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¡Sale el Tola, Sale River!




Julio César Antúnez: "No estamos para jugar lindo, tenemos que salvar a Rampla del descenso".


7 enero, 2019
Columnistas

-Cuantas veces jugando sentía ese grito en mi oído??. -Cuando jugaba contra River Plate en cualquier cancha, y no era una vocecita aguda, era un vozarrón que intimidaba, pero como lo conocíamos de las selecciones juveniles, sabíamos que algún truco se traía, siempre le preguntábamos.

– “Tola” nadie te da pelota, salís vos solo!! Qué boludo que sos!!! -Deja de gritar, me vas a romper el tímpano!!!. -El siempre nos respondía, no se guardaba nada.  -Tapate los oídos con algodón. Anda a la puta que te pario!! Lo hacíamos enojar, en pleno partido, los ojos se le ponían rojos, y cuando podía salía con los tapones de punta a tratar de sacarnos del partido, saltando a cabecear prácticamente era imbatible ayudado por los brazos y teniendo siempre un buen tiempo al calcular sus saltos contra el rival de turno.

El “Tola” Antúnez 

Nació en el Cerrito de la Victoria, su Escuela la vida, su Universidad y Graduación el Fútbol. “Debuté a los 17 años, fue el profesor Luis Grimaldi quien me lanzó al campo y los 19 años me puso de capitán del equipo. Como todo pibe de barrio, lleno de sueños y con  grandes carencias, con padres laburantes, me aferré a mi carrera y no salí más, han pasado muchos amigos, compañeros, nombres con historia, los goleros por ejemplo, el “Burro” Correa, Carlos Goyen, años de zagueros con Hugo Silva hijo de Juan Ángel Silva de “Morenada” (conjunto de “Lubolos” en el carnaval uruguayo), que hasta el día de hoy nos escribimos, Él actualmente vive en Canadá, esas son las cosas lindas que te da el fútbol. Fue una vida hermosa.

Recuerdo al Profesor Silva Cabrera, cuando nos citó para el sudamericano en Chile, año 1974, los más jóvenes éramos, El “Tato” Ricardo Ortiz, Hebert Revetria  y yo.

Llegamos a  Santiago de Chile, y la avenida“Alameda” era un pozo, que estaban haciendo para el subte,  viajamos en tren hasta la ciudad de Concepción, que fue nuestra primer parada para la clasificación, para volver a Santiago a disputar las semifinales y finales. La primera semifinal, fue contra Paraguay y la final contra Brasil, perdimos mal, fuimos 2 equipos muy parejos, solo algún error definiría el campeonato, así fue, perdimos 2 a 1…

Con el tiempo retorné a Chile y mi pasaje por ese hermoso país fueron 10 años en el fútbol chileno, realmente maravilloso, me case y volví, como la canción “Si vas para Chile”, eso fue forjando mi identidad como técnico. Quien también influyó mucho fue el profesor Luis Grimaldi, también jugué en Ecuador en la Liga de Quito, clasificamos a la Libertadores de América, después pasé al 9 de Octubre un equipo chico y también clasificamos a la Copa Libertadores.Pero en ese equipo me pelee con el presidente y me volví a Chile, es mi segunda patria, siempre soy bien recibido. Hay cosas que vivís en otros países que uno no está acostumbrado, a veces es difícil estar en otras culturas, con otras ideas, lo bueno es que vas aprendiendo, te enriqueces de lo bueno y de lo malo, te vas templando, yo viví presiones, fuera del fútbol, lejos del deporte, lo que hablamos recién, armas, de gente pesada, de muertes, yo vi “limpiar” (matar) a una persona en Puerto Viejo, Ecuador, a una cuadra de distancia, caminando en la misma dirección, quedé helado, me volví al hotel y no salí más. Son cosas que te van marcando en esta profesión, esas son las vivencias que la gente no piensa cuando uno se va, que nos vamos y la pasamos de novela, todo hermoso, y no es así, se paga el derecho de piso…

En mi vida particular quede viudo a los 31 años, con una hija de 6 añitos. La pelee, la gane y como le digo al “Barba”, todavía te debo el vuelto”. 

