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Oscar Tabárez: el único factor que une la conquista de Uruguay Campeón Panamericano en 1983 y la de 2015




Para el cierre de la nota aquella imagen que en 2010 las redes sociales convirtieron en famosa.


25 julio, 2015
Columnistas Pelota al medio

Una nota de Atilio Garrido recurriendo a pasajes del libro de Dante Panzeri (“Fútbol dinámica de lo impensado”), para graficar con hechos reales que el fútbol es impredecible y que sólo importa la capacidad de los jugadores y la inteligencia de quien los elige. En 1983 la preparación fue un desastre. En lo previo Tabárez fue criticado “por citar a sus amigos al equipo”. Nadie, ni remotamente pensaba en conquistar el título. Lo lograron. Los “procesos” a nivel juvenil liderados por Tabárez, desarrollados con la mejor seriedad y la amplia disponibilidad para que nada faltara a los jugadores, hasta la tarde de este domingo 25 de julio de 2015, no dieron resultado. ¡Al fin, hoy la fotografía de los jóvenes uruguayos campeones podrá colgarse en la pared de la AUF! Ocurre que hacer las cosas bien, no asegura títulos. Y muchas veces, se han mal, y se consiguen logros impensados. Por eso el fútbol es atrapante.

Para el cierre de la nota aquella imagen que en 2010 las redes sociales convirtieron en famosa.

Para el cierre de la nota aquella imagen que en 2010 las redes sociales convirtieron en famosa.

Escribe: Atilio Garrido

A mediados de junio de 1983 resulté -merced a mi amistad con ambos protagonistas- testigo del diálogo siguiente:

-“Profe, tiene que armar un equipo para ir a los Juegos Panamericanos de Caracas. Lo pide el gobierno porque hay un compromiso con Venezuela”, le dijo por teléfono el Presidente de la AUF, Cnel. Héctor Juanicó, al Prof. Omar Borrás.

-“… Yo no lo puedo dirigir, tenemos la planificación armada para encarar el Campeonato Sudamericano. ¿Cuándo empiezan?”, respondió y preguntó el recordado profesor.

-“A ver… Jugamos el 15 de agosto ante el local, Venezuela. Arme algo, tenemos que cumplir”.

No hay nadie que haga jugadores. El buen jugador nace, sí, y no es patrimonio de pocos, sino de     muchos millares el distinguirlo… ¿Hasta dónde se puede señalar como de mucho saber en fútbol al seleccionador que lo descubre y lo encauza hacia un destino que lo salva del anónimo en que quedan millares de aspirantes? (Fútbol: dinámica de lo impensado. Dante Panzeri (1967) Pág. 36

AQUEL DESCONOCIDO OSCAR TABAREZ

El país vivía el último tramo del gobierno “cívico-militar” (como se autodenominó la dictadura). El Prof. Omar Borrás dirigía a la selección mayor de Uruguay que debía enfrentar, 1º y 4 de setiembre a Chile y Venezuela en el Estadio Centenario. Luego devolvía las visitas y viajaba de gira a Gran Bretaña e Israel. Previamente, Uruguay  disputó el 2 y 9 de junio partidos amistosos de preparación ante Paraguay. Tenía previstos, el 18 de julio otro ante Perú en el centenario, el 11 de agosto la revancha ante los incaicos en Lima; luego el 18 de agosto frente a Ferrocarril Oeste -tiempo aquellos en que los combinados jugaban ante clubes- y el 25 agosto otro juego ante Paraguay, previo al debut frente a Chile. Ir a los Juegos Panamericanos con el fútbol era un “fierro” caliente. Era ir con los ojos abiertos rumbo al matadero…

El equipo del Prof. Borrás –una gran persona, un conductor pintoresco que rescató a la selección de varios fracasos y la hizo vivir un proceso de fulgor y títulos-, tenía su equipo integrado on el Prof. Wáshington Guarino (PF) y Luis Ayala (especie de asesor nombrado por la Asociación de Entrenadores). A veces colaboraba el Prof. Franklin Quiñones quien también entrenaba a los jueces. El Prof. Borrás incorporó como ayudante a un jovencito “casi” desconocido para el gran público. Se lo impuso al Cnel. Juanicó, quien era reacio a “más gastos en el cuerpo técnico”. Se llamaba Oscar Tabárez. Tenía 36 años, un pasado como jugador de muy poco volumen, trabajaba en las divisiones “formativas” de Bella Vista y –cosa que sabíamos muy pocos- impresionó a los profesores que le dictaron los cursos en el ISEF, donde adquirió el título de Director Técnico. Tiempos de “vacas flacas” –su tránsito de jugador no le permitió acumular dinero-  por lo que, además de su actividad poco remunerada en el fútbol, cumplía funciones de Director de la Escuela Pública No. 30 del Cerro, en la calle Grecia, allá lejos, casi al final.

