  salís campeón, algo tienes. Es indudable.

Otra es que no se puede ser campeón siempre.

Pero si a lo largo de 20 años conociste y podes contar que has sido campeón en  4 países (Uruguay-Paraguay-Ecuador-Catar) de los 7 países donde dirigiste  y además fuiste el mejor de América   (Re copa Sudamericana y Copa Sudamericana) y de Asia (Liga de campeones de AFC), además “encarriló”  al Internacional de Porto Alegre a su Copa Libertadores de 2010 aunque no terminó su tarea ahí, entonces podes sentirte que lo que soñaste cuando empezaste tu carrera de entrenador, te llevó a concretar muchos sueños.

Dirigió la selección de Uruguay y la de Catar.

Súmale que en otros 20 años (1970 Rampla Juniors) a 1990 (Coritiba-Brasil) recorriste 6 países  diferentes jugando, saboreando “las mieles” de podios mayores, saliendo él; desde la calle Guaviyu casi Concepción Arenal.

Entonces cuando se hace un repaso de la carrera, te hace pensar que no ha sido en vano de todo lo que te privaste (fiestas navideñas, fines de año, cumpleaños, perdida de familiares y todo lo que implica que sos también un ser humano, no que solo eres una imagen dentro de la cancha); que eres un verdadero campeón. Reiterando que no se puede ser campeón siempre.

Arrancamos juntos allá por 1965 en un campeonato de Baby futbol (“Londres 66”, porque se avecinaba el campeonato mundial) que se jugaba en el barrio Goes, donde también compartimos también el sentimiento “misionero”, en la cancha de baby que había dentro del predio de la Iglesia de San Miguel ( y donde por otro lado, el hoy Padre Mateo,  daba  sus primeros “pasos” como monaguillo) , que era de piso de cemento (si caías  eras “boleta” ya que también tenía piedrín que oficiaba de “rayador” y una pared que oficiaba de barrera sobre el lado izquierdo donde había un deposito, entonces debías eludir no solo al rival sino también la pared, y no mirar para el otro lado para hacer un cambio de frente porque “chocabas” contra tal muro, pero no nos importaba porque estábamos en lo que amamos toda la vida) y teniendo de compañero al “Negro” Rodolfo Requelme, que jugaba “al medio” antes de colocarse “los guantes” para ser profesional del arco. Supimos ser campeones de ese campeonato donde nuestro equipo se llamaba Brasil.

Dos años después compartimos en el Rayo y salíamos de la casa de Carlitos Méndez en la calle Martin C. Martínez y Rivadavia a una cuadra de la casa de Luis Garisto, donde Jorge  jugaba de centro delantero, ya que le gustaba jugar ahí aunque toda su carrera profesional la hizo “bajo los 3 palos” y jugamos en La Merced donde era locatario Humberto Schiavone, que antes de boxear, se puso los cortos pero de futbol.

Luego la vida deportiva lo llevo a debutar en Rampla juniors y  yo tomar el camino de mi equipo del alma (Sud América) y él arrancar una carrera donde se comparten alegrías y tristezas, pero  que en su balance general puede decirse que ahora que nuevamente ha sido campeón  en Catar con el All  Rayyan (con Sebastián Soria y Gonzalo Viera en el 11)  no para de dejarle a su familia ese orgullo de ser un ganador y a su país, cuando es enfocado en la televisión en trasmisiones; esté  su nombre y debajo una bandera uruguaya que la ha puesto en lo más alto a lo largo de su carrera.

Y jugamos juntos en el Equipo de las Estrellas de Alberto Spencer, luego de nuestros  retiros como futbolistas.

También  compartimos, cuando deja  de levantar Copas, y se hace un tiempo para visitar la querida A.U.D.E.F, momentos que nos hacen recordar que desde hace 51 años compartimos una pasión que por suerte no nos ha abandonado.

Jorge Fossati sigue siendo campeón y un verdadero embajador nuestro.

Un abrazo Jorge, por aquellos años y por estos.

 

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