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Primer tiempo: merecida igualdad




Cristian Rodríguez ganó de arriba y la mandó al fondo del arco colombiano.


11 octubre, 2016
Sin Categoría

Cristian Rodríguez ganó de arriba y la mandó al fondo del arco colombiano.

Cristian Rodríguez ganó de arriba y la mandó al fondo del arco colombiano.

Escribe: Atilio Garrido / Fotografías Fernando González (enviados especiales)

Uruguay no salió a realizar el calentamiento dentro del campo. Una novedad. Sin duda, el cuerpo técnico buscó preservar las energías sin exponerlas al ambiente sobre el terreno, limitándose a algunos movimientos físicos en el espacio de piso de sintético, contiguo al vestuario. Quienes sí salieron a la cancha fueron los tres goleros, Celso Otero y un utilero. En sus trabajos advertí otra novedad. La segunda. En cada ocasión que Muslera capturaba una pelota, le pegaba rápidamente un pelotazo largo, hacia la punta derecha del ataque uruguayo, ocupado en este caso por Gastón Guruceaga, quién recibía el fuerte envío. Otra novedad. La tercera. En posición de back derecho, Campaña jugaba la pelota por bajo, con el pie, para Muslera, ubicado en las inmediaciones del punto del penal, quién repetía el saque largo, fuerte a la derecha. ¿Una estrategia para lanzar el contragolpe buscando a Luis Suárez? Claro que sí. De lo observado en esos movimientos, la intención del equipo uruguayo puede ser la de utilizar el contragolpe mediante el pelotazo largo, evitando el juego corto y por bajo, para escapar a la marcación de ahogo que desplegará Colombia. ¿Estaré en un error?

Se fueron los colombianos del campo. Precalentaron media hora a todo trapo. Inmediatamente comenzaron a regar la cancha buscando que se ponga “rápida”, como se expresa en la jerga del fútbol.

En estas dos apreciaciones se adivinan las intenciones. Uruguay saldrá a jugar con el reloj, buscará dejar transcurrir el tiempo abroquelado en el fondo de su defensa, intentando salir con pelotazos en contragolpe por la derecha. Colombia saldrá pisando a fondo el acelerador desde el comienzo, para sofocar a los celestes –como lo hicieron aquí la última vez con gol al minuto de Radamel Falcao-, buscando volcar rápidamente el tanteador a su favor.

Un aplauso del público colombiano surgió de las tribunas cuando las dos pantallas de led mostraron la salida a la cancha del entrenador de Uruguay, Oscar Tabárez, acompañado de Celso Otero, caminando con la dificultad acostumbrada por su enfermedad, apoyado en los dos bastones ortopédicos. ¡Un gran gesto de  los aficionados colombiano que sobresale por su educación y cortesía! No sólo por esta actitud aquí, sino por la habitual educación que el pueblo todo exhibe en cada uno de sus actos en el contacto con otro ser humano.

Lo advertido en el calentamiento que realizaron los goleros uruguayos, se puso de manifiesto desde el comienzo del partido. Los celestes utilizaron reiteradamente el pase hacia atrás para Muslera, como recurso para consumir tiempo y, a su vez, bajar las revoluciones de los colombianos. Agregó el equipo uruguayo durante el primer cuarto de hora, un correcto abroquelamiento defensivo con la última línea y la de volantes, bien apretadas, sin dejar espacios para que el local desarrollara su juego de pases cortos y dinámica endiablada.

En este lapso, cuando los colombianos lograron capturar alguna pelota, intentaron llevar el juego por las bandas, principalmente por la izquierda, en busca de aprovechar la flojedad expuesta por Corujo ante Venezuela. Sin embargo, el jugador de San Lorenzo se mostró firme y atento, cerrando su lateral. Por la derecha, la habilidad de Cuadrado se hacía más evidente y lograba desequilibrar a Gastón Silva. En uno de esos intentos, en el minuto 15, la acción fue cortada por Godín con aparente infracción, enviando la pelota al córner. Pitana no sancionó la falta. La ejecución enviando la pelota al punto del penal, encontró saltando en solitario a Abel Aguilar, cabeceando al palo derecho de Muslera que no ensayó defensa. Uno a cero en el primer tiro de esquina del partido, cuando hasta el momento Colombia no lograba inquietar a Uruguay. A partir de ese momento, una lluvia torrencial, mansa, sin viento, comenzó a caer sobre el campo de juego y las tribunas.

El gol -ese gran táctico del fútbol- hizo cambiar el curso de la etapa. Pero, contra todo lo esperado y normal en el fútbol, donde la conquista impulsa en ansias a quién la logra, el equipo de Colombia se replegó. Pasó desarrollar un esquema como el que venía practicando la celeste. El resultado del cambio, permitió observar al equipo uruguayo decidido en ataque; avanzando la línea defensiva y el mediocampo poniéndose en franca acción ofensiva. Y así, con la misma receta de Colombia -gol de pelota quieta-, llegó el empate. Córner desde la derecha ejecutado por Carlos Sánchez, el salto de varios, cabezazo hacia atrás del lateral Díaz que lo recoge Cristian Rodríguez quién la golpea fuerte contra el palo derecho de Ospina que logró manotear el esférico introduciéndolo más en el arco. Gol y empate.

La igualdad reflejaba la realidad que emanaba de la cancha. La paridad era justa. ¿Qué ocurriría a partir de entonces?

El partido no varió. A pesar que Uruguay adoptó algunas previsiones defensivas, se mantuvo dominador. Hubo una tarjeta amarilla para Edinson Cavani. El técnico Pekerman cambó al habilidoso Cuadrado para la punta izquierda, buscando desequilibrar con más facilidad ante Mathías Corujo. Sin embargo, los tímidos ataques colombianos resultaron siempre bien controlados por la pareja de zagueros de Uruguay -Godín y Coates- de impecable rendimiento. Corujo mostró más solvencia que ante Venezuela, y por la izquierda, Gastón Silva había superado los sofocones. El mismo jugador que debió abandonar la cancha lesionado -seguramente algo muscular- porque cayó al intentar arrancar a buscar una pelota para reponerla desde la banda.

Cabe señalar que una vez recuperada la igualdad, los celestes retornaron a la estrategia de jugar  hacia atrás para Muslera; jugar con el tiempo, aunque con mayor empeño cuando lograba capturar la pelota, para mandarse al ataque.

Así se llegó al final de la etapa, con otro córner favorable a Uruguay, también ejecutado por Carlos Sánchez, donde rondó nuevamente el gol con la intervención de Suárez que remató al arco, pegando la pelota en Cavani que estaba en posición adelantada.

La justicia de la igualdad queda justificada por las líneas precedentes. Tanto Colombia como Uruguay no lograron generar ninguna chance donde la inminencia del gol se advierte. Nunca quedó un atacante de los dos equipos cara a cara, para definir ante el golero adversario. Dos jugadas de pelota quieta -una para cada lado- terminaron en la red, al cabo de cuarenta y cinco minutos muy tácticos, donde quedó el reflejo de un equipo colombiano también preocupado por no regalarse defensivamente, ante el temor de que la dupla mortal de Uruguay les complicara la tarde.