Home   »   Columnistas

El “Hormiga” Alzamendi (Parte I)





8 julio, 2019
Columnistas

Son historias sin tiempo

El seudónimo de hormiga viene de cuando tenía 7 años. Había un señor que era comisario, le llamaban  el “Desparramado” González, tenía 3 hijos, Alberto, Adolfo y Miguel. En ese tiempo traían sandías de Rivera, él se ponía a dormir la siesta y le dejaban el camión con las sandías en la vereda de mi casa. Para que la sandía esté bien, hay que calarlas para verle el corazón adentro. Con mi mejor amigo de la niñez Jorge Peralta (que hace unos años falleció), íbamos a la hora de la siesta y él vigilaba que el comisario no se despertara o que estuvieran cerca los hijos, así yo me subía al camión con un tenedor que traía de casa, pinchaba la sandía y le sacaba el corazón, me lo comía,. convidaba a mi amigo, después la volvía a tapar, salíamos con la panza hinchada. Una tarde el “Desparramado” González comenta que alguien le estaba comiendo el corazón de las sandías “debe ser alguna hormiga colorada”. Al tiempo me tendieron una trampa y me agarraron encima del camión, Miguel González le dice al padre “papá no era una hormiga colorada, era una negra”. De ahí me quedo el alias de hormiga. Mi padre me dio flor de paliza que no está escrita… de hormiga negra pase a colorada en un santiamén.

Antonio Alzamendi, ídolo en River, marca el 1:0 ante Steaua de Bucarest, gol que valió la victoria y la única Copa Intercontinental del equipo millonario.

En mi familia éramos 7 hermanos, y era bravo mantener la olla todos los días, como vos sabes en los barrios había señoras que vendían o hacían comida para tener un extra y ayudar en el hogar. Mis 3 hermanas me llevaban a la casa de la vecina que vendía huevos y leche en tarro, a propósito mis hermanas le pedían huevos y la señora que tenía que ir hasta el fondo a buscarlos, se ve que iría a donde estaban las gallinas y demoraba un poco, ahí junto con mi perro Toby ambos tomábamos la leche del tarro, ¡tome m’hijo, tome! me decían mis hermanas.

De todas estas travesuras de “guri” me quedó el sobrenombre de “hormiga”. 

 

EL BAILE DEL MILICO

Recién llegado de su Durazno natal, brilló en la IASA, para luego ser transferido a Independiente de Avellaneda.

Cuando era policía, nunca me voy a olvidar, vivía preso. A los 18 años mi viejo me decía “trabajás o estudiás”. Agarró y me colocó de milico. Ya siendo policía, en los bailes que se armaban todos los sábados en el pueblo, me había enamorado de la que a la postre fue mi primer esposa. El “Pucho” Vera era otro milico, a los bailes te mandan 2 policías de guardia, le decía al “Pucho” vos cuidás la puerta mientras yo bailo con esa chica que estoy enamorado, me sacaba el gorro, el palo, el revólver y también la corbata, lo ponía todo detrás de la barra de la cantina y andaba de camisa celeste y pantalón azul bailando entusiasmado en el medio de la pista. En esos momentos pasa la recorrida a inspeccionar la guardia, a controlar si estábamos cumpliendo el deber mandado. Yo tenía 18 años, mi futura señora y madre de mis hijos, 16, andaba alzado como cualquier “gurí”en esa edad, de repente veo al comisario inspector cruzado de brazos y yo bailando en el medio de la pista. El “Pucho”, la puta que lo parió, ¿dónde anda el hijo de puta este? No me avisó y me agarra bailando el comisario.

Me grita: – Alzamendi, ¿qué está haciendo ahí?

-¡Y bailando que voy a estar haciendo! ¿qué quiere que le diga que estoy de guardia?

-¿Y dónde está el revólver?

-Ahi detras de la cantina

-¡Cómo va a dejar el revólver ahí! ¿y el gorro?

-Está ahí también detrás, está todo ahí..

-¡Guardia arresto!

Ta, estaba entregado, ya iba por lo menos 30 días fácil de arresto rigor, de no salir de la comisaría. Me llevan, subo a la camioneta y ¿a quién veo tirado en el piso, borracho hasta las pelotas? Al “Pucho”. Se me había esfumado el vigilante, le digo – no podes ser tan hijo de puta, ahora vamos a estar presos por culpa tuya – estuvimos 35 días presos a rigor.

 

 

EL AHORCADO

 

Yo estaba en la plaza Rodó, en Durazno en aquella época era media tenebrosa, rodeada de ligustros. En pleno invierno como a las 03:00 a.m. de la madrugada, un frío bárbaro, me golpean el kiosquito de milico, yo estaba durmiendo con un ladrillo en las “patas” y el primus prendido, en esos tiempos era la estufa a gas de nosotros. Siento que golpean y era una mujer.

-¡¡Agente, agente!!

-¿Qué pasó señora?

-¡¡Se ahorcó un hombre!!

-¿Cómo? – le digo, era cagonazo, tenía 18 años, que mierda iba hacer, de milico me pusieron de golpe – ¿dónde se ahorcó?

-¡¡Ahí en esa casa!! Yo soy la vecina

Eran como las 04:00 de la madrugada, entro y la casa tenía un corredor largo con un cerco de ligustros que la rodeaba. Yo con revólver en mano iba con el culo a dos manos, temblando como una hoja en plena tormenta, si pasaba algo tiraba el revólver y salía disparando, era más rápido que la bala. Veo una vela y el rancho al fondo, entro despacito y la vieja atras mio, abro la puerta y veo las patas de un hombre negro con la lengua para afuera y los ojos blancos, colgando del techo. -¡Señora vamonos de aca! – Salí corriendo antes que la vieja para afuera, embalado ni me acordé de la pobre mujer que me gritaba que la esperara. Agarro el teléfono del kiosco y  digo:

– ¡Se ahorcó un hombre oficial!