 

Veo en ese momento, al hombre, al luchador, al que grita y manda sobre los demás, pero la ironía del destino, la  que mandaba en su vida, no la tenía más, es un instante en el tiempo, que es infinito, recuerda su vida que quedó truncada. – ¡¡“Tola” “hay un día para morir, pero hay muchos más que no..!! Hay que vivirlos”.

“Soy un agradecido a la vida, porque el fútbol me brindó muchas cosas que en otro lado no las podía aprender. Me formé en el Cerrito, fui al colegio de los Misericordistas, fui a Escuelas Públicas también, jugué los campeonatos de ADIC, donde te encontrabas con un montón de jugadores que luego los veías en todas las divisionales de equipos profesionales.

El más renombrado de los últimos años fue Diego Forlán, goleador del campeonato Mundial del 2010, 2 veces “Pichichi” en España, en fin han salido grandes jugadores…” 

 

-”Tola”, quiero preguntarte, pero que sea algo más profundo, situaciones que hayas vivido, a veces como protagonista, otras veces te rozan de cerca como ya me contaste lo ocurrido en Puerto Viejo.

Selección Uruguaya Sub 20, Sudamericano Perú 1974. Estadio Nacional de Lima. Lima, Perú. Sentado, segundo a la izquierda, el Tola Antunez.

-Debuté de técnico en el fútbol accidentalmente, me traen desde Chile a Liverpool, Fidel Russo con Mateo Coll (“Cacho”), dirigentes extraordinarios, Fidel Russo me decía, yo lo tuve a usted en Chile en el ‘74, el sudamericano juvenil, quiero sentir esos gritos en Belvedere, y quiero que me transmita esto, y que, etc, etc… 

Empecé y jugué 3 o 4 partidos, me desgarre, en ese ínterin renuncia el “Tito” Goncalvez y me nombran como el sustituto del técnico, ya había hecho el curso en Chile así que tenía el Título. Me piden que les dé una mano. Íbamos octavos entre 10 equipos que competían en segunda división. Teníamos un plantel bárbaro, uno sabía dónde estaban las grietas o falencias porque lo viví dentro del terreno jugando hasta hacía poco. Ganamos 14 partidos y salimos campeones. Racing y Fénix  venían arrasando con todo y les ganamos a ambos, y de ahí no jugué más, empecé de técnico a los 29 años, cuando termina el torneo le digo a Fidel, bueno me voy a Chile, todavía puedo jugar 5 o 6 años más.  “¿Estás loco muchacho?” me dice, “hace 7 u 8 años que estamos en la “B” si te vas me matan”… Entonces arreglé y segui como director técnico, dejando el jugador atrás.. fue por el año 1987. 

Mira Hebert, creo que es la primera vez que lo menciono, fueron años claves para mi futuro y también para mi vida, 2 años más tarde en 1989, falleció mi señora de un aneurisma, eso me destrozo la vida, tuve que levantarme de la cenizas, mi novia desde los 12 años, no sabes como seguir, la verdad fueron unos años de mierda, el año anterior murió mi suegro y un año más tarde mi suegra, cuando vienen las malas, llegan todas juntas. 

En ese momento, mi padre, mi madre y hermana fueron los que me sostuvieron, junto con mi pequeña hija que no entendía que mi mundo se vino abajo, si no hubiera sido por ellos, no se en que hubiera terminado mi vida, mi estado en ese momento era de quedarme tirado sin pensar, lo mismo en mi casa como en la calle. Pensé tengo que seguir, por ellos y por mi, y el fútbol llegó otra vez, empecé el peregrinar como técnico y me vino a buscar Central Español, que estaba muerto, trabajamos y sacamos varios jugadores, que vendieron, también vino Paulo Silas, gran volante brasileño, que me dio una gran mano.

