Maxi Gómez, el dueño de la pelota
A Maximiliano Gómez no le pesó nada su llegada a Nacional. Se puso a punto físicamente, asumió la responsabilidad como referente y, a base de goles y grandes actuaciones, se ganó su lugar de elogios.
Maximiliano Gómez, con la pelota debajo del brazo izquierdo. El nombre del gol en Nacional.
A mediados de temporada, en el período de pases en el mes de julio, Nacional estaba obligado y desesperado por salir en busca un centro-delantero de jerarquía con miras al Torneo Clausura. En aquel momento, todos los referentes de área de su plantel brindaban más vacilaciones que certezas de cara a futuro. Gonzalo Petit, firmaba con el Betis de España. Gonzalo Carneiro, se recuperaba de una grave lesión y su regreso era pura incertidumbre. Diego Herazo, cumplía con su contrato vigente y debía volver a San Lorenzo. Mientras que Eduardo Vargas, no había colmado las expectativas y su salida era una fija.
Después del recital de nombres de peso que desfiló sin éxito por el equipo tricolor en el primer semestre, en cierto modo, el hincha se había ganado el derecho de exigir más a su directiva en período de contrataciones. A esa altura, la vara para las aspiraciones estaba cada vez más alta. La dirigencia tenía la obligación de ser más cautelosa, más criteriosa y elegir bien. Ya no había margen para el error. La paciencia de la afición había llegado al límite.
Nadie podía imaginar que ese centro-delantero tan buscado y requerido por Nacional, estuviese en el medio local. Sin embargo, en paralelo, Defensor Sporting, uno de los rivales directos del conjunto tricolor en el fútbol uruguayo, disfrutaba a pleno de Maximiliano Gómez, quien había tomado la decisión de volver a su país con solo 28 años después de ocho temporadas en el fútbol europeo.
El conjunto violeta se frotaba las manos de poder contar con un goleador de calidad y con características de élite. De trayectoria internacional. De reciente pasado por la selección uruguaya, con la que había participado en eliminatorias, tres Copas América y un Mundial. Y más aún, teniendo en cuenta la edad óptima con la que había decidido volver. Es que Maxi, gestó su regreso a Uruguay en busca de regularidad, con el objetivo de superar un largo tiempo de inactividad y de una interminable sequía de goles en sus últimos clubes de Europa.
En su regreso a Defensor, Gómez fue de menos a más en su rendimiento personal. En un principio, se notó su falta de ritmo. Pero con el correr de los partidos, fue tomando fútbol, confianza, intensidad y, de a poco, fue demostrando todo su repertorio de jerarquía y calidad. El futbolista quería volver a sentirse importante en un equipo y en Defensor pudo logarlo en pocos meses. Maxi, había conseguido su primer objetivo: ser protagonista otra vez.
Al mismo tiempo, era más que evidente que si a Gómez le devolvían la regularidad que había perdido, su futuro en Defensor sería breve. El bosquejo se despejaba por sí solo, y así lo fue. Solo bastaba que el delantero vuelva a tener minutos para que los pretendientes cayeran por sí solos. Es que las condiciones y la trayectoria de este goleador codician. Y más aún, si esas condiciones rondan en un futbolista de 28 años que decidió pegar la vuelta desde Europa directamente al fútbol uruguayo. El club violeta también era consciente que, si no surgían inconvenientes extras, a corto plazo, tendría una fila de interesados para llevarse a su delantero estrella. Y vaya si se volvió realidad.
EL POLÉMICO PASE A NACIONAL
Nacional, ni lerdo ni perezoso, de la mano de su vicepresidente, Flavio Perchman, como principal nexo de negociación, se postuló como primer y firme pretendiente para quedarse con Maxi Gómez.
Los diálogos entre el club y el goleador emprendieron su camino. En un principio, la salida del delantero de Defensor pareció no ser tan sencilla. Todo se volvió polémico. Por su formación, por su arraigo y su identifación con los violetas. Pro también había un dilema en el contrato: su cláusula de rescisión era de 200 mil dólares. Eso no era problema para Naacional. Sin embargo, la traba indicaba que la cláusula era válida solo para el exterior. Por lo tanto, para que la negociación fluyera positivamente, el propio jugador debía convencer al conjunto violeta para que lo libere.
Desde Nacional, aseguraban que el futbolista, además de querer jugar en filas tricolores, le entusiasmaba jugar el próximo Mundial con la selección uruguaya. La directiva del conjunto albo entendía que ello sería un factor clave y motivante para destrabar su llegada al tricolor teniendo en cuenta la mayor vidriera y difusión que tiene el equipo grande con respecto a Defensor Sporting.