– Tranquilo Alzamendi, ya vamos para ahí

Vienen y hay que esperar que el juez venga a las 08:00 de la mañana .

– Alzamendi quédese a cuidar el muerto.

– No, no – le respondo

– ¡Quédese!

– Bueno, está bien

Me dejaron adentro con el muerto,  colgado el negro, yo lo miraba y parecía que se movía, viste. El comisario inspector era El “Chuco” Zarza, Se fueron, y qué hizo el hijo de… , a la media hora volvió y yo estaba en la vereda ¡qué voy a estar adentro con el muerto! Un pasillo oscuro y con el hombre colgando, tenía un susto bárbaro.

– ¡Alzamendi qué está haciendo!l

– Estoy acá en la puerta.

– Qué le dije yo, que se quedara con el muerto.

– Comisario, ¡¿Acaso se va ir, si está colgado?!

– Guardia arréstenlo por falta de respeto.

¡Otra vez pa’ dentro! 

 

LOS ZAPATOS DE LOS MILICOS

Ya en Argentina, y figura en Independiente, junto a una joven promesa de Argentinos Juniors, Diego Maradona. Fue victoria y Campeonato para Independiente.

Antes los milicos usábamos unos zapatos que te ardían los pies del calor, y más cuando nos tocaba hacer guardia en la playa, pisando la arena caliente, yo estaba en una de esas tardes que me quemaba el calor del verano, le pido a mi amigo que tenía un bote, que me lo prestara y así me bañaba en el medio del río, cuando llegué hasta donde quería, me saqué la corbata, la camisa, el revólver y me mande al agua. Estaba nadando como un pez en el río, cuando me quiero acordar estaba el comisario de vuelta, veo que me hace señas.

¡Pah, otra vez preso! ¿Qué le digo a este? Ya fui entregado.

Me pregunta, “¿Qué estaba haciendo?”

– Estaba en el bote.

– ¿Y que estaba haciendo ahí?

– Vino el botero y me dijo que había un desorden en el agua, y yo me saque la ropa para ir a verlo.

– Ir a verlo “pa que”.

– ¡¡” Pa que” no se dieran cuenta que era la policía!! 

Movía la cabeza… “¡¡Vaya vaya!! Abandone y marche preso para la comisaría…”

Yo en ese momento jugaba en la selección de Durazno  y el técnico era el comisario, el “Chuco” Zarza.

Voy preso, era pleno verano, viene una tarde y me dice, “Alzamendi hoy a las 20.00 hrs tiene que ir a entrenar”.

– No voy nada.

– ¿Como? Lo arresto de nuevo.

– Haga lo que quiera, no tengo que ir al fútbol por usted.

Este es mi trabajo, yo era medio “cocorito”, una cosa es la policía y otra jugar al fútbol, no voy.

– ¿Cómo no va ir? Bueno, esta bien – me decía el “Chuco” Zarza, un fenómeno, a mi me adoraba.

Segunda práctica de la semana y jugábamos el sábado, entrenábamos todos los días. Me repite , ¿Bueno va ir a entrenar o no?

-No, yo estoy preso, aparte ya le dije, mi trabajo es mi trabajo, yo estoy jugando al fútbol pero no voy a ir obligado por usted. Acá es el comisario pero en el fútbol no tiene nada que ver.

Más caliente se quedaba. Llegaba el miércoles y yo sabía que me necesitaba, yo era la figura de Durazno.

Me dice el miércoles:

– ¿Va a entrenar?

– ¿Comisario en qué quedamos?

Yo lo sobraba y el  comisario más se calentaba.

– Bueno vamos hacer una cosa, anda a entrenar y después arreglamos.

– ¡¡No, no, vamos arreglar ahora!!

– Vamos hacer una cosa, yo tengo 10 días a rigor.

– Sí – me responde, el “Chuco”

– ¿Si yo hago 2 goles, me saca los 10 días y me da una semana libre?

Me queda mirando… Fijate que estaba sacándome los días de castigo y transando por la terrible cagada que había hecho, más una semana libre.

– Bueno – me dice…

Jugamos contra la selección de Florida y hago 3 goles. Llego hasta la comisaría después de jugar el partido.

– ¡Hasta mañana Antonio! – me dice el comisario.

Le respondo, “¡No, no. Hasta la semana que viene!!…” 

 

MI PRIMER SUELDO

El sueldo de milico lo gastaba comiendo refuerzos de mortadela, éramos pobres; mis  hermanas (en total cuatro, tres vivían con nosotros), se peleaban por los calzones y la ropa. Un día voy a la iglesia y en la hora de catequesis vendían ropa usada. Estaba lleno de calzones y zapatos, de mi primer sueldo entregué $100 para los calzones y $100 para zapatos y las llevé para casa. Mis hermanas me preguntan – ¿Qué trajiste Antonio? – Son calzones para ustedes, le respondí.

Con el paso del tiempo, yo ya había colgado los botines, me llaman del programa de Argentina Pura Química y le hice el cuento de la compra que había hecho para mis hermanas y de mis andanzas de joven, como parte de mi vida en mi pueblo natal. 

Al otro día me llama mi hermana  y me dice:

– ¿Antonio que hiciste?

– Nada, qué voy a hacer!

– ¡¡En el pueblo nos están gritando las sin calzones!!

Estaban malasas conmigo…