Ahi segui, me fui otra vez a Chile a dirigir a Deportes Concepción, anduve también por el fútbol Ecuatoriano,  en la liga Puerto Viejo. Pero lo que más me marcó fue el fútbol chileno, te diría que si me tuviera que ir de Uruguay me afincaría en Chile, por los amigos que deje y también por el cariño que sentí en todos los momentos difíciles que me tocó vivir.

Bueno en ese viaje de entrenador, por diferentes países, vi cosas de locos, la gente piensa que viajas, la pasas bien, te divertis, sí, todo eso lo tenes, pero tambien vivis cosas, como técnico y como dirigente también, es más difícil, que como jugador, en países que se usan las armas a diario, como si te pusieras los zapatos para ir a trabajar, la escuadra (pistola 9 milímetros) en la cintura, con el cargador para afuera, lo contas y nadie te cree. “Mentiras ¿No te creo?” -Te responden. Me reunía con presidentes que se sentaban y colocaban el arma en el escritorio para intimidarte y vas aprendiendo, recuerdo a un abogado, sacó el arma y ahí pensas ¿Esto que es? Nosotros no sabemos manipular un revólver de juguete y en Centroamérica, es como el Far West, tenes que pelearlas todas, de caradura, de barrio, de “pelusa”, criado en la calle, audaz, hasta te diría inconsciente. A mi en Xelajú, un asistente, ayudante de campo, que fue un gran jugador, volante número 10, en Guatemala, me sacó de la ciudad en su auto particular. “¡No profe. Nos tenemos que ir para la capital!”. Me paso a buscar las 02.00 a.m. porque el presidente discutió conmigo y no dijo, “Tola, esto no es así”. Me llamó por teléfono, amenazando, “¡Uruguayo, te vamos a quebrar el culo!”. 

-¿ Cuál fue el problema que ocasionó esta situación?

Por la deuda que tenían conmigo, y no se genero todo por la deuda, porque en la vida conoces uruguayos buenos y malos. Cuando regrese a Montevideo a pasar las fiestas, en las vacaciones, de Xelajú, ganando buen dinero, en ese ínterin, otro uruguayo que trabaja con médicos, se enteró lo que ganaba  y les comento que traía dos Técnicos por ese sueldo, me sacudió el piso, porque con alcahuetear y quedar bien con el club, me dejó sin trabajo y peligrando mi vida. Cuando regreso me encuentro con ese panorama, “¿Sabés qué? Me voy. Que traigan a otro. Pero págame lo que me debes”. Ahí se generó la rispidez, en el torneo habíamos salido en el tercer puesto, con un equipo relativamente chico, en Guatemala hay dos equipos grandes, Municipal y Comunicaciones, el tercero se puede decir que es Xelajú, que es una ciudad frontera con México, aledaña a  la ciudad de Chiapas. Sabes que las fronteras son complicadas, son países que tenes vivencias que son irrepetibles. Me fui de Guatemala casi bajo fuego, igual le reclame y gane, me tuvo que pagar todo, y al presidente después lo destituyeron del cargo, hasta tuvo problemas con la ciudad. Fijate que con esa experiencia mi familia no quería que volviera a dirigir en Guatemala, al otro año me fui a dirigir a Cobán, ¿Por que no voy a ir? Me llamó la presidenta y fui. Salimos campeones.

-”Tola”, cambiando un poco la dirección y apuntando a tu Karma, a la ley de causa y efecto. Todo efecto tiene su causa y cada causa tiene su efecto. Según la religión Budista y el Hinduismo. ¿Que efecto produce tu Karma en tus dirigidos y que causa?