-¿Vd. sabe que el Prof. Gesto dijo que Vd. fue uno de sus mejores alumnos y que era una de las personas que tenía más futuro en esta actividad?

-“Bueno, el Prof. Gesto es muy benevolente. Yo fui un alumno que me brindé mucho en el curso de entrenadores y él fue un profesor muy bueno, del que traté de sacar el máximo posible de enseñanzas, pero eso lo va a decir el tiempo”.

(Diálogo con el autor de esta nota y el colega Alberto Schiavone. “El Diario”, 29/08/1983)

A pesar de ser el más joven del “cuerpo técnico” de la selección y su llegada tardía cuando el grupo estaba formado -exclusivamente por la elección del Prof. Borrás y su empeño en darle la oportunidad-, de duro carácter y muy puntilloso, la relación entre Tabárez y Ayala se deterioró rápidamente. El Prof. Borrás encontró, poniendo en sus manos el “fierro caliente”, la manera de evitar un conflicto que trascendiera a la prensa. Todos –absolutamente todos- estábamos seguros que era imposible conseguir un resultado más o menos favorable en los Juegos.

UN PLANTEL REJUNTADO CON JUGADORES DESCARTADOS EN SUS CLUBES

Fotografía tomada en una práctica antes del día de partir en la cancha del Estadio Charrúa donde entrenaron. Tabárez con 36 años aparece arriba a la izquierda. Miguel Peirano, lesionado, que no entrenaba, posa de saco y bufanda...

Fotografía tomada en una práctica antes del día de partir en la cancha del Estadio Charrúa donde entrenaron. Miguel Peirano, lesionado, que no entrenaba, posa de saco y bufanda…

Con el Campeonato Uruguayo en plena disputa y Peñarol perdiendo el título de Campeón de la Copa Libertadores de América el 27 de julio en Porto Alegre, todos –absolutamente todos los clubes le dieron la espalda a los intentos de armar un plantel competitivo. Tabárez convocó a muchos jugadores a entrenamientos caóticos. Al principio, varios futbolistas faltaban, no disponían de ropa para entrenar, cada uno vestía con lo que llevaba en el bolsito… Después aparecieron unos viejos conjuntos Adidas. Citó jugadores que actuaban en el interior, dejando en el plantel a Edgardo Martirena de Atlético Fernándino de Maldonado. El periodismo le brindó escasa y casi ninguna importancia. No aparecía información de la trastabillante preparación de dos semanas y, cuando se leía algo pequeño en las páginas –cosas del destino- criticaban al técnico porque “llamaba a la selección a sus amigos”.

-¿Le molestan las críticas a Borrás? Se lo pregunto porque Vd. se identifica mucho con él.

-“Ciertas críticas me molestan. No las que se pueda hacer en lo técnico-táctico. Me molesta como me ha molestado que dijeran que esta selección era una selección fantasma o como dijeron, que el cuerpo técnico designaba jugadores por amistad o que había jugadores que eran resaca”. (Diálogo citado anteriormente)

De esta manera, sin ninguna preparación adecuada y sin ningún tipo de chance e ilusión, partió la delegación. Lo confesó días atrás, en una excelente nota al entonces juvenil Aldo Azzinari, realizada por Pablo Cohen para www.tenfield.comTV. Era un botija de Defensor a quién comparábamos con Rubén Sosa. Inclusive, realicé una producción con el periodista Luis Montañés, para “El Diario”, juntando a ambos en el Molino de Pérez, vestidos con los colores de sus clubes.

