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El Presidente Mujica recibe a los dirigentes a las 15:00; en su espacio radial avisó: “Llegó la hora de no seguir otorgando; antes no había un Apartheid”




José Mujica, el Presidente de la República.


28 marzo, 2014
Fútbol Uruguayo Primera

“Los hechos nos imponen a veces decisiones que no estaban en nuestra cabeza. Llegó la hora de no seguir otorgando y poner la verdad verdadera. Antes las hinchadas estaban entreveradas. No había un Apartheid. Estábamos acostumbrados a convivir. Hoy parece que fuéramos leprosos. ¿Es posible tanta barbarie por una insignia deportiva o tenemos que largar excremento comprimido?” dijo José Mujica, Presidente de la República, en su espacio radial Habla el Presidente”, por M24.

José Mujica, el Presidente de la República.

José Mujica, el Presidente de la República.

“Los hechos a veces nos imponen decisiones que no estaban en nuestra cabeza. En los últimos tiempos son tercos y porfiados, golpean y golpean. No soy partidario ni lo seré nunca que los Poderes del Estado se inmiscuyan en el deporte, mucho menos en el fútbol. La gente debe de gozar a su libre albedrío. Tiene su política y su gente. Hay camadas de militantes por sostener el deporte, particularmente el fútbol. Para los uruguayos es algo así como una tarjeta de identidad. Todo tiene límites  y en definitivas. La realidad nos impone sacudones fuertes. Somos absolutamente conscientes que definitivamente tenemos que empezar a reaccionar como sociedad y país”.

“La fiesta deportiva del fútbol constituye uno de nuestros centros de identidad más importante. Es un arte popular que ha ido evolucionando. Hoy es cultivado esencialmente por grupos profesionales o semi-profesiones en derredor de cuya fiesta vive un montón de otras pequeñas, medianas y grandes actividades paralelas. Esto más allá de cualquier valoración está enraizado en el sentimiento de la gente. Muchísima la gente, no solo los que trabajan, en derredor del fútbol. Este, el nuestro, realmente milagrosa como otras cosas de este pequeño Uruguay, en gente, no tan pequeño en recursos. Digo milagroso porque cuando se entera que un cuadro como Real Madrid o Barcelona tiene 400, 500 millones de euros de presupuesto por año, uno se da cuenta en este mundo tan profesional, el valor milagroso de existencia que tiene el fútbol uruguayo. Casi no tiene vuelta. En los hechos para la opinión del mundo, nuestros mejores embajadores, entre comillas, quienes hacen que de vez en cuando se nombre al Uruguay, son nuestros grandes jugadores de fútbol y vayan por el mundo, llevan sus insignias y el profesionalismo”.

“Este fenómeno cultural tiene una importancia enorme. No podemos seguir deslizándonos en un tobogán de barbarie que nos va debilitando, que nos está ensuciando, recientemente carcomiendo y afectando. Con estas cosas que nos pasan seguidamente, sólo quedarán contemplando esta fiesta puñados de exaltados que tienden a conducta de manadas, conducidos por minorías, llamadas barras bravas que terminan imponiendo especie de clima de guerra y no de fiesta”.

 

“Parece que la convivencia, ese valor central de lo que es el Uruguay, un país un poco como la penillanura, un país de enorme tolerancia en la diversidad, un país como signado para la convivencia, valor del cual nos tenemos que sentir orgullosos, legado de nuestros antepasados. No es posible que ese clima dispare en derredor de las canchas de fútbol y sea sustituido por un derroche de violencia inútil que torpedea lo mejor del Uruguay, la convivencia. No lo tiene que dar la policía, sí la madurez social de la sociedad”.

 

“Sabemos que hay cosas que se anudan en estas cuestiones, que tienen actividades laterales, negocios, como el dominio del aparcamiento de los autos, cuestiones por el estilo. A veces hay contradicciones de las conductas de algunos portavoces de Barras Bravas y peleas intestinas. Los dirigentes del fútbol saben mucho más. El que calla otorga. Nos parece que llegó el tiempo de no seguir otorgando, de poner la verdad verdadera por más fea que sea arriba de la mesa. El fútbol es demasiado importante para el subjetivo del pueblo uruguayo”

“Lo que debiera ser una fiesta de familia, a gozar la belleza de la tarde, colocando al fútbol como el actor central y tener un bajo costo posible, por una presencia masiva de la gente que sale convivir una fiesta, no lo puede ser. Cada vez las canchas se van rodeando de soledad”

“Tenemos que dejar el delito, la conducta de manada, las relaciones mafiosas, la barbarie y el primitivismo deben sustituirse por un aire de familia, de festividad deportiva, alegría en el triunfo, de  una sonrisa cachadora con el que pierde.  Lo cierto es que antes las hinchadas estaban entreveradas. No había un Apartheid, los de tal color a un lado, los de tal de otro. En definitiva, las reglas si existían eran minúsculas. Estábamos acostumbrados francamente a convivir, Hoy parece que hay separarse como si fuéramos leprosos y pertenecemos a la misma nación”.

“¿Es posible tanta barbarie por una insignia deportiva o tenemos que largar excremento comprimido?, Acudimos desesperadamente a que la policía nos de seguridad y cuando la cosa pasa de castaño oscuro, y la policía tiene que reprimir, donde se ha visto que toda represión de masa sea químicamente pura. Es francamente imposible. Entonces terminamos inculpando a trabajadores que están como estacas cumpliendo  con su obligación. No tiene fin. Nos perdemos en una multitud de acusaciones, jurídicas, banalidades., y las cosas de fondo permanecen. El estado de derecho no nos permite tomar decisiones como en otros lugares y llamar para que estén tranquilos lo arquetipos identificados con  la violencia,  Identificando a los violentos, contemplando, con un aparato, el fútbol,  no inmiscuyéndose en la fiesta deportiva. Todo tratando que una manzana media enferma no enferme a los demás”.


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