-Cuando me vienen a buscar, hago un paneo rápido de lo que me están ofreciendo, después entro al vestuario, que es la pecera donde uno tiene que nadar, hay cosas que me salen fáciles que es la comunicación con el jugador. El jugador de fútbol, eso lo mamé desde chico, se de donde viene la mayoría, ¡Ojo! Ha cambiado mucho el fútbol ahora, pero que creo que el respeto no se impone, el respeto se gana solo, eso lo noto cuando entro a un vestuario. Incluso estas generaciones que no son las nuestras, donde predomina el celular, donde te dicen el vestuario es de los jugadores, algunos, pero a mi nunca me ocurrió nada de eso, porque me meto en ellos, individualmente, pero lo hago en forma paternal. Siempre digo, al jugador sino lo le ganas la cabeza, le tenes que ganar el corazón. Hay quienes no, pero a la mayoría los tenes de tu lado, los ordeño para sacarle lo mejor.

-¿Pero alguna vez tuviste alguna decepción?

– Si, si, decepciones tuve, más con jugadores de la edad de uno, fijate que empecé a dirigir a los 29 años, ya en ese tiempo tenía en el plantel muchachos con 32 y 35 años, colegas mayores que yo, habíamos sido compañeros, a veces rivales y hoy yo los dirigía. A veces tenía que separarlos del plantel y cruzarme con ellos. Cuando empecé en Liverpool, tuve que cerrar las puertas del vestuario y cagarnos a trompadas.

– Dame nombres. Ya pasó mucho tiempo “Tola”.

-Mira me acuerdo, hoy no está entre nosotros, era un chico que venía de Defensor, a préstamo a Liverpool, no le cuadraba algunos aspectos de mi manera de ser y no quiso practicar, y me encerré en los vestuarios. También recuerdo a un masajista, que tampoco está entre nosotros, el “Ajo” Mesone, que ya lo conocía de River con Roque Máspoli de entrenador. Ahora estaba en Liverpool, primero lo tuve siendo yo jugador y después pasé como hablamos a director Técnico. El “Ajo” se paró en la puerta y no dejó pasar a nadie, yo me encerré con el jugador y nos cagamos a trompadas, se llamaba Picarelli, todo fue porque lo sacaba del equipo, que hasta hace poco yo era el compañero, se pensaban que todo seguía igual, ahora yo estaba en otra función, yo pasé del otro lado del mostrador, y aca no se fía, muchachos. En esta no puedo fiar porque sino marcho. De la noche a la mañana cambió todo, empecé con problemas con otros jugadores, el “Cacho” Yañez, por sacarlos del equipo, me decían “¿Cómo me vas a sacar a mi?” No solo lo saque lo eche del club. Otro que tuve el mismo problema fue Ariel Krasuoski, una fuerte discusión y salió del plantel, eran jugadores que querían jugar pero no estaban en su momento, los años a todos nos llegan y tenemos que dejar paso a los que vienen de atrás pisando fuerte, es la ley de la vida.

Empecé a ganarme el respeto y también se fueron dando los resultados, ambas cosas se tiene que dar. Salimos campeones de la segunda profesional, antigua divisional “B”.

La motivación en el fútbol es fundamental, ahora mismo que estoy dirigiendo Rampla Juniors, tuve que poner 5 jugadores que habían sido titulares y que no estaban jugando, lo hicieron muy bien contra Boston River, quedé muy contento…

En primer lugar tenes que dejar el “Yo” de lado, uno va transmitiendo vivencias de uno, les hablo con la palabras del barrio sin palabras difíciles. Una cosa, mi autoridad no la transo con nada, entro al vestuario y no hablo hasta que haya un silencio absoluto, cuando se origina esa circunstancia comienzo a hablar. Son enseñanzas de técnicos que nos dejaron su huella, el Profesor Luis Grimaldi, Roque Gastón Máspoli, y también de todos los que tuve, les saqué un poco a todos.

-“Tola”, ¿alguna pelea en tu carrera deportiva?

