Un país de cara a la final
Niños que se acostumbran a ver a Uruguay definiendo al más alto nivel del fútbol.
En la rambla, a la altura de “Kibón”, una pantalla gigante nucleaba a quienes desafiando el frío, llegaron hasta allí para ver a la celeste. Otra pantalla gigante se ubicó en el IMPO (Imprenta Oficial) frente a la explanada municipal. Allí cientos de aficionados siguieron las alternativas de la final.
Niños que se acostumbran a ver a Uruguay definiendo al más alto nivel del fútbol.
Los bares de Montevideo se llenaron de clientes que disfrutaron y sufrieron el encuentro. Estuvimos en el Monteverde, en El Gaucho, en La Pasiva de Rivera y Soca y en la de Carrasco. Detalles llamativos: mozos con las caras pintadas con los colores de la selección en el bar del Gaucho, El viejo bar Monteverde, con el dibujo de Peloduro de los Campeones del 50 presentado en la pared junto a una de las pantallas de televisión. En La Pasiva de Soca y Rivera las banderas, cuatro pantallas de televisión para que desde todas las mesas pudieran ver y nadie se perdiera el partido. En la de Carrasco, llena, dos pantallas grandes, personas afuera, mirando con “la ñata pegada contra el vidrio”.
Afuera las calles vacías, 18 de julio vacía, hicimos fotos de nuestra principal avenida y de la avenida Rivera completamente vacías de vehículos.
El frío hizo que la inmensa mayoría de los uruguayos lo viera en sus casas o en locales cerrados. Durante más de dos horas cesó la vorágine de una ciudad que día a día aumenta su tráfico, pero cuando juega Uruguay una final del mundo, todos atentos a la celeste.
Una pareja con la bandera uruguaya en la rambla montevideana