Después de muchos tires y aflojes, de idas y vueltas, de polémicas y de días de mucha tensión para los involucrados. Y pese a que varios dirigentes de la institución violeta se mostraron molestos por el supuesto accionar de los directivos de Nacional con respecto al pase de Gómez, el plan estratégico del tricolor finalizó con éxito.
Finalmente, Nacional pagó un total de $500.000 dólares a Defensor Sporting por Maxi Gómez, en dos cuotas de $250.000 cada una. El contrato también incluyó que el conjunto violeta mantenga un 10% de la ficha del jugador en caso de una futura venta.
SE ADAPTÓ A LA PERFECCIÓN
En cierto modo, Maxi Gómez llegó a Nacional con la presión de tener que demostrar en un equipo grande todo lo que se habló en lo previo sobre sus notables condiciones. Su arribo al conjunto tricolor generó una expectativa extra en el hincha porque se trataba de un futbolista de calidad internacional y en edad óptima como para recuperar su nivel de selección.
La mesa estaba servida. El mundo Nacional se frotaba las manos a la espera de escena, y al mismo tiempo, colmado de ilusión. Porque claro, una cosa es saber que un futbolista cuenta con unas condiciones extraordinarias, donde puede augurar un eventual rendimiento personal, y otra cosa es lo que vaya a suceder en la realidad.
Lo cierto, es que apenas tres meses después de su llegada a Nacional, Maxi Gómez no solo ha colmado las expectativas de lo que se esperaba de él, sino que las ha superado. El nuevo delantero tricolor ya anotó una multitud de goles y dio muchas asistencias, pero sobre todo, se ha destacado porque supo adaptarse de la mejor manera a un equipo en rodaje. Fue tan perfecta su adaptación, que se diferenció del resto.
SUS NÚMEROS EN NACIONAL
Hasta el momento, desde su llegada a Nacional, Maxi Gómez jugó 12 partidos oficiales; marcó nueve goles y dio cinco asistencias en 1061 minutos en cancha. Cuenta con un promedio de un gol cada 117 minutos. En total, suma catorce (G+A), lo que promedia una participación directa por cada gol de su equipo cada 76 minutos.
Le marcó goles a Montevideo City Torque, Progreso, River Plate, Racing, Plaza Colonia (2), Cerro Largo y Miramar Misiones (2).
DE OTRO NIVEL
En solo tres meses, Maxi Gómez se transformó en goleador, líder y referente ofensivo de Nacional. En un rol diferente, más maduro, se ha convertido en un estandarte de un bloque colectivo de un equipo que evolucionó en todo sentido desde su llegada.
Porque Gómez no solo aporta goles y asistencias a sus compañeros, sino que tiende a desplegar un incansable trabajo ofensivo a destajo de forma individual, con y sin pelota. El jugador ha sido muy valorado por su laboriosa tarea táctica y su esfuerzo por dejar hasta la última gota de sudor en cada jugada de ataque.
Su inteligencia para leer los partidos y manejar los tiempos. Para adaptarse al juego colectivo. Para jugar de espaldas al arco en los momentos que el partido lo pedía. Para generarse situaciones de peligro por méritos propios. Para generar faltas a favor de su equipo. Para arrastrar marcas y la atención del rival. Para pedir la pelota para jugar y hacerse cargo de ella. Para no esconderse cuando sus compañeros más lo precisan. Y para mostrarse siempre como opción y asumir el compromiso de ser el jugador determinante que es.
Por todos estos factores, Gómez se ganó un lugar de elogio y prestigio en Nacional. El hincha tricolor le reconoce su calidad, pero sobre todo, su insistencia de querer participar en casi todas las jugadas de ataque de su equipo. A Maxi no le pesó nada. Se puso a punto físicamente, asumió la responsabilidad como referente, y lo demostró en la cancha, con fútbol y goles. Desde su llegada al tricolor, volvió a sentirse pieza importante a tal punto de transformarse en uno de los goleadores del Torneo Clausura junto a Abel Hernández.
Hoy, Nacional, lo disfruta a pleno. Así como también el propio futbolista disfruta de este presente. No obstante, sus números y sus actuaciones individuales se despejan por sí solos.
Maxi Gómez, de otro nivel.
Maximiliano Gómez, y el gesto positivo con el pulgar derecho arriba y el número 9 en la espalda.