-Ah si, un nueve de Fenix,  guapisimo, “el canario” Walter Bares,  recuerdo una práctica en el Saroldi, yo lo estaba marcando y el “Perro” Rodríguez, marcando a su puntero, de pronto ellos dos se trenzaron a golpes, y se metió Walter Bares, yo fui con la intención de separarlos. Me dice Bares,”¡No, para, para, dejalos que se den!”. “¿Como que se den?” “¡Si, si y si queres nos damos nosotros!” “Nos damos”, le digo… Ahí en plena práctica, estábamos cagandonos a trompadas, cuatro jugadores, nos dimos golpes por todos lados, y nadie se metió,  se hizo un círculo y después nos separaron, lo tengo como anécdota, muy buena, un dia estoy en el Estadio Centenario en la sala de recuperación, con Nicola, que era el que atendía a los que estábamos lesionados y necesitábamos atención para recuperarnos, me estaban pasando ultrasonido, y entran “Pancho” Camera, Juan González, que era de mi barrio y Walter Bares, yo estaba en la mesa todo conectado.  “Ay” pensé, “estoy como Perejil de feria, Regalado”. Se acerca Bares y me dice “¿Nosotros tenemos algo pendiente, no?” “Si”, le respondo. “Cuando termine de atenderse lo espero afuera, así lo terminamos”.  “Ok”, le digo, “ya termine, asi que anda saliendo”. Esas cosas no existen hoy. Sali, con el “Chino” Juan González  y con Richard Camera, que había jugado en River, formando pareja de zagueros. Otra vez, nos agarramos a las trompadas, de pronto viene el presidente de Fénix y nos toma por el cuello a cada uno, nos levanta como muñecos, era Bugallo, nos dice “¿Pero que están haciendo? ¡Bobos de mierda, vayanse de aqui!”. El “gordo” Bugallo era en personaje de la vida, hoy tampoco está entre nosotros… Pasaron los años y había dejado el fútbol, y yo tenía un taxi con Ruben Bareño y el “Chifle” Falero. Rubén tenía un equipo de futbol de veteranos, nos juntábamos cuando se daba la ocasión y fuimos a jugar a Canelones, de noche. ¿Con quien me encuentro en la cantina del club? ¡Walter Bares! Lo miro y pienso, ¿Otra vez cocoa? Me mira Walter, sacude la cabeza, y dice, “¿Tamos grandes ya, no?” “Tamos grandes Walter”. Me da un abrazo. Nos reímos, ya pasó, son vivencias, con un ex jugador, que nos cagamos a trompadas, pero de frente, en ese tiempo no había redes sociales. Pasó y siguió por el camino de la vida…

