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Partido de gran nivel, sensacional




Los ecuatorianos festejan, Edinson Cavani, pelota en mano, es la imagen de la desazón celeste.


12 noviembre, 2015
Selección

Los ecuatorianos festejan, Edinson Cavani, pelota en mano, es la imagen de la desazón celeste.

Los ecuatorianos festejan, Edinson Cavani, pelota en mano, es la imagen de la desazón celeste.

Por Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González

Hace un tiempo largo que no asistía a un partido tan electrizante. De ida y vuelta. Jugando los dos equipos con todas las luces encendidas en una lucha de dos estilos totalmente diferentes.

El ecuatoriano, en esta versión donde prioriza exclusivamente a los jugadores negros, se parece mucho a esos buenos equipos africanos que han aparecido como grandes sensaciones, sin lograr luego mantener el nivel. Este equipo que tiene la base del Emelec -y por eso su ensamblado tan perfecto-, va logrando superar a los africanos con la regularidad del rendimiento jugando de local. Está invicto desde la eliminatoria para la Copa del Mundo de 2014. Apenas perdió un punto ante Argentina. Agregó en el comienzo de la presente lucha para llegar a Rusia 2018, el debut con triunfo histórico nada menos que ante Argentina en Buenos Aires, hazaña nunca lograda por los ecuatorianos. Basaron ante Uruguay su accionar en el rendimiento colectivo con notables jugadores de fútbol, que disimularon las tres ausencias de jugadores top en el mundo. Salvando las distancias, tiene “algo” de aquel equipo de Holanda de 1974, donde todos los futbolistas eran grandes jugadores en el plano técnico. A diferencia de los naranjas, este Ecuador agrega la vistosidad plástica del movimiento de los negros que parecen juncos; la velocidad del torpedo de sus extremos y la felina actitud para saltar sobre la presa.

Uruguay expuso un planteamiento ofensivo, coherente con las expresiones del técnico Tabárez afirmando que venía a buscar la victoria. Lo planteó así. Y el esquema funcionó exponiendo los jugadores las armas nobles que pueden exhibir nuestros jugadores. Nunca podrán actuar como los ecuatorianos. Sin embargo, herederos de una raza de colosos gladiadores que conquistaron los más altos títulos del mundo, saben que tienen que responder a ese peso de la historia con la dignidad de dejarlo todo. Y lo dejaron. Inclusive aquellos que sintieron los efectos de la altura (Maxi Pereira y Godín principalmente). Y los que se vieron superados en la mitad de la cancha (Arévalo Ríos y Alvaro Gonzalez) cuando Celso Otero arriesgó aún más mandando a Rolan a la cancha por Lodeiro que atinadamente contribuía en la contención.

Cada uno con sus armas, regalaron un gran partido de ida y vuelta, con gran cantidad de incidencias de goles en ambas porterías. Más impresionantes las de Ecuador por la potencia y velocidad de sus acciones, surgidas -algunas- de una serie de pases a ras del suelo y en otras -muchas- con esos pases excepcionales, poco vistos en muchos equipos del mundo, de 50 o 60 metros, cortando la cancha en diagonal de derecha a izquierda, y viceversa, cayendo la pelota mansita en el pie de quien recibe. Asimismo, las acciones ofensivas de Ecuador, en algunos casos, exigieron excepcionales atajadas de Muslera. En cambio las de Uruguay, reveló en dos ocasiones las virtudes del gigantesco Domínguez de 1.93 de altura. El perfecto remate de Sánchez y la gran definición de Cavani a dos metros del portero.

En medio de ese cambio de golpes -si comparamos el partido con la pelea de dos boxeadores- resultó más vistoso el de Ecuador, en una lucha que fue pareja de principio a fin. Inclusive, cuando Uruguay puso toda la carne en el asador, se mandó al ataque desprotegiéndose en el medio campo y del terreno surgió la aparente superioridad de Ecuador porque sus contragolpes se llevaron a cabo en soledad.

Hasta aquí no me he referido a la altura. Pero no podemos dejar de considerarla, ni que quede de lado en estas reflexiones finales. Justamente, el hecho de que Uruguay enfrentara a dos adversarios -uno natural y otro futbolístico- valora más la exposición ofrecida.

Así como Ecuador tuvo la virtud de superar las bajas de tres jugadores titulares, uno de ellos top como el Valencia que actúa con suceso en Inglaterra, los celestes cargan con la cruz de la falta de Luis Suárez. Si bien es cierto que Diego Rolan ha disimulado su ausencia, el peso de Luisito en lo sicológico y futbolístico, es mucho mayor que la ausencia de Valencia en el equipo local.

Finalmente, unas palabras para el árbitro brasileño Ricardo Marques. Cumplió acertadamente y fue responsable, también, de que el partido mantuviera el ritmo de juego y la continuidad que tuvo, a pesar de muchos roces fuertes que se produjeron cuando Uruguay apostó todo en la búsqueda del empate.