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El derecho de alarma





16 noviembre, 2016
Columnistas

Ahora que vuelven a la agenda informativa los derechos de la Selección Uruguaya, vuelven a argumentar los que están en contra del derecho a vender en exclusividad televisación, camiseta, estática… los que lo consideran monopólico, es decir: los que están en contra de que haya derechos o de que se comercialicen (porque lo que reditúa es el derecho en exclusividad) o, mejor dicho: los que están en contra de que se ejerzan comercialmente derechos que existen, porque les parece más importante “que compita una televisación con otra”, un diseño de camiseta con otro (supongo, siguiendo el argumento), diseños de estáticas, en fin… Si la que se vende en exclusividad es la competencia de los jugadores en equipo es porque determina todo lo otro en torno al fútbol. Al menos eso creí hasta hoy.

Hace muchísimos años, en una entrevista dijo el maestro Tabárez que “no compiten los entrenadores” (¡ni siquiera los entrenadores!), “los que compiten son los futbolistas”. Todo es discutible y algunos entrenadores discutían esa concepción, pero ahora apareció expreso en la vecina orilla, un planteo radicalmente opuesto. Apareció el periodista argentino Liberman diciendo que él está para “dar la alarma, para abrirles los ojos, para despertarlos” a los jugadores y al técnico (parece que la forma de “despertarlos” es con un fierro por la cabeza; pero la que sea, son varios los periodistas que se la creen). Y aunque Argentina ganó sin hacer nada de lo que él dijo que tenía que hacer, la idea de que los periodistas seamos tan determinantes, fundamentales, en el juego, me hizo pensar en nuestros derechos de alarma.

Si se diesen cuenta, por ejemplo, todas las selecciones del mundo, que Argentina juega dormida si Liberman no la despierta, pedirían a Liberman que licitara sus derechos de alarma (en exclusividad, claro está, porque todas quieren ganarles a las otras) y esos derechos ascenderían a varios miles de millones de dólares, seguramente. Los de Messi perderían entonces el monopolio de la alarma Liberman, porque son muchos los países con mayor poder económico que Argentina. Más los perderían cuando los jugadores argentinos, en vez de pagarle a Liberman y agradecerle, lo que hacen es tomar medidas contra la prensa.

Estas suposiciones me vuelven literalista. Copio las amorosas palabras de “El Tito Viejo” Goncálvez: “Recuerdo cuando Langlade nos despertaba en la concentración corriendo las cortinas y anunciándonos cómo estaba la mañana, cuántos grados de temperatura, la humedad ambiente, la nubosidad y el “buenos días, mis atletas” con que nos saludaba”. ¡Qué lejos!

Puesta-sol


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