La delegación la presidió Enrique Bellomo y el cuerpo técnico lo integraron Oscar Tabárez, Prof. Franklin Quiñones (PF), Néstor Colamonicci (K) y Mario Martínez (utilero). No viajó ningún médico. ¡Qué tiempos! Hoy los grupos de trabajos tienen ayudante, entrenador de goleros, dos PF, dos K, dos utilero, médicos, podólogos, deportólogos, periodistas, asesores de imágenes, empresas que graban los partidos…

El proceso siguiente empezó disfrazándose con la necesidad de “adaptar al fútbol al progreso de la humanidad moderna”. Ese proceso atraviesa hoy por la necesidad de seguir disfrazando dialécticamente la cobertura de seriedad de un simple show internacional del absurdo, que pretende nutrirse de inocencia. Especialmente de los muchos consumidores de “planes”, “tácticas” y “estrategias” (…) para clientes proclives a admitir que la espontaneidad se puede organizar”. (Dante Panzeri, obra citada, pág. 40)

LAS VIRTUDES DE AQUEL DESCONOCIDO TABÁREZ

Oscar Tabárez tuvo la virtud de elegir correctamente a jugadores jóvenes que apenas pasaban los 20 años, muy poco conocidos, como Aldo Azzinari, Daniel Carreno, Carlos Larrañaga, Ricardo Perdomo, Álvaro Pérez, el golero Mario Picún. Otros como Santiago Ostolaza y José Batista que formaron parte de la selección juvenil campeones sudamericanos con Uruguay en 1981, y varios veteranos. Algunos que conocía muy bien: José Luis Sosa y Abraham Yeladian; Julio Rivadavia y Luis Heimen de Sud América; Víctor Púa de Defensor y Vicente Rudy Rodríguez que ya estaba en condición de libre. En los últimos días, Peñarol accedió a prestar a Miguel Peirano, otro joven a quién Hugo Bagnulo –el DT de Peñarol- promovió al primer equipo en las finales de la Libertadores ante Gremio. Estaba con un principio de desgarro que le impidió jugar los primeros partidos. Nota aparte: el 23 de julio pasado se cumplieron 100 años del nacimiento del siempre querido y recordado “Hugo”.

El plantel que finalmente reunió Tabárez, tenía una condición que siempre resaltaba el Prof. Ricardo de León como imprescindible: lo integraban varios campeones, jugadores que sabían lo que era “salir campeón”.

Estas podrían ser las etapas que acreditan al hombre que más se acerca a la sapiencia en fútbol, acaso la verdadera, pero siempre imposible de probar: 1) Elegir a los buenos jugadores dentro del contingente de   millares de aspirantes; 2) Destinarlos a los puestos más apropiados a las condiciones con que ya nacieron y nadie puede dar. 3) Inducirlos a no intentar hacer lo que no saben, o lo que menos pueden hacer dentro de lo que hayan nacido sabiendo hacer y 4) Dejar que esos jugadores, así seleccionados, así ubicados y así aconsejados… hagan de allí en más lo que les parezca mejor. Dejarlos jugar. Con ánimo y sentido recreativo (Dante Panzeri, obra citada, pág. 40)

"El Diario" cuya Dirección de Deportes ejercía el autor de esta nota, fue el único que se jugó y creyó en la selección. Al día siguiente de la conquista, fue el único  medio que tituló a toda página incluyendo la radiofoto donde se ve a Alvaro Pérez ante un jugador Brasil, en cuyo equipo jugaba Dunga.

“El Diario” cuya Dirección de Deportes ejercía el autor de esta nota, fue el único que se jugó y creyó en la selección. Al día siguiente de la conquista, fue el único medio que tituló a toda página incluyendo la radiofoto donde se ve a Alvaro Pérez ante un jugador Brasil, en cuyo equipo jugaba Dunga.

Ese Uruguay le ganó a Venezuela (1:0), Bermudas (2:1), Guatemala (2:1) y en la final ante Brasil (1:0) con gol de Peirano que se recuperó con el paso de los días. Uruguay logró el primer título de Campeón Panamericano, medalla de oro, de una competencia que –muy pocos saben y menos informan- comenzó en Argentina en 1951.

El partido final se observó por televisión y algunos periódicos –principalmente “El Diario”, cuya Sección Deportes dirigía y le dimos bastante atención en la parte previa-, tituló en la portada la edición del día siguiente a la conquista. El retorno fue en silencio, sin caravana, sin homenajes de ningún tipo. Fueron a hacer “un mandado” y retornaron campeones…

TABÁREZ EL “PROF. BORRÁS” PARA FABIÁN COITO

Oscar Tabárez es el factor –como en las matemáticas- que une aquella conquista de 1983 con está obtenida en este domingo primaveral en Montevideo, de 2015. Tabárez es el Prof. Borrás de aquel tiempo, escogiendo a Fabían Coito –un profesional muy parecido en todo a Tabárez, inclusive en su discreta carrera como jugador profesional-, y a diferencia de lo ocurrido hace 33 años atrás, en esta ocasión el “proceso” de trabajo fue extenso y amplio. La elección de jugadores, priorizando a los futbolistas con los que Coito tiene contacto desde hace años en las diversas etapas en que condujo a las selecciones juveniles, resultó correcta a juzgar por los resultados.