-Esa clase de problemas, no he tenido, tuve si con otro jugador, en el exterior, con un equipo que dirigí en Guatemala, el Juchitepec . Salió en la prensa en todos lados, me llama el presidente, que también presidía  la Federación de Guatemala, “¡Profe, llevamos 5 partidos con cero puntos, se tiene que venir, la situación acá no da para más, hay un profesor paraguayo, usted conoce el medio”.  Justamente conocía al profesor físico que estaba en el equipo, eso me ayuda mucho a conocer el plantel, así que nos pusimos de acuerdo en la remuneración y me fui una vez a más a Guatemala. La primera fecha ganamos de visita, nos tocaba la próxima de local, íbamos ganando 1 a 0, nos empatan faltando 5 minutos, termina el partido, tampoco estaba mal, hicimos en 2 juegos 4 puntos, entro al vestuario caliente, pero un poco para marcar la cancha, pego unos gritos, golpeo en un escritorio y sigo expresando mi malestar, porque de local teníamos que ganar de cualquier forma.Tenía cuatro o cinco jugadores, que ya los había dirigido en otro equipo, me conocían bien. Salto un jugador que era el líder del grupo, -Me dice “¡Yo no estoy para que un extranjero venga gritarme!”. Se dio media vuelta y se fue. Moví la cabeza y  salí a donde él se encontraba. Le digo “Esto no es así, te voy a decir dos cosas; bien clarito, yo no te conozco, ni vos a mi. Soy extranjero, sí, pero esta actitud que vos tenés, o te vas vos o me voy yo, no te voy a aguantar, porque sos un atrevido, mira que yo no soy cualquiera de estos que venís y le largas el poncho y no te dicen nada. Yo se como son todos ustedes, pero mira que mano a mano conmigo no me aguantas. Así que si no estás en un minuto dentro del vestuario, o te vas vos o me voy yo”. Me doy vuelta, caminé unos cuatro pasos y siento el ruido de dos balazos, ¡¡Pam, Pam!! Tiró al aire para amedrentarme, pero fijate estaba en el estadio, lleno de gente, de las familias mismas de los jugadores, directivos, en fin todo lo que rodea un partido de fútbol. Me quede parado, helado, si me hubieran filmado, no sé de qué color estaba, un cagaso de novela, no siento ni una bala en el cuerpo y estoy bien, sigo parado. Volví a caminar, de espaldas a él, derecho a la puerta y venían corriendo todos los jugadores, “¡Profe, profe! ¿Qué pasó?”, También bajaba el presidente, un gorila tremendo físicamente, con el arma empuñada, atrás el hermano del presidente igual, ambos pronto a gatillar si era necesario. “¿Qué pasó, qué pasó?”, gritaba, ellos sabiendo cómo se manejan allá, situaciones de simples discusiones que no terminan bien. “No pasó nada, tranquilo” le digo. “¡Mira Alfonso, hace 8 días que estoy en el equipo, dame los pasajes que me vuelvo a Uruguay! Retorno y no te preocupes por lo que firmamos”. “¡No profe. usted está loco, no, no, viejo esto no es así!”. Enseguida surgió como había sucedido todo, y lo separaron del plantel, igual vino una semana a ver los entrenamientos, se sentaba en la tribuna, era el capitán. Yo lo veía, tenía flor de cagaso, pensaba este en cualquier momento tira, cuando me iba en una camioneta que me dieron, me encerraba en el hotel y salía con cuatro ojos, fueron 20 días así.

Acá en la ciudad no salió nada en la prensa, solo en Guatemala, hasta que me llama un periodista uruguayo , porque salió el caso en Uruguay. Me pidieron hacer la denuncia, en la policía o en la Federación, que lo suspendan. Les dije que no, de ninguna manera, yo no voy a cortarle a ningún jugador la fuente de trabajo. El jugador era de la ciudad de Jalapa, de ahí han salido muchos malandros. Me llamaban jugadores que dirigí en Xelajú, que si quería mandaban “gente” para ahí, y le quebramos el culo, que ya lo conocían, no le puede faltar el respeto. Nunca más lo vi, y nunca tuve otro problema con él, se que en ese año no jugó, pero después volvió a jugar, pero no te puedo negar que me cagué. Solo sin familia, es bravo, en otro país, sin ninguno que te apoye, tomando las decisiones solo, ¿Y si me pasaba algo? En fin, era solo con mis pensamientos y el recuerdo constante de la familia.

Te cuento otra,  estaba en las oficinas de  Migración en Guatemala y me encuentro con el “Maño” Ruiz, también se nos fué, me dice “Tolita”, siempre nos decía por el diminutivo, era su manera de hablar, una persona maravillosa, “tenemos que hablar”. “¡Si”, le digo, “¿Pero por que no me llamaste antes?”. Él estaba dirigiendo el equipo de Municipal. Yo hacía tiempo que estaba en el país, y conozco bien la ciudad, lo bueno y lo malo. “Un consejo” le digo, rapidito “¡Ojo! Si vas a sacar dinero del banco, anda con cuidado, mira que te apuntalan del mismo banco y te afanan afuera”.

“Tolita”, me dice, “¡Me acaba de pasar! Me robaron usd 10.000, en la salida de un banco”. 

