Sosa, una joya pulida
El mediocampista de 21 años brilla en Peñarol y el equipo goza de su gran nivel, que lo ha llevado a ser una pieza inamovible y un representante de la identidad del equipo de Aguirre.
El beso al escudo carbonero por parte de Ignacio Sosa, en el único festejo que registra hasta el momento en el club. Fue ante Wanderers, el 22 de junio de 2025, por el Torneo Intermedio.
Peñarol vive días de angustia luego de la dura eliminación de la Copa Libertadores ante Racing, especialmente por la forma en que se dio. Además, a la derrota en Avellaneda también se le suma la anterior caída en Florida, ante Boston River, que lo llevó a dejar por el camino puntos importantes en el Campeonato Uruguayo, que ahora se convierte en la única y máxima prioridad del club. Pero dentro de lo malo, también hay cosas positivas, y una de ellas es el exuberante nivel de Ignacio Sosa.
El mediocampista de 21 años —campeón del mundo con la selección uruguaya sub-20— es hoy, junto con el zaguero Nahuel Herrera, el jugador más destacado de Peñarol. Su evolución desde que se incorporó a la institución, a mediados de 2023, ha sido notable, al punto de transformarse en una pieza inamovible en el equipo de Diego Aguirre, donde hoy brilla.
Al volante formado en Fénix, sin embargo, le costó integrarse en el equipo desde su llegada. Sus participaciones comenzaron siendo aisladas y esporádicas. En muchas ocasiones, ingresando desde el banco de suplentes para jugar apenas un puñado de minutos. Pero en 2025, una vez adaptado y con mayor madurez —tanto en lo futbolístico como en lo mental—, su titularidad se volvió indiscutible.
Tan solo es necesario fijarse en los minutos que registra Sosa desde que llegó a Peñarol hasta la actualidad, para notar el punto de inflexión de su trascendencia en el equipo.
LOS MINUTOS ACUMULADOS DE SOSA
2023: 558 minutos jugados en 11 partidos, con una asistencia
2024: 641 minutos jugados en 20 partidos, con dos asistencias.
2025 (hasta la fecha): 2.266 minutos jugados en 28 partidos, con dos asistencias y un gol.
VERSATILIDAD, INTENSIDAD Y SENTIDO DE PERTENENCIA
Claramente, las estadísticas no son un fiel reflejo de lo que significa el enorme aporte de Sosa en Peñarol. Su trabajo no se plasma en cantidad de goles, asistencias o remates, sino en el rendimiento colectivo. El joven volante es un engranaje fundamental en el juego del equipo, que realiza un trabajo silencioso y muchas veces desapercibido, pero decisivo.
En enero de este año, cuando Diego Aguirre comenzó a rearmar el equipo para afrontar una nueva temporada, confió en Sosa y le dio la oportunidad para demostrar su potencial y ganarse un lugar en la oncena. Una oportunidad que el jugador estuvo esperando por más de un año y que no desaprovechó.
Lo que más resalta en la evolución de Sosa es su versatilidad: puede cumplir roles de volante central clásico, acompañar en la contención o adelantarse unos metros para brindar fluidez en la circulación. En cada uno de esos escenarios, se muestra con confianza plena y con una madurez que excede su edad (21 años). También se le agrega la gran capacidad física que ha desarrollado, que lo convierte en un jugador incansable, y su amor por el club, con el que entiende a la perfección lo que se espera de él en la cancha. Algo que Aguirre se encargó de dejarlo claro: “A meter no nos gana nadie”.
Pero Sosa, además de “meter”, es un volante con una gran disciplina táctica y de calidad técnica. Lee el juego y es inteligente para ocupar espacios clave, así como para cortar avances peligrosos de los rivales. Y a esa intensidad defensiva, le suma un exquisito criterio con la pelota: ofrece líneas de pases claras, facilita la salida desde el fondo y contribuye en los ataques desde la construcción. De hecho, en muchas ocasiones, él mismo guía las transiciones.
En definitiva, el perfil completo del volante de 21 años le ha brindado un gran alivio a Aguirre en el mediocampo, ya que ha sido una carta de solución a distintos problemas y escenarios. Un claro ejemplo de esto fue su reciente trabajo durante la serie con Racing, por los octavos de final de Copa Libertadores.
Si bien el resultado fue el de la eliminación, ambos partidos fueron parejos y disputados y Sosa fue de los jugadores que más se destacaron. Sin embargo, no cumplió su papel habitual como centrocampista, sino que Aguirre —quien también tuvo mucho mérito en su planificación— lo colocó recostado sobre la banda izquierda, como un volante interior, con el objetivo de detener las subidas del lateral desequilibrante de la Academia, Gastón Martirena. En otros encuentros, cuando el equipo necesitaba mayor generación, el volante se adelantó para asociarse con Leo Fernández y aportar en la generación de peligro, sin abandonar la faceta defensiva.
Por lo tanto, Sosa le ha dado a Peñarol más resultados de los esperados en lo que va de la temporada. Incluso, gracias a su personalidad y su sentido de pertenencia, se ha ganado muchos aplausos, así como el reconocimiento por parte de los hinchas.
Lo que podría considerarse, quizás, como un aspecto a mejorar, es su temperamento. En varias ocasiones, la frustración o los momentos de mayor temperatura en los partidos, producen reacciones desmedidas del volante, que le costaron amonestaciones. Algo que, en su posición, es muy peligroso y limitante. En los últimos meses, Sosa ha logrado evitar “entrar” en provocaciones y aprendió a sobrellevar los momentos de impotencia, marcando una clara madurez.
En definitiva, la actualidad de Sosa en Peñarol se podría comparar con el trabajo de pulido de una joya. Días atrás, el club anunció la renovación de su vínculo hasta 2028 y su futuro, si su rendimiento se mantiene —e incluso tiene lugar para crecer—, es muy prometedor.
