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Faltó un elemento motivador que hiciera vibrar




La rabia y bronca del Capitán Diego Lugano, después de consumada la derrota de Uruguay ante Costa Rica, debió aparecer antes del partidos. Con los dientes apretados que muestra el lider de la celeste, debió aparecer desde el principio. Para ello, el cuerpo técnico debió disponer de una información que era fundamental para que este grupo de jugadores que obtuvo logros históricos, fuera por otro más: desde hace 44 años Uruguay no lograba ganar en el debut de la Copa del Mundo.


15 junio, 2014
Pelota al medio

Escribe: Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González (enviados especiales)

La dura derrota por 1:3 ante Costa Rica, en el debut de la Copa del Mundo 2014, continúa lastimando a todos los compatriotas. De sur a norte y de este a oeste de nuestro querido país, aquella euforia desmedida y anticipada, aquella esperanza compartida que transformó el espíritu de los uruguayos, tradicionalmente humilde y alejado de “cantar victoria antes de jugar” o de vender la piel del oso antes de cazarlo, se estrelló contra la cruel realidad. De nada sirvió que algunos –entre los que me incluyo a la cabeza del lote- intentáramos en vano esfuerzo poner los pies en la tierra. Tampoco lo consiguió el técnico Oscar Tabárez, con sus mesuradas palabras en la conferencia de prensa previa al partido, en el estadio “Castelao”, cuando describió las bondades de Costa Rica y el peligro que significaba. Fueron tomada como expresiones “para la tribuna”, para quedar bien, descontando la fácil victoria en el estreno mundialista.

La rabia y bronca del Capitán Diego Lugano, después de consumada la derrota de Uruguay ante Costa Rica, debió aparecer antes del partidos. Con los dientes apretados que muestra el lider de la celeste, debió aparecer desde el principio. Para ello, el cuerpo técnico debió disponer de una información que era fundamental para que este grupo de jugadores que obtuvo logros históricos, fuera por otro más: desde hace 44 años Uruguay no lograba ganar en el debut de la Copa del Mundo.

La rabia y bronca del Capitán Diego Lugano, después de consumada la derrota de Uruguay ante Costa Rica, debió aparecer antes del partidos. Con los dientes apretados que muestra el lider de la celeste, debió aparecer desde el principio. Para ello, el cuerpo técnico debió disponer de una información que era fundamental para que este grupo de jugadores que obtuvo logros históricos, fuera por otro más: desde hace 44 años Uruguay no lograba ganar en el debut de la Copa del Mundo.

Eso sí, nadie, absolutamente nadie en nuestro país, reparó en un detalle que surgió en mi mente esta noche, dominado por el desvelo, sin poder conciliar el sueño buscando digerir la dolorosa realidad. ¡Uruguay acumulaba 44 años sin poder ganar en el debut de las Copas del Mundo! Período que ahora se estirará, al menos, hasta los 48 años, siempre y cuando en la próxima edición de la Copa del Mundo, en Rusia 2018, la celeste diga presente y logre vencer al primer rival que le toque en suerte. En no advertir este detalle, en no sacarlo a flote en lo previo para encender una luz roja de alerta en los jugadores, se encuentra un error importante de todo el cuerpo técnico y sus colaboradores. Estos datos no son menores. En la actualidad, la conducción de un equipo de fútbol es una tarea de conjunto, solidaria, donde un líder aparece al frente y es quién da la cara y baja línea a los aficionados con sus mensajes, apoyado en la información que sus asesores le alcanzan.

Recuerdo perfectamente, porque fui testigo de directo de un episodio casi similar, que entonces no pasó inadvertido, dónde Oscar Tabárez y el Prof. Esteban Gesto, fueron responsables de esa imprescindible “bajada de línea”, no sólo al plantel de jugadores para motivarlos, sino también a los aficionados y a la prensa. Cuando Uruguay llegó a la Copa del Mundo de Italia’90, los conductores de aquel proceso, utilizaron para mentalizar a los jugadores en el debut y a su vez para que los periodistas e hinchas tomaran consciencia de lo difícil que era jugar un mundial, en un elemento histórico. Tanto Tabárez como el Prof. Gesto repetían en lo previo una y otra vez, un concepto muy claro.

-“Hace 20 años que Uruguay no gana un partido en la Copa del Mundo. Vamos a intentarlo con todas nuestras fuerzas…”

El calendario marcaba España como primer adversario. Aquella tarde en el estadio de Udine, el equipo uruguayo fue una máquina de concentración, actitud y despliegue físico. Arrinconó a España. Lo metió debajo de su arco. Generó varias situaciones de gol, hasta que en una de ellas, un impecable cabezazo de José Herrera, fue “atajado” en el arco –al estilo Suárez en 2010- por un defensa español. ¡Penal! En aquel tiempo el reglamento no determinaba la expulsión del “último hombre” que comete un penal. Desde los once pasos la ejecución debió corresponder al jugador más experimentado que tenía el equipo, al crack de la época. A Enzo Francescoli. Sin embargo, la ansiedad de Ruben Sosa, sus deseos de resaltar en su primer Copa del Mundo para confirmar su gran momento con la camiseta del Internazionale de Milán, lo llevó a que él tomara la pelota y se dispusiera a ejecutarlo. Allí, en esa instancia, debió intervenir el entonces joven técnico Tabárez, para impedir que la Sosita rematara. No lo hizo. Francescoli tampoco se impuso dentro del campo y… ¡la pelota enviada a las nubes impidió que aquella premisa de ganar un partido en un mundial después de 20 años de la última victoria conquistada en 1970, en el Estadio Azteca ante la Unión Soviética, se hiciera realidad! Pero la arenga sirvió, tuvo su efecto en los jugadores que se compenetraron para intentar el logro histórico. Y también instaló en la mente de los periodistas y los hinchas, lo difícil que resultaba la tarea que el equipo acometía.

¿Cómo se le escapó a un hombre reflexivo como Tabárez, que ha And to facilitate two way links between these partners and school-delays.com s engaged in the Eco-Schools programme. recogido enseñanzas de los errores del pasado, la utilización de un dato que no era menor -¡44 años sin conseguir una victoria en el debut de la Copa del Mundo!-, para bajar a tierra a los jugadores ante una nueva realidad, una nueva meta histórica a conquistar, que imponía la necesidad de actuar concentrados, con actitud, luchando a muerte por la victoria.

Alguien del amplio plantel de colaboradores de todo tipo que tiene Tabárez, debió advertir este hecho y transmitírselo al entrenador para que extrajera de él, sus frutos. Se trataba de un gran elemento motivador. Una nueva inyección para conquistar otro objetivo que realzara al grupo y a los futbolistas por sus logros obtenidos con la celeste en el pecho. Hubiera sido, graficándolo con algo real, una nueva “zanahoria delante del caballo” que tira del carro de la celeste. Para un plantel que conquistó títulos de enorme valía (la Copa América 2011 y el cuarto puesto en Sudáfrica 2010), la inyección de lograr ganar en el debut mundialista después de 44 años sin poder conquistarlo –estoy seguro-, significaría un nuevo desafío. Era una nueva meta que, aunque de pronto pequeña en comparación con las otras, pudo significar una vuelta de tuerca grande en la mente de los jugadores, quienes ayer en el “Castelao”, lucieron desenchufados, según la terminología de la tribuna. Mejor dicho, para expresarlo en palabras no tan gráficas, los celestes aparecieron desmotivados, como si el partido ante Costa Rica fuera un mero trámite dónde la victoria se alcanzaría con el mínimo esfuerzo.

Estoy seguro que si el grupo que comanda el inteligente capitán Lugano hubieran tomado previamente contacto con esta realidad que enfrentaban, la disposición del equipo hubiera sido otra. ¡Existía ese gran elemento motivador! Alcanzaba con reunir al grupo de jugadores y decirles: ¡vamos por otro desafío histórico enorme! Desde aquel debut en México’70 con victoria 2:0 ante Israel, hace 44 años, Uruguay nunca más pudo triunfar en el partido de estreno. En 1974, en circunstancias muy parecidas a las actuales, en la primera ocasión que jugaban los “repatriados” consagrados del exterior (Mazurkiewicz, Rocha, Forlán, Espárrago, Montero Castillo y Pavoni) con la celeste, Holanda brindó una soberbia demostración de fútbol. Uruguay dejó el aeropuerto de Carrasco despedido como el futuro Campeón del Mundo. ¡La Superselección!, tituló el matutino “La Mañana” al día siguiente. La “Naranja Mecánica”, nos trajo a la realidad. Uruguay perdió 2:0 en tanteador exiguo que, de no ser por Mazurkiewicz, bien pudo finalizar en goleada histórica, mayor a la de Dinamarca en Neza.

En México’86 fue empate 1:1 ante Alemania Federal. En 1990, con Tabárez y el Prof. Gesto al comando y como fue escrito líneas arriba, no hubo goles ante España, a pesar que en la cancha, en el “partido moral” aquel equipo que lideraban Francescoli y Gutiérrez, debió ganar por amplio margen. Desde entonces, hasta el siglo XXI la celeste no volvió a la Copa del Mundo. En Corea-Japón 2002 cayó vencida 2:1 ante Dinamarca y en Sudáfrica 20101, la mayoría de estos jugadores que debutaban en el mundial, lo dieron todo, dejaron el alma en la cancha para aguantar el empate sin goles ante Francia. Tenían “hambre de glorias…”

Esta mañana en el desayuno, aquí en el Hotel Marina Park, donde se alojó el sueño celeste luego estrellado en el muro de la realidad, los hinchas compatriotas no tenían consuelo. Entre las carencia que el ojo de los aficionados destacaba, era la “falta de actitud”, según la nueva terminología. Nosotros, con el sol de la vida en la espalda, estamos seguros de que faltó lo escrito líneas arriba. Un elemento motivacional, ese “algo” que metiera en la cabeza de los jugadores que han escrito páginas gloriosa para Uruguay, la necesidad de alcanzar otro objetivo que los mantuviera en el Olimpo de la consideración histórica y popular. Para decirlo claramente. Un equipo de Uruguay motivado que se pone en ventaja ante un rival débil y sin pasado como Costa Rica, no puede perder el partido. La “garra charrúa” que es el revelarse contra toda adversidad, hubiera impedido esta afrenta. ¡Y esa “garra charrúa” debió ser despertada previamente por la necesidad de alcanzar una nueva meta para seguir haciendo historia!

Ojalá que el jueves próximo en San Pablo, en un partido dónde el técnico y el plantel de jugadores juega al todo (ganar) o nada (perder o empatar) ante Inglaterra, reaparezca en ese escena es “garra charrúa” que el grupo exhibió hasta ahora en momentos críticos, al llegar la hora límite. Si eso no ocurre, comenzarán a caer los cuestionamientos sobre un plantel envejecido al que mantuvo el técnico Tabárez, sin animarse a introducir las pequeñas variantes que iniciaran el imprescindible recambio generacional.


Etiquetas: Selección uruguaya