Otra de pelicula, fuimos con el equipo de Coban a Belice, a jugar contra el equipo de la ciudad, empecé a mirar las cosas que te llaman la atención, todo muy pintoresco, los jugadores con una rastas hasta la cintura, pasamos por los vestuarios y los veía fumando porros antes de jugar, no podías creer, después jugaban los morenos como si nada, son cosas que a uno te descolocan, saliendo de nuestro país. No cuando vas al mundo del fútbol elitivo, en esos países, como Belice, que no existen dentro del deporte competitivo del fútbol, como Jamaica igual, en Centroamérica, no le dan bola… En cambio en otras ramas si son los primeros, como en el atletismo, de alta competencia, tienen a Usain Bolt, y tambien en damas, las jamaiquinas son impresionantes compitiendo a nivel mundial. Todo ese mundo diferente, la verdad lo disfrute mucho.

– De jugador,  te ha pasado algo, como por ejemplo lo que siempre te caracterizo. “Sale el “Tola” sale  River”, contame cómo inicio ese “lema”. 

Selección Uruguaya sub 20, Sudamericano de Chile 1975. Parados: Mariano Rodríguez (utilero), Tola Antúnez, Rodolfo Rodriguez, Polilla de los Santos, Ortis, Darío Pereira, Washington González. Juan Vicente Morales. Abajo: José Muñiz, Juan Ramón Carrasco, Hebert Revetria, Rúben Umpiérrez.

-En el año 1973 me subió al primer equipo el Profe Grimaldi, era muy metódico en su trabajo, recuerdo un día que nos ató con un hilo a todos en una cancha de basquetbol, para que los movimientos sean correctos, si se rompía, entonces algo andaba mal, son cosas que me han quedado grabadas. Yo hablaba mucho y el me decia, maneje la defensa. Háblele a todos sus compañeros. Entonces yo decía; sale el “Tola” y no salía nadie, era parte del sistema, en cambio si gritaba sale el “Tola”, sale River, ahí sí barríamos la cancha. Yo gritaba “¡Salimos, Salimos! ¡Sale el Tola!”, y ustedes me gritaban, “¡Agrandado, no grites más! Mira no sale nadie jajaja, no te hacen caso, jajaja. Boludo”. Me acuerdo bien..

De José Muniz, Carrasco, Dario Pereira, Vos, (eras el mas hijo de puta, porque eras mi referencia de marca, estabas siempre puteandome), Pagola y Carlin Ocampo. También cuando hacías la doble punta de ataque con Nelson Pedetti, uno iba contigo y otro con Pedetti, hacíamos la doble marca y quedaba Parravicini atrás de líbero, también porque era el más viejo, jajaja, aun lo veo por Avenida Italia, hace que corre, solo mueve los brazos, como las marionetas, jajaja, paso y le grito “¡Bichicome!” y levanta los brazos para saludarme. O cuando salgo a caminar por la rambla que nos cruzamos. Ustedes me decían de todo, había que aguantarlos, todo el partido diciendome disparates. ¿Como queres, cuando podía no saliera a matarlos? Aparte eran rapidísimos, tenía que calcular bien la patada jajaja, otro tiempos, terminaba el partido y se olvidaba todo con un fuerte abrazo. Otra vida, más lírica quizás.

– Tola, ¿te acordas de la final juvenil del ‘75 en Lima contra Chile?

– ¡Qué final, fue de rompe y raja!

– Fue la mejor seleccion chilena de todos los tiempos, nosotros mandabamos en sudamérica, los matábamos a patadas, yo le hice una chilena al número 10 Mena de Chile, un fenómeno, y la partí la cara, teníamos jugadores como el “Polilla” De Los Santos, que eran criminales, asesinos con patente, me decía “Dejámelo a mí que lo mato”. “Polilla” quería sangre, pero ya venían mal heridos, con el pasaje por nuestro medio campo, de Darío Pereira, el “Tato” Ortiz y Carrasco. Éramos una máquina de picar carne…

-¡Lo que atajó Rodolfo Rodriguez!

