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Primer tiempo: No todo está perdido




Edinson Cavani en el festejo del primer gol uruguayo.


25 marzo, 2016
Selección

Edinson Cavani en el festejo del primer gol uruguayo.

Edinson Cavani en el festejo del primer gol uruguayo.

Escribe Atilio Garrido / Fotografías Fernando González

Movieron y… gol. El pelotazo de Dani Alves al claro; Álvaro Pereira que quedó fuera de la incidencia al estar en posición de ataque. Recepcionó William en posición de puntero derecho. Salió a la cobertura Coates, sin la firmeza necesaria. William maniobró, lo dejó fuera de foco y sacó el centro a media altura. Rasante. Como un puñal al corazón del área chica. Coates no estaba. Se quedó Victorino. Fucile no cerró. Muslera no dio el paso adelante y Douglas tocó la pelota al arco desde dentro del área pequeña. Apenas cuarente segundos de comenzado el partido. El gol más rápido de las eliminatorias. Brasil realizó diez pases seguidos sin que Uruguay tomara contacto con la pelota y estaba perdiendo.

Arribando a los diez minutos el partido se presentaba favorable a Brasil, que generó una segunda situación clara de gol, nuevamente a raíz de los errores defensivos del sector derecho. Una pelota perdida por Fucile sobre la raya final que Vecino envía al córner cuando el envío iba al corazón del área. De la ejecución de la pelota quieta, nuevamente apareció Douglas en zona desprotegida, dentro del área chica, rematando apenas afuera.

Uruguay sin poder capturar la pelota en medio campo, quedó a merced del ataque brasileño que, como se esperaba, se volcó completamente por la zona derecha de la defensa oriental para explotar la lentitud de Victorino y Fucile.

A pesar de ese dominio, en una infracción que le cometieron a Cristian Rodríguez en la zona media, Uruguay pudo llegar al gol que quedó a disposición de Suárez. El centro desde la izquierda en diagonal, enviado por Sánchez en forma perfecta, cruzó toda el área. Ningún brasileño la despejó. Estaba sólo Suárez, a quién sorprendió el esférico sin poder tomar contacto con él dentro del área chica. Era el empate.

La peligrosa incidencia pareció aquietar los emprendimientos ofensivos constantes que lanzaba el dueño de casa. Se vislumbraba en Uruguay una diferente posición del doble cinco. Vecino por la derecha, en el puesto que habitualmente ocupa Egidio, y éste por la izquierda. A Sánchez le costaba pararse por la derecha, en cambio Cristian Rodríguez surgía como el más atinado elemento. No sólo en función de marcación, sino como salida y construcción de intentos ofensivos criteriosos.

Cuando el reloj marcaba un cuarto de hora, lo que se apreciaba en el campo era claro. No existía una gran diferencia entre los equipos. Cuando Uruguay, por la vía de Cristian Rodríguez intentaba proyectarse, generaba sensación de peligro. En cambio, cuando Brasil tomaba contacto con la pelota, inmediatamente proyectaba el juego por el sector derecho de la defensa celeste que resultaba un tembladeral.

Apenas un minuto después desbordó Douglas, siempre por la derecha, dejó parado a Fucile y metió el pase cruzado para Neymar. Era el segundo gol. Definió mal y contuvo Muslera.

Con gran acierto, cuando Uruguay tenía que salir del fondo con la pelota, Brasil marcaba a todos los hombres dejando libre a Victorino y Fucile. Sin posibilidad de pase, por ahí intentó salir Uruguay cayendo en la celada que armó el rival. La pelota siempre terminó en pies brasileños, partiendo a toda velocidad hacia el ataque por el mismo sector. Así nació el segundo gol a los 24 minutos. Esférico llevado desde la izquierda a la derecha, metieron el pase cruzado para el ingreso de Renato Augusto. Álvaro Pereira no pudo cortarlo, ni despejar. El esférico derivó a los pies de Renato Augusto casi sobre la línea. No llegó Álvaro Pereira que se levantó del suelo. Tampoco Muslera pudo tapar el remate sesgado del brasileño que terminó en las redes.

La sensación de peligro que generaba Uruguay cada vez que atacaba –demostración clara del poco nivel defensivo del equipo-, se advirtió nuevamente en una pelota larga que llegó a controlar el golero Alisson con los pies.  La tiró afuera cuando estaba sólo. Era un claro síntoma de nerviosismo. En otra prueba de esa realidad que emergía de la cancha llegó el gol del descuento de Uruguay. Álvaro Pereira se llevó a espíritu una pelota por la izquierda, trancó con un rival, ganó y siguió adelante. Llegó a posición de puntero zurdo y sacó un centro pasado. Nuevamente la defensa de Brasil se quedó parada, llegó Carlos Sánchez en gran esfuerzo por el segundo palo, cabeceó hacia atrás para la llegada de Cavani. Se acomodó con el cuerpo, dejó en blanco a un zaguero y  remató fuerte de izquierda, marcando el gol.

Con el 2:1 en contra el panorama no cambió. Las flaquezas defensivas de Uruguay por el sector derecho –lugar por donde siempre siguió atacando Brasil- eran tan grandes que en cada avance los locales generaban la posibilidad del gol. Un remate de Renato Augusto desde fuera del área y dos chances claras de Douglas –imparable para Fucile- estuvieron a punto de establecer diferencias inalcanzables.

Otro pelotazo largo para William que no pudo controlar Álvaro Pereira, casi termina en la red. En la réplica, el pelotazo largo de Muslera para Suárez, en posición de puntero izquierdo, generó una situación de gol para Uruguay. Habilitado por Suárez, quedó sólo ingresando al área de derecha a izquierda Sánchez. Salió el golero Alisson, le achicó el ángulo y desvió al córner.

Así se llegó al final del primer tiempo que arrojó conclusiones claras. 1) Brasil no se mostró como un equipo superior al uruguayo. 2) Cada vez que los celestes lograron avanzar, impulsados por Cristian Rodríguez, generó esa sensación de peligro de gol. 3) El error de la conformación de la línea de cuatro final de Uruguay se pagó caro. 4) Brasil planificó con criterio, atacó siempre por la derecha de la defensa oriental y pudo lograr una diferencia que podría resultar inalcanzable.

¿Qué puede ocurrir en el segundo tiempo? Si Uruguay corrige su defensa, si se afirma en la marca y se acompaña mejor los esfuerzos de Cristian Rodríguez, no todo está perdido.


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