Dos estupendas jugadas individuales de Pablo García, convertido en asistente de lujo, le alcanzaron para marcar la diferencia en el tanteador. La primera, dejando mano a mano al capitán y goleador, que no perdonó. Bergessio definió con un puntazo de derecha rasante contra el palo izquierdo para anotar la apertura. Y pocos minutos después, sirviendo la pelota en el punto penal a Agustín Oliveros, quien con un potente remate hizo explotar la red.

Dos goles en dos zarpazos, para superar a un adversario que fue prolijo en el manejo del balón, que se arrimó con peligro a Mejía –un disparo de Lucas Rodríguez se estrelló en el vertical derecho-, pero que volvió a defeccionar por completo en defensa.

El complemento fue en borrador del tricolor. Con la ventaja de los dos goles, el equipo no realizó un gran desgaste físico, ahorró energías y le cedió el balón a un Torque que lo manejó de un costado a otro del campo, sin profundidad, con una pavorosa ineficacia ofensiva. Eso facilitó el trabajo defensivo local, que pasó una noche por demás tranquila y por primera vez en el torneo dejó su valla en cero. No es poco.  

Nacional no perdona.