-Si, recuerdo un momento en nuestra área, no arrinconaron a pelotazos los chilenos, y el “Flaco” volaba de un palo a otro, fueron 10 segundos, de cinco o seis tiros de gol, las tapó todas, el zaguero que me marcaba, ambos parados en la mitad del campo, siguiendo todas esas jugadas, yo haciendo movimientos con el cuerpo, sacando las pelotas y él esperando gritar el gol,  -¡¡Goo.. y paraba, goo y paraba!!, “chucha su madre”!! decía.. Termina el acoso chileno, nos salvamos por el “flaco” Rodolfo, y me dice el zaguero, “Disculpa, ¿ataja siempre así o tiene un culo bárbaro?”.

-No había cámaras de TV, las selecciones juveniles uruguayas eran muy fuertes, salíamos y ganabamos en todas las canchas, arriba, abajo, en físico, nos imponemos de cualquier manera, tenemos alma de campeones y veníamos con la sangre en el ojo de haber perdido el año anterior, justamente en Chile, la final contra Brasil.

-También hay un espacio para los que partieron antes. Miguel Berriel, el “Pichu” Rodriguez, Walter Brienza, el profe Jorge Trigo, Eduardo Pierri.

– ¿ Otras vivencia que recuerdes?

– Que me quedaron marcadas, fue una inundación en Guatemala, estaba en el tercer piso, salí al balcón y veía pasar el torrente del agua, arrastrando todo lo que encontraba a su paso, una cosa es verlo por la TV, otra ser testigo y a su vez víctima, porque no sabía si subía el agua, me llevaba puesto. De esas inundaciones siempre te traen algun animal, en esa recuerdo un cocodrilo que mató a una niña. Fijate si me habré quedado mal, que aún recuerdo el momento.

Un terremoto en Chile grado 8, año 1985, me quería morir, estaba en el hotel Gran Palace en Santiago, empezó con un ruido ensordecedor, iba a salir corriendo para la calle y el gerente del hotel que me conocía, me gritaba “¡Tola, a donde vas? Quedate acá que es el lugar más seguro que vas a encontrar”. Tenía razón porque afuera se caían los árboles, los cables de luz y lo que fuera encima tuyo, los cuadros se caían de la paredes, las lámparas no dejaban de mecerse de un lado al otro, corrí y como te dicen, anda debajo del marco de las puertas, y si es del baño mejor, ya que tiene cañerías que soportan más el derrumbe. Son segundos eternos. 

Cosas que me descolocaron, un linchamiento, no podía entenderlo, fue en la ciudad de Cobán en Guatemala, cuando dirigía al equipo. Salgo del hotel, en short, con el cronómetro colgado del cuello, tranquilo, paseando, me dirijo a la plaza donde estaba el mercado de la ciudad, miro y veo un tumulto de gente, con palos, machetes, rociando a un hombre con parafina. Lo incineraron, una antorcha humana era, fue un momento que no sabes qué hacer, metí marcha atrás y otra vez me encerré en el hotel, no había policías, nadie que lo defendiera. Había robado en el mercado.

Otra en la montaña de la ciudad de Cobán, en un parque al lado del estadio, una mañana veo a un hombre colgado de un árbol, parecía un péndulo de reloj, lo habían ahorcado, por ladrón. Pregunto “¿Qué pasó?” “¡No profe. No, no pasa nada!”.  Ahí enseguida toman la justicia por mano propia. La ley de Talión, “Ojo por Ojo, Diente por Diente”. Pensás dos veces antes de hacer alguna fechoría…

 

EPÍLOGO

Me encontré con el hombre que sabe lo que quiere y adonde se dirige. Nos conocíamos prácticamente dentro del campo de juego, a veces de rival y otras de compañero en selecciones juveniles. Nunca se dio otra situación de conocer al ser humano, detrás del Director Técnico, al que resurge, como cuando vas perdiendo y aun te queda el alargue. Después de esta charla, recordamos viejos tiempos, pero para mi lo más importante fue conocer su vida, esa fuerza que le dio el deporte, que le ayudó a salir del pozo cuando tocas fondo, metiendo pierna fuerte, barrerse y ahogando el grito de gol sin importarle nada.

¡¡Sale el “Tola”,  y Salimos Todos !!