Grandioso fútbol uruguayo. Sigue dando criollos el tiempo. Junto al técnico Fabián Coito posan luego del título de campeón obtenido en Toronto. Foto de EFE

Grandioso fútbol uruguayo. Sigue dando criollos el tiempo. Junto al técnico Fabián Coito posan luego del título de campeón obtenido en Toronto. Foto de EFE

Para el DT Coito y sus jugadores, la gran importancia de la medalla de oro obtenida, es saber y conocer –ahora- lo que es “salir campeón”. Algo que venía costando mucho conseguir y que debió lograrse en forma contundente ante México, de no mediar la enorme cantidad de goles marrados. ¿Por qué? Porque los chicos uruguayos también arrastraban varias frustraciones en la instancia última donde debe ratificarse con la conquista del título de campeón, lo hecho previamente. El gran mérito de éste triunfo es que a cuatro años de la conquista de la Copa América en 2011, en Buenos Aires, nuevas juventudes de aficionados y de hinchas, saben –ellos también- saber lo que es “salir campeón”.

Cómo lo demostramos en esta nota que saluda el éxito obtenido por los jóvenes orientales, muchas veces se cumplen los “procesos” a la perfección, se tienen todas las comodidades al alcance de la mano y… el objetivo no se consigue. En otros casos –como en 1983- un conjunto de jugadores que fueron al matadero en Venezuela, sin ninguna etapa de trabajo correcto, retornaron con el título. ¡Así es el fútbol y por eso atrapa a los pueblos del mundo! A partir de mañana, la fotografía del equipo uruguayo campeón, que dirigió Fabián Coito, estará en las paredes de la AUF. Cosa que -aunque parezca mentira- no pudo lograr el conjunto que triunfo en Venezuela en 1983. No viajó ningún periodista a cubrir el certamen. No hubo imágenes de los campeones festejando o pasando en equipo. Apenas algunas radiofotos de las agencias. En lo personal, disponía de una que aparece líneas arriba, captada en un entrenamiento antes de partir.

UNA FOTOGRAFÍA QUE LE GANÓ AL TIEMPO: TABÁREZ Y “URUGUAY CAMPEÓN”

Cuando Uruguay retorno campeón en 1983 de Venezuela, planifiqué una nota con el entonces desconocido Oscar Tabárez. Como va dicho, desempeñaba el cargo de Director de Deportes de “El Diario” Lo llamé y le plantee la idea:

-Señor Tabárez, me gustaría para la tapa del deportivo de “El Diario” una fotografía suya en un aula de la escuela No. 30 del Cerro que Vd. dirige, con un grupo de alumnos, y el pizarrón donde Vd. escribe “Uruguay Campeón”. Y luego le hacemos la nota con mi colega Alberto Schiavone.

-“Mmmmmm… Sí, pero tiene que conseguir Vd. los permisos para ingresar a la Escuela en Enseñanza Secundaria”.

Para el cierre de la nota aquella imagen que en 2010 las redes sociales convirtieron en famosa.

Para el cierre de la nota aquella imagen que en 2010 las redes sociales convirtieron en famosa.

Llamé al Director General del Ministerio de Educación y Cultura, Cnel. Raúl Cloto Masciadri –de larga actuación en Rampla Jrs. y Vicepresidente de la AUF durante la Copa de Oro de Campeones Mundiales-, quién me derivó al Director de Primaria, Maestro Ribolla Ricci. Ambos autorizaron la fotografía que ilustró aquella nota. Se tituló “Un maestro campeón”.

Cuando teníamos la escenografía armada y el fotógrafo Cesagués Hernández su cámara pronta para el “click”, le pedí a Tabárez que escribiera en el pizarrón “Uruguay Campeón”, como habíamos quedado. La idea era ir registrando paso a paso su mano mientras escribía. Se negó rotundamente y no hubo caso de que cambiara de opinión. Negociamos. Entonces tomé la tiza, escribí las dos palabras en el pizarrón y se la pasé  a Tabárez para que con su mano la apoyara en el final de la palabra “campeón”… No pueden existir dudas de la firmeza de sus pensamientos.

Muchos años después, al obtener el cuarto puesto en Sudáfrica 2010, la fotografía inundó las redes sociales. ¡Quién iba a decir que aquella idea que materializamos con Alberto Schiavone y Cesaguéz Hernández se haría famosa!