Home   »   Sin Categoría

Memoria




Sebastián Bauzá en la mañana del 13 de octubre del 2012 cuando anunció que aunque se perdiera en Bolivia, el proceso de la Selección no se interrumpiría.


16 octubre, 2012
Sin Categoría

El Pepe Sasía usaba un par de frases que le fueron dedicadas para definir a la hinchada: “esa mersa que olvida tan de golpe, ese corral de tantos charlatanes”.

Cuando el dirigente se confunde con la hinchada, deja de ser dirigente. Sebastián Bauzá eligió seguir siéndolo, tener memoria y evitar toda posibilidad de discusión efectiva sobre la continuidad de este trabajo de la Selección, adelantando que, cualquiera sea el resultado ante Bolivia, Tabárez seguirá al frente, pero Sebastián es de mi generación, no está del todo libre de nosotros ni de nuestras etiquetas al uso.

Sebastián Bauzá en la mañana del 13 de octubre del 2012 cuando anunció que aunque se perdiera en Bolivia, el proceso de la Selección no se interrumpiría.

Hablo de nosotros, de la hinchada vieja, de la hinchada de los de antes, de la que no siente que estos jugadores les pertenece como lo siente la de los gurises, hablo, en parte, de nuestra incomprensión de lo que significa este equipo celeste para los más jóvenes (o de nuestra comprensión envidiosa), para los que creyeron esta historia desde el principio de su relación con el fútbol, acertaron en creer e inventaron el entusiasmo que nosotros no teníamos.

Este equipo celeste logró, en estos seis años, varias cosas más trascendente que sus propios triunfos –a través de sus triunfos, pero también de cómo los lograron-, entre ellas una suerte de revolución de la hinchada.

No cambiaron a la hinchada que ya estaba estructurada. Eso es imposible. Pero nuestros gurises de la edad de los más jóvenes de la selección para abajo, los ceibalitos, defienden al equipo como lo que es: una epopeya generacional de ellos, tan valiosa como cualquier otra; ellos lograron lo que nosotros no habíamos podido y lo vivieron en la plenitud que a nosotros se nos había pasado. Ahora no van a dejar que se la escamoteemos con clisés que ellos superaron. Por eso no se ha generado un estado de opinión definitivamente adverso.

Ellos no creen en nuestro desencanto y no se olvidan de lo que vivieron, porque están más vivos que nunca.