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“¡Qué lindo es ganar!”




La estirpe de Nasazzi y de Lorenzo Fernández en Diego Pérez y Diego Lugano


11 junio, 2013
Columnistas

Al maestro Óscar Tabárez le leí citar que lo más importante en el fútbol es saber olvidar.

En parte por eso la noche que Chile nos ganó, publiqué esta columna: La hora de Venezuela http://www.tenfield.com.uy/2013/03/la-hora-de-venezuela/

Cuentan que el Profe De León, en las victorias, tenía una fórmula invariable para lo que él catalogaba entre los primeros lugares del decálogo del buen fútbol: “el equilibrio emocional ante triunfos y derrotas”. Entraba al vestuario y, regodeándose pero sencillamente, decía “¡qué lindo es ganar!”.

De todos modos, podemos agregar nosotros, obstinados memoriosos del olvido, ¡qué lindo es volver a ganar cuando la victoria es prenda de esta selección, que tanto disfrutamos y hacía demasiado tiempo que no nos visitaba!

Volvió otra noche. La esperábamos. Ya había vuelto una noche en similares circunstancias en la anterior eliminatoria. El amor es así y esto es fútbol.

Pacientemente nosotros, los que a la garra charrúa la nombramos con todo el respeto que se merecen las grandes verdades incomprendidas, nosotros sabíamos que la técnica de marca -y de fútbol completo- de Diego Pérez, de Martín Cáceres, de Walter Gargano, del EQUIPO CELESTE  no se iba a entregar así nomás.

La estirpe de Nasazzi y de Lorenzo Fernández en Diego Pérez y Diego Lugano

La estirpe de Lorenzo Fernández y de José Nasazzi en Diego Pérez y Diego Lugano

Sabíamos también, aunque lo callábamos en la derrota para no caer en el tópico, que aunque señalados, ni por asomo Diego Forlán y Edison Cavani eran los peores entre los que no andaban bien.

Sin embargo, ignorábamos cuánto dominaban nuestros futbolistas la estrategia fuera de la cancha, porque nunca antes las circunstancias los había puesto ante semejante prueba. Hasta el uso mediático previsible de cierta desorientación del ámbito de unas declaraciones naturales de nada menos que nuestro Capitán, Diego Lugano, sirvió.

Entre todos cerraron filas, con el tono preciso de Forlán, de Cavani, de Luis Suárez. No hay con qué dividirlos. Es tal como se ve en la cancha.

Puerto Ordaz, en suelo venezolano (lo que pasó en el final, como dijo bien Cáceres en ese mismo momento, hubiese pasado también en el Centenario), es el nombre histórico de una defensa celeste inexpugnable, del conmovedor despliegue de Cristian Rodríguez, de un golazo de Cavani, de otra confirmación de Gastón Ramírez y, acaso, del comienzo de una nueva hazaña en este proceso de selecciones nacionales del fútbol uruguayo que marca época.

Y ahora a olvidar. El domingo, España.