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Aliado eterno de la gloria

Con un estilo más propio de su actual técnico que de su historia, la selección estadounidense se quedó con el oro olímpico. Durant volvió a ser determinante, y Francia ganó una medalla valiosísima.




Kevin Durant y Jayson Tatum, dos baluartes de los Estados Unidos durante todo el campeonato, volvieron a brillar en una final luchada y ajena a la espectacularidad (EFE/EPA/Kiyoshi Ota)


7 agosto, 2021
JJOO

Faltando 5:30 minutos para que terminara el partido, y también faltando ocho segundos, Francia se puso a tres puntos. En la segunda oportunidad, Durant selló la suerte olímpica. Y en la primera, dos dobles y una asistencia del extraordinario Damian Lillard, así como un triple de Jayson Tatum, volvieron a poner a la potencia más poderosa en la historia del básquetbol cerca de un nuevo oro. Una medalla que llegó con un score magro -87 a 82-, con un estilo doblemente infrecuente para los Estados Unidos, tanto por la intensidad de su defensa como por el deslucimiento estético de su ofensiva, dos rarezas esperables en el entrenador Gregg Popovich, una leyenda de la NBA que recela de los ataques veloces y del juego perimetral. 

 

Y sin embargo, queda tanto para destacar. En primer lugar, en el propio Popovich, quien tras un Mundial ominoso y un primer partido de los Juegos contra Francia en el que debutó perdiendo, y habiendo asumido nada menos que después de Mike Krzyzewski -quien como parte del equipo técnico norteamericano, ya sea como asistente o como líder, disputó 40 partidos olímpicos y ganó los 40-, cambió la formación inicial para comenzar los encuentros con dos bases armadores, dos jugadores perimetrales y un solo interior. Y en segundo lugar, de Francia, que obtuvo una medalla de plata valiosísima y redondeó unos Juegos excepcionales, en los que lo único que puede reprocharse son los 11 libres que erró en la final.

 

Contra un Fournier con momentos destacables pero lejos del rendimiento del que es capaz, contra un Gobert impresionante en ambos costados de la cancha, en particular en el defensivo, y al que fouleó sistemáticamente para mandarlo a la línea de libres -su talón de Aquiles-, y contra una selección extraordinariamente dirigida por Vincent Collet, Estados Unidos -que anotó solo el 28 por ciento de los triples que intentó- jugó un básquetbol práctico, irregular pero efectivo. Y lo hizo con un Lillard vital en los momentos clave, con una contribución defensiva notable de Green, de Adebayo y de Holiday, y con un suplente de lujo, como Tatum, que hoy anotó 19 puntos y capturó 7 rebotes, y un líder basquetbolístico irremplazable, porque no hay nada menos cierto que el dicho según el cual todos los hombres son prescindibles: Kevin Durant, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, autor de 29 puntos propios de sus fundamentos técnicos y de su jerarquía para decir presente cuando el aro se les achica a tantos otros.

 

Hay que admitir que los Estados Unidos de Popovich se parecen poco a los Estados Unidos a los cuales, con la excepción de la debacle de Atenas 2004, nos hemos acostumbrado durante décadas. Pero ganaron, no es poco, y son -¿qué duda cabe?- aliados eternos